Del soul rock al cielo
Festival de Jazz de San Javier ·
La pegada musical de Vintage Trouble subió la energía tras un concierto algo insípido de Chano DomínguezBlanco y negro. De sobria oscuridad se vistió el pianista Chano Domínguez con ese uniforme ausente de color que otorga toda la potestad al valor de la música fugaz, al vuelo efímero de sus manos. Como nevado apareció Ty Taylor poco después, en el segundo concierto de la noche en San Javier, para levantar al auditorio hasta la luna, que apareció pletórica y vestida a juego con el cantante y actor de Pittsburgh. Cara y cruz de la propuesta de Jazz San Javier.
El pianista gaditano se propuso 'chanear' a Tete Montoliú con dos de los músicos fijos del pianista y compositor catalán, el contrabajista argentino Horacio Fumero y el batería David Xirgu. Lo conocían bien y lo invocaron en un par de composiciones propias del músico invidente, que fue el primero del jazz español en trascender fuera de las fronteras.
Un blues de Tete se convirtió en su mejor homenaje, con un solo austero de contrabajo y una estampida final de ese piano siempre creativo y atemporal de Chano. Antes había viajado por los diálogos que dejó Monk, muy poco evidentes para el título de 'Evidence', y a través del swing 'hot' de ritmo más callejero de 'I mean you'.
La incorporación de Carme Canela, cantante con larga experiencia, no aportó la chispa esperada. Salvo algunas incursiones siempre brillantes de Chano, porque es un viaje sanador embarcarse en sus manos por ese lirismo vitalista y sereno del andaluz, que acaba de mostrar de nuevo su genio con 'Chabem', el último álbum que te hace amar el jazz abierto e intuitivo, y más aún al mandolinista Hamilton de Holanda y el duende brasileño de Rubem Dantas. No fue ese el alma de la noche.
De lo que sí pudo sacar brillo la cantante fue del delicado medley de 'Aquellas pequeñas cosas' y 'Paraules d'amor' en honor a otro gigante catalán. Con una versión olvidable del clásico de los cuarenta 'On Green Dolphin street', se despidieron los de Chano para dar paso a la voltereta de la madrugada. «¡Turn the heat up!», repitió el cantante hasta que logró la devoción general, como el predicador del góspel que demostró ser en mitad de un recital de hard rock. Con un batería y un guitarrista más del credo de ZZ Top que de otro dios, el showman jugaba a ser James Brown, Stevie Wonder y Eric Burdon. Todos y ninguno.
Que Ty Taylor, actor en Broadway, cantante con Eric Clapton y Tina Turner, literalmente aulló a la luna llena es un hecho del que fueron testigos los casi 1.500 espectadores del auditorio. Y también que hizo bramar a todos como a una gran manada de lobos a medianoche en una cacería insomne por las migajas de fiesta que nos dejan depredadores mayores, desde el virus cabrío al reptil de la inflación.
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