Ramón Serrano corta cuatro orejas en San Javier, con la plaza llena

Abrió plaza Ángel Téllez, novillero que trae el temple de serie. Sorteó en primer lugar un ejemplar castaño salpicado, casi sardo, noble y colaborador en la muleta. Téllez presentó pronto sus credenciales con el capote, lanceando con gusto a la verónica y firmando un meritorio quite con la capa a la espalda. Con la muleta, comenzó su trasteo en los medios, con la diestra, en series ligadas, pero lo mejor de su faena sucedió cuando toreó al ralentí al natural. Acabó por manoletinas y un pinchazo, antes de la estocada desprendida, y dio paso a la primera oreja de la matinal.

Si en su lote cayó el novillo más notable de la tarde, el primero, sorteó en cuarto lugar un astado deslucido, andarín de salida, a lo que además se unió que la brisa marinera de San Javier durante la lidia de ese cuarto se tornó en ventolera muy incómoda para manejar las telas. Superó esos inconvenientes y, de nuevo con la mano zurda, demostró oficio y temple, y consiguió meter en la canasta al bovino sevillano. Muy por encima el coletudo de su oponente, arriesgó en las bernadinas del cierre. Enterró la tizona al primer intento, pero cayó algo tendida y trasera, por lo que tardó en doblar el zaíno. Esta vez el fallo vino con el verduguillo. Pese a ello recogió la oreja.

Soltó nervios Ramón Serrano al abrirse de capa. Derribó de forma espectacular a la cabalgadura el castaño de Rocío de la Cámara. Brindó a su peña y se plantó en el centro del anillo para darle fiesta al inicio de faena con un ajustado pase cambiado. Aprovechó los buenos inicios del astado por pitón derecho y se vio en dificultades con la zurda, con un novillo que se acostó y se metió por dentro de ese pitón. La garra del novillero quedó patente con el estoconazo que puso fin a su primera intervención. Ese volapié fue propicio para que paseara. las dos orejas. Otras dos consiguió del quinto, un interesante novillo. Gachito, pero con volumen, puso a prueba al de San Javier. Faena aguerrida fue la de Serrano. Amparado en la contra querencia de los fuertes vientos, sacó tandas en las que dejó la muleta para ligar y enganchó con la grada. Es lo que tiene el toreo cuando se liga, que deviene en emoción. Para matar se decidió por entrar en la suerte de recibir, y como el astado rodó de forma espectacular, pese a que quedó caído el estoque, redondeó con un triunfo de cuatro orejas la presentación ante sus paisanos.

El tercero de la terna fue el abulense Daniel Barbero. Recibió al colorado que hizo tercero con la larga cambiada. Brindó al público, y el burel careció de repetición, por lo que tuvo que tirar del astado, lo que hizo con largura y buenas maneras, en muletazos de a uno. Culminó con una estocada entera, y a su esportón fue a parar una oreja. Otra obtuvo del toro que cerró plaza, fruto del tesón puesto por el diestro, lo que le permitió salir a hombros junto a sus compañeros.