Diego Cantero: «Será como el primer beso, esa sensación especial de novedad»

Hay varios indicadores para definir la popularidad de un artista. Con las ventas de discos en desuso, las plaformas digitales son un buen punto de aproximación: los visionados en YouTube, las escuchas en Spotify... Pero a la hora de la verdad, cuando de rascarse el bolsillo se trata, no hay mejor guía que la del poder de convocatoria. También aquí los artistas van superando hitos, con Madrid siempre en el horizonte. La sala Joy Eslava es el primer escalón, La Riviera ya anuncia el ascenso a primera y el WiZink Center –antes Palacio de los Deportes– es el espacio de unos pocos elegidos, tanto como el lugar donde Funambulista, el proyecto personal del molinense Diego Cantero, defendió su propuesta en su última visita a la capital. Mañana viernes ofrecerá el primer directo de su gira en solitario, dentro del ciclo de conciertos 'Murcia ON' (Plaza de Toros, 22 horas, 25 euros).

«Durante el confinamiento sueñas con volver con todo el público ahí delante, saltando y abrazándose, pero la realidad siempre es distinta a lo que uno imagina. Va a ser extraño, pero hay tantas ganas que creo que va a ser un poco como en las primeras veces, como el primer beso, como el primer amor, esa sensación tan especial de la novedad. Me temo que va a haber que mantener la compostura y tratar de contener la lágrima más de una vez, porque somos seres emocionales. Va a ser un concierto muy libre y las emociones van a estar a flor de piel», señala Cantero.

Aunque últimamente se hiciera acompañar por una nutrida banda, el acústico no es un formato ajeno para un Funambulista que en sus primeros pasos, a comienzos de la pasada década y siendo apenas un adolescente, asombró especialmente por su capacidad para transmitir emociones, proclamándose vencedor de todos los certámenes en juego: Villa de Molina, CreaMurcia, Murcia Joven y la muestra nacional Cantigas de Mayo. ¿Vuelta a los orígenes? «El formato acústico es con el que empecé. Cierto es que los recintos son distintos y la experiencia también, pero hay algo en común: cuando empezaba tenía que ganarme al público desde cero y ahora el vértigo viene de que intuyo cómo serán los conciertos pero no me lo consigo imaginar del todo. Tengo esa presión de los inicios, de estar a la altura, lo que de algún modo me retrotrae a aquella época cuando todo era una novedad y uno tenía que resolver sobre la marcha». «Cuando eres adolescente –concluye Diego– eres libre por narices, cuando creces tienes que ejercitar esa libertad».