Su paquete de Amazon
ESPEJISMOS ·
Al calor de la pandemia su curva de ventas ha subido como las infecciones, pero todas esas compras tienen un lado oscuro: la cuesta abajo del pequeño comercioHay una forma de convertir a un librero, y mira que somos gente tranquila, en un diablo de Tasmania, en un guerrero mongol, en una Masa. Solo hace falta mentarnos una palabra, seis letricas: Amazon. Amazon, amigas y amigos, es el Mal. Sí, ya, que pides y te llega enseguida, 'oquei'. Pero permitidme que insista. Amazon, amigas y amigos, es el Mal. Al calor de la pandemia su curva de ventas ha subido como la de las infecciones, pero todas esas compras tienen un lado oscuro: la cuesta abajo del pequeño comercio.
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Cuando Amazon consigue cerrar una parte significativa de las librerías de un territorio, cuando su posición en el mercado del libro es casi monopolística, viene la segunda parte: apretar los tornillos a distribuidoras y editoriales y quedarse con hasta el 80% (sí, he dicho 80%) de lo que paga el cliente final. Empiezan entonces los cierres de casas editoras independientes y otros agentes del mundo del libro, decaen las redes de difusión y fomento de la lectura, los encuentros con autores, el periodismo sobre libros y la industria editorial en general, de la que Amazon no se ocupa pero que solo en España mueve 2.420,64 millones de euros al año y da empleo a más de 30.000 personas. Preguntadle a cualquiera de esas treinta mil personas, a cualquier librero, editor, distribuidor, que os dirá lo mismo que yo: Amazon, amigas y amigos, es el Mal. Amazon es a la cultura de un país lo que Alien a la tripulación del Nostromo.
No solo es la industria del libro la que se está viendo amenazada por el bicho: el auge de Amazon es la muerte del pequeño comercio en general, el cierre de miles de establecimientos de proximidad y la cola del paro para decenas de miles de trabajadores, mientras el grueso de los beneficios (y por tanto, de la tributación) del negocio europeo del gigante digital va a parar a su sede en el paraíso fiscal de Luxemburgo, que mantiene opaco el volumen real de sus ingresos. La Comisión Europea litiga en estos momentos contra la compañía por elusión de impuestos correspondientes a tres cuartas partes de sus beneficios reales. Realmente hay pocas cosas tan dañinas para la cultura, el empleo, la economía y el presupuesto de un país como la implantación de Amazon en el territorio, que en estadios más avanzados es capaz hasta de degradar la geografía urbana nacional, cerrando las calles comerciales y empobreciendo y marginalizando sus entornos. Uno de los primeros estudios sobre este fenómeno, realizado en Lexington, Carolina del Sur, ha demostrado que los trabajadores industriales de las zonas en que se implanta un centro logístico de Amazon ven reducirse sus salarios un 30% en solo cinco años.
Martínez Vidal y Javier Celdrán
Se puede alegar que Amazon 'crea empleo'. En realidad, si por algo ha llegado la empresa de Jeff Bezos al lugar que ahora ocupa es por todo lo contrario: Amazon es extremadamente eficiente tanto en eliminar empleos como en impedir la sindicalización de los que le son ineludibles. Un buen número de países, entre los que se encuentran Francia, Reino Unido, Hungría, Italia, Corea del Sur, India o Nueva Zelanda (y ahora España), aplican ya o están desarrollando la imposición de una tasa especial contra estas prácticas, mientras que una red de ciudades, con París y Barcelona a la cabeza, han suscrito un acuerdo para fomentar el comercio local y disuadir a sus ciudadanos de comprar en Amazon.
«Amazon es a la cultura de un país lo que Alien a la tripulación del Nostromo»
¿Y en Murcia? Tal vez, paseando por la calle, hayáis visto algún material de una campaña reciente del Gobierno Regional para 'devolver la sonrisa al comercio' en el año de la catástrofe. La cartelería, que incorpora el color y el logo de Amazon en una especie de guiño irónico cuyo sentido se me escapa (mirad sonriacomercio.com y me explicais), trata de enviar un mensaje de ánimo al comercio local, un 'estamos con vosotros'. Lástima que un vistacillo rápido al Twitter de consejeros como Martínez Vidal –tan orgullosa ella de haber traído el centro logístico de Amazon a Corvera– o Javier Celdrán –indignadísimo por la 'tasa Google'– se lleve nuestro entusiasmo a un lugar lejano. Hasta Luxemburgo. Y más allá.
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Hace unos meses, además, recibí un mensaje del IES público de mi churumbel con publicidad de Amazon, animándome a comprar allí y a participar en no sé qué campaña de propaganda. Cuando volví en mí después de un buen rato en modo diablo de Tasmania me pregunté qué significan todas esas banderitas, en las cuentas de Twitter de mis consejeros. De qué hablan cuando hablan –y hablan todo el rato de lo mismo–, de defender a España, su empleo, su comercio, su medio ambiente, su industria, su cultura, su ¡din dón! ¿Quién es? Su paquete de Amazon.
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