Hay veces en las que entras en un libro, en una serie, en una película de lleno. Parece que se alinean los astros y que ... el destino ha querido encajar las piezas y dejar caer en tus manos esa obra sabiendo que era justo lo que necesitabas en ese momento. Y esa sensación, esa primera noción de que eres una persona diferente desde que has entrado en esa novela o en esa canción, es indescriptible. La cultura tiene una fuerza gravitacional tan potente que no solo rompe cadenas y derriba tiranías, sino que también revuelve nuestro interior para conseguir pulirlo, como si fuera un diamante.
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'La ley innata', de Extremoduro, llegó en un momento en el que yo estaba desprendiéndome de los prejuicios adquiridos tras trece años en el mismo colegio. No es fácil quitarse la mochila (nunca mejor dicho) que has portado durante tanto tiempo. Dejar de ver a tus amigos de siempre, a los pijos de tu generación o a los profesores que te han acompañado durante tanto tiempo. Empiezas la carrera y conoces a nuevas personas, se te abre un mundo diferente, más gamberro. Al fin y al cabo, tienes 18 años y puedes, por ejemplo, conducir, algo que me aterraba y me apetecía a partes iguales.
Recuerdo perfectamente recoger cientos de veces a J y C para ir a la universidad y decirles: «Creo que es el mejor disco de la historia del rock de este país». Lo decía con 18 años y, ahora, con 33 y ni un pelo de tonto, lo sigo manteniendo. No sé de música, y estoy seguro de que algunos se echarán las manos a la cabeza con la sentencia que acabo de hacer, pero si pienso eso es porque, simplemente, supuso para mí un antes y un después. Yo no era la misma persona tras los 45 minutos que dura esta ópera creada por Robe. Me veía en esa historia de pérdidas y sentía cada una de las partes en las que los instrumentos de cuerda acompañaban la caída a los abismos del dolor. Supe que quería escribir gracias a que esta persona se desangró en ese disco.
Esta columna ha sido escrita mientras sonaban 'Tercer movimiento: Un instante de luz', de Robe, y 'Cuarto movimiento: la realidad', de Extremoduro
Con la edad, los palos y las decepciones, pierdes esa relación romántica con la música que te cambió, con los libros que forjaron tu personalidad. Pero nunca los olvidas. Por eso me hizo tanta ilusión escuchar 'Mayéutica', el nuevo disco de Robe en solitario. Ponía el broche final a 'La ley innata' con otro disco conceptual que refutó aquello que dijo Oscar Wilde de que «la música es el tipo de arte que está más cerca de las lágrimas y la memoria». Por eso, volver a estos discos es volver a conectar con ese momento que definió la persona que eres hoy.
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