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Cristina del Valle y Alberto Comesaña son Amistades Peligrosas.
Amistades Peligrosas: «Estamos abocados a vivir de la nostalgia»

Amistades Peligrosas: «Estamos abocados a vivir de la nostalgia»

Cristina del Valle y Alberto Comesaña regresan a los escenarios para celebrar su 30 aniversario con un nuevo tema y recopilatorio bajo el brazo

Iker Cortés

Madrid

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Domingo, 16 de mayo 2021, 00:22

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'Estoy por ti', 'Me haces tanto bien', 'Africanos en Madrid', 'Me quedaré solo'... Son muchas las canciones de Amistades Peligrosas que quedaron grabadas a fuego en quienes vivieron los felices noventa. La imposible mezcla de erotismo, sensualidad y canción social alcanzó el cénit de su éxito justo cuando la pareja estaba en su peor momento. Tras años de desencuentros, Cristina del Valle y Alberto Comesaña parecen haber enterrado el hacha de guerra. Lo han hecho con una nueva canción titulada 'Alto el fuego', un recopilatorio de grandes éxitos y una extensa gira por España y Latinoamérica que arrancará el 25 de junio en el madrileño teatro Rialto. Eso sí, quede claro que esto solo es un armisticio. Cristina y Alberto se lanzan pullitas como si no hubiera pasado el tiempo, demostrando que donde hubo fuego aún quedan brasas.

-¿Cómo se fraguó el regreso? Contadme la versión larga.

-Alberto Comesaña: Entonces pregúntale a Cristina que te lo da por entregas (ríe).

-Cristina del Valle: Teníamos la versión aséptica de Alberto, la versión romántica de Del valle y ahora la versión larga (ríe). Creo que la mejor manera de explicarlo es copiar la letra de 'Alto el fuego' porque cuenta lo que fue nuestro reencuentro durante esta pandemia. Amistades Peligrosas tenía que salir en el momento más peligroso. Con la desescalada, estábamos todos locos por esa vacuna emocional qué es la música y fuimos a ver a Mastodonte, que es un grupo que todos adoramos. Los músicos, que eran amigos nuestros, llamaron a Alberto por un lado y a mí por el otro y conspiraron para que nos encontráramos allí en Ifema. Nos sentamos y no paramos de hablar. Estuvimos hasta las 3 de la mañana y los amigos alucinaron. Ahí empezamos un poco a vomitar todo lo que fue el dolor, lo positivo, lo negativo, las dudas, las malas interpretaciones, los sueños y deseos de la propuesta que yo le hice Alberto de celebrar este 30 aniversario por nosotros, porque los dos nos lo merecíamos, y por los fans también. A partir de ahí empezamos a fraguar en el silencio de la pandemia, en la distancia, pero en el contacto diario, casi todo lo que va a ser este 30 aniversario, cociéndolo, cocinándolo, llenándolo de amor, de compresión, de empatía, de reconciliación y de recuperación de muchas cosas que habíamos vivido juntos. En definitiva, en volver a ser amigos.

-¿Alguien tuvo que pedir perdón?

-A: Cristina no le pide perdón ni a Dios. Ni cuando se va a confesar, que el cura le pone penitencia y ella le dice: «Esa la haces tu, yo no la hago».

-C: Comesaña no le pide perdón ni a San Pedro. Yo dejé de confesarme a los 9 años, le dije al cura nunca más y ya nunca más (ríe).

-A: Lo de pedir perdón no es algo muy nuestro. Más que pedir perdón, es exponer lo que cada uno entendía que el otro había hecho mal, el otra, a su vez, intentaba justificar y ahí se queda. Por eso es un alto el fuego, es un armisticio, es un poco destensar como lo que ocurre entre Corea del Norte y Corea del Sur, hay una zona sin militarizar que es el paralelo 53, y ahí nos vamos entendiendo. Cristina sigue siendo como es y nadie la va a cambiar y yo espero que nadie me cambie.

-¿Cómo se gesta la canción?

-A: Yo la guardaba en el cajón y tenía una letra completamente distinta, hiper pornográfica, lo más fuerte que había hecho en mi vida. Se la presente al jefe de la discográfica y me la rechazó porque era políticamente muy incorrecta. Luego cuando resurgió la historia de hacer un tema nuevo, escribí en una noche la letra. Sabía que era muy fuerte, se la mandé a Cristina. No me contestaba y pensé: «Mal empezamos». Pero por la noche me contestó y me dijo que le había gustado mucho y que estaba dispuesta a grabarla.

Vídeo. 'Alto el fuego', el nuevo tema del grupo.

-El regreso coincide con el de Ella Baila Sola, ¿crece la nostalgia por los noventa?

-A: Se nota de un tiempo a esta parte. De hecho en la explosión de festivales noventeros, en los que yo he participado y hasta he creado alguno, hay mucho de nostalgia. Desde la desaparición de las discográficas y con el gratis total, la música ha cambiado completamente el sistema de promoción. Ahora es muy complicado fabricar singles cómo se hacía antes. El reguetón lo ha inundado todo, pero sí que hay un público que echa de menos ese tipo de música o esa forma de hacer música de los ochenta y de los noventa. Es un público al que no le satisface ni el trap ni el reguetón y echa de menos lo que hacemos nosotros.

-C: Comparto lo que dice Alberto y añado que las leyes de mercado han atravesado la cultura y la han dañado. Ahora se hace un producto muy dirigido, no hay la diversidad que había en los ochenta o en los noventa, décadas en las que además había muchos espacios para poder difundir la música a través de la televisión, de la radio... Las salas de concierto que se han ido esquilmando y desapareciendo y se ha quedado un modelo musical uniformado, dirigido a la gente muy joven, totalmente estereotipado, con artistas que se fabrican, muy concretos, incluso en los medios. Y claro hay gente que tiene una edad y una madurez a la que estos artistas no le aportan nada. Nosotros y otros artistas de nuestra generación, venimos con un bagaje y una carrera muy currada en los locales ensayo, en los escenarios. No es casual tener una carrera de 30 años, tiene que ver con el poso que has dejado en la memoria emocional de la gente, con tu bagaje, con toda tu vida, porque la música se construye desde el dolor. La mayoría de las de las composiciones de Alberto son hechas desde el conflicto, el dolor. En la vida hay que sufrir, tener experiencias para poder contarlas y yo creo que esa es la riqueza y en nuestro caso además somos un grupo absolutamente personal y la personalidad de la identidad propia es lo que define a un grupo. Esa una uniformidad supone que la gente a partir de los 30 no tenga grupos con los que se identifique.

-Regresan en un momento en el que la incertidumbre sigue siendo alta con respecto a los conciertos en directo. ¿Hubo idea de retrasarlo hasta que la normalidad fuera más normal?

-A: Es que Cristina es de las que no le tiene miedo a nada. Yo sí era partidario de llevar las cosas con calma porque todavía hay una incertidumbre enorme, sobre todo donde nosotros vivimos qué es de lo de los ayuntamientos y de las fiestas populares y eso todavía está en el aire y creo que va a depender de cada comunidad autónoma. Unas lo prohibirán, otras lo autorizaran, otras dirán que en recintos abiertos y con distancia de seguridad. Lo que creo que es que no va a haber nadie que se tire a hacer una fiesta como las de antes, con los churros por aquí y los coches de choque por allá. Pero te puedo contar una anécdota de Cristina. Yo era partidario de que la noticia de la vuelta de Amistades Peligrosas se diera cuando se hubiera hecho el disco y Cristina, con su bulle bulle en la cabeza, que no para, ya por el mes de junio pactamos un día x de diciembre para dar la noticia de la vuelta. No solo contenta con eso, me recordaba a los almonteños del Rocío que se ponen todo nerviosos el día anterior al salto de la valla. Pues Cristina ya estaba dando la primicia por ahí. Desde el 20 de junio llevamos un poco fabricando esta vuelta y manteniéndola en secreto y para ella mantenerla en secreto seis meses ya era un esfuerzo, pues imagínate un año entero. No hubiera podido aguantar.

-C: Pero yo es que creo en la pasión absoluta y en la valentía y más en los momentos más críticos que creo que es cuando más valiente hay que ser. Los artistas somos aves fénix, vivimos en una montaña rusa de emociones y nuestra vida es desequilibrio total por eso somos el colectivo que más ha sufrido con esta crisis porque no han tenido ayudas, porque no tenemos arropes institucionales y porque vivimos de estar en los escenarios y ha sido el colectivo que ha estado sin trabajar un año y dos meses, con familia y neveras que llenar. Ha sido brutal y durísimo y me parecía importante compartir esto que es tan especial para nosotros en un momento de malas noticias en el que la gente estaba ávida de buenas cosas. Soy de ir a muerte y dejarme la piel en lo que hago.

-¿Por qué entonces la ruptura?

-A: Bueno, cada uno tiene su visión de la historia. La decisión fue unilateral y la tomó Cristina, pero el grupo estaba bastante podrido y la relación muy deteriorada.

-C: Efectivamente, había una crisis en el grupo, pero o tomé la decisión porque mi crecimiento o mi camino iba hacia un mayor compromiso social y quería que el grupo fuera hacia alla. Y había un conflicto: yo estaba en una multinacional, teníamos una manager de primera, nos movíamos en el ámbito comercial y a todo el mundo le espantaba que yo quisiera derivar las cosas hacia algo más social y comprometido y al final decidí que lo más honesto era irme porque veía que no se podía hacer compatible y para mí era vital y necesario.

Vídeo. 'Me quedaré solo'.

-Una pregunta morbosa. ¿Qué pasa ahora con las otras parejas de baile que tuvieron? Amistades Peligrosas siguió funcionando con distintas parejas.

-A: (Ríe) Yo descubrí el otro día que Fernando González, que fue uno de los músicos de Amistades Peligrosas, iba a entrar en Mocedades y vi que ahora hay dos Mocedades coexistiendo por el mundo, como hay tres Panchos y cuatro Inhumanos. Cuando se rompe un grupo, hay un conflicto con la marca. La marca es un bien, es un patrimonio que tiene mucho valor, y es lógico que todo el mundo quiera tener derechos sobre esa marca. Cuando Cristina decidió parar con el grupo, a partir de ahí cada uno inicio su carrera de solista. Yo hice mi disco 'Perversiones', Cristina hizo sus dos discos. Y a la vez empezó la degradación de las compañías discográficas, con lo cual aunque vendimos unas cantidades que ahora mismo serían de disco de oro, en ese momento a mí me dieron la carta de libertad. Y empiezas a aprender a navegar por tus medios. Empiezo a trabajar como presentador en la televisión gallega y como colaborador en la la Cope con José Antonio Abellán. Un día que un empresario gallego que me ofrece a hacer una gira por Galicia. Él tenía orquestas por la comunidad y yo iba a ser el artista invitado y, claro, querían que cantara canciones de Amistades Peligrosas. Así que empecé con María Rúa, que era una cantante excepcional. Obviamente son todo sucedáneos, fakes, tú sabes perfectamente que no es el original pero son métodos de supervivencia. Después de eso le dije a Cristina que me habían contratado para 40 actuaciones pero que si era con ella serían 60 y cobrando tres veces más. Y ahí sí que hubo reunión, que fue 'La larga espera', en 2003. Otra vez nos volvimos a separar, cada uno a reiniciar su camino. Yo hice esa historia experimental, de monólogos con bases chill out. Hice teatros pero al final siempre cantaba algo de Amistades Peligrosas. De pronto cantaba 'Me haces tanto bien' y la gente se volvia loca, luego el 'Me quedaré solo' y con el 'Estoy por ti' la gente ya desvariaba. Al final descubres que tu potencial es ese. Organizamos un festival noventero con gente de inhumanos y Tenesee y volví a cantar las canciones de Amistades Peligrosas, así que esta vez subí con Yolanda Yone. Es una mujer excelente, no tiene nada que ver con Cristina. De hecho, tuve que cambiar toda la filosofía del espectáculo porque Yolanda es como inalcanzable, intocable, muy fría. Son sucedáneos que te vas inventando por una cuestión de supervivencia.

-C: En mi caso, saqué dos discos y creé la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género. Estuve como 18 años recorriendo el mundo entero, bajo guerras ocupaciones... Denunciando la violencia, trabajando en momentos muy concretos sociales y políticos, apoyando los movimientos de mujeres en lugares del mundo de lo más variopintos. Estuvimos en Irak, en Sáhara, en Guatemala, en Ciudad Juárez, en El Cairo... Se trataba de recorrer el mundo con la música para recuperar la esencia de subir a un escenario cuando estaban hablando las bombas y hablar de paz o ponerte delante de un muro a tocar para que los niños en vez de pintar un arma o su casa derruida, pinten una guitarra o un violín. Tenía una necesidad vital de crecer como persona, cambiar la palabra éxito, entendida como reconocimiento. Luego creo un espectáculo que se llamaba 'Ellas dan la nota', con el fin de hacer un mapa en cada escenari donde vamos de la situación de las mujeres en el mundo. Después ya volví a Amistades Peligrosas primero con Manu Garzón y después con Marcos Rodríguez. Manu es un ser humano maravilloso que tuvo un problema familiar, una situación muy delicada, y que tuvo que dejar Amistades Peligrosas. Mantengo una relación excelente con él y hace poco, cuando se enteró de que volvíamos, nos escribió para decirme: «Cris, esto sí es Amistades. No sabes cuanto me alegro. Dale un abrazo enorme a Alberto. Os deseo lo mejor». Marcos Rodríguez era un gran artista también, pero él tiene su proyecto y se ha propuesto sacarlo adelante. Y yo ya tenía en mente el 30 aniversario. Mi sueño, mi alma y mi todo caminaba hacia eso, volver al origen y a la esencia de lsa cosas.

-Y ahora que han vuelto, ¿sigue la chispa ahí?

-C: Vamos, yo creo que ni nosotros mismos somos conscientes. Nos pasó en la televisión que hicimos en Galicia hace ya meses. Creo que para los dos fue súper emocionante, la sensación es como volver a tu casa. Es tu esencia y es como cuando llevas mucho tiempo fuera y vuelves a casa y está todo a tu gusto.

-A: Mira, a nivel escenario, nosotros ensayamos realmente muy poco, igual que cuando nos metemos en el estudio, no lo llevamos muy preparado de casa sino que surge una cosa que nos dimos cuenta desde el 'Estoy por ti'. Esa conexión entre las voces sucede de una forma muy natural, igual que a la hora de subirse al escenario. Nos hemos subido al escenario enfadados, de decirnos: «Me voy de aquí y no me vuelves a ver el pelo» y luego la gente dice: «Jode, qué actuación, qué química». No lo entiendo pero sucede y el otro día en la televisión de Galicia pasó prácticamente lo mismo. Hay una química muy particular. Luego hay una cosa que a mí también me gusta mucho sobre la vuelta al trabajo. Cristina y yo pensamos completamente distinto en muchísimas cosas de la vida, de la política, de la sociedad, de cómo plantear todo y yo juego a eso. Si ella dice que hay que apostar por un modelo de sociedad, yo por todo lo contrario y con naturalidad. Creo que hay que empezar a ver al que piensa distinto a ti no como a un enemigo sino como alguien que te da otra visión de la vida porque e la vida no es ni blanco ni negro. Todos tenemos mucho que aprender de los demás.

-En la nueva canción, 'Alto el fuego', subyace también la idea de no haber disfrutado del éxito. ¿Qué lo impedía?

-A: Pido hablar primero (risas). Una de las cosas buenas y malas que tiene Cris es que es muy ambiciosa y muy perfeccionista. Yo soy bastante más conformista. El día que conseguimos nuestro primer disco de oro, para mí aquello era un sueño hecho realidad. Pues bien, Cristina en esa comida estaba tensa, diciendo que ahora teníamos que ir a por los 100.000. No diría que eso me provocaba frustración pero hombre, déjame disfrutarlo un poco. Es como el que quiere ganar la liga y todavía tiene que ganar el partido siguiente. Luego, nuestra relación personal era muy dura y muy intensa, 24 horas al día conviviendo, no teníamos nuestro espacio y me costaba mucho disfrutar del éxito qué vivíamos. Era como esa soledad del que está en la habitación del hotel. De cara al exterior podíamos ser la envidia, parecíamos una pareja de éxito, que todo era maravilloso, pero no lo era.

-C: Durante la presentación de la canción, Alberto dijo una cosa muy interesante y es que cuando estás viviendo ese proceso, el sueño de conseguir el éxito entendido como el reconocimiento a todo un trabajo, no tienes la capacidad de estar en el tiempo presente y es verdad no hay consciencia y eso impide el disfrute porque estás como una vorágine que no deja fluir la parte de disfrute porque estás en una rueda. Yo recuerdo que iba en el coche llorando muchas veces a un concierto cuando tenía que estar feliz. Luego, la ambición a la que Alberto se refiere es la que tendría un deportista compitiendo yo busco la excelencia en todo. No es la ambición por el poder o a parte económica, pero sí el retarme a mí misma a sacar lo mejor de mí misma. Esa mentalidad competitiva es el estímulo que tú hace que tú vayas creciendo.

-A: Es que la vorágine en la que te metes cuando algo tiene éxito es brutal. Recuerdo campañas de promoción que no saboreaba lo que estaba haciendo. Era un auténtico coñazo y un horror, te llevan de aquí para allí, ya no sabes en qué provincia estás, actúas durante 22 días seguidos, actúas enfermo, Cris muchas veces sin voz. La gente dice: «Se lo están llevando muerto» y sí, ganas dinero, pero también te cuesta la salud.

-¿Habrá nuevas canciones o un disco con composiciones nuevas?

-A: Sinceramente, tal y como está el panorama musical... Para mí escribir canciones es como traer hijos al mundo. ¿Cómo voy a traer hijos al mundo con la que está cayendo? Si todo fuera como fluía en los 90... Para mí componer es uno de los placeres más grandes que hay, encerrarte en tu cuarto empezar a jugar, con las palabras pero tal y como está el tema a mí me cuesta horrores. Realmente el sentido del 30 aniversario para mí es hacer una muy buena gira en España y en Latinoamérica que creo que se la debemos a los americanos y nos lo debemos a nosotros. Y luego estaría bien hacer un documental o un libro, que podamos contar esa historia que contamos día a día en las entrevistas, como ha hecho Héroes del Silencio, con imágenes inéditas, donde la gente cuenta la verdad de las cosas, sin tapujos. No hay nada malo en contar cómo sucedieron las cosas para que la gente realmente entienda la pregunta que yo planteo que es cómo un grupo de éxito se separa pues porque pasaba esto, esto y esto.

-En Amistades Peligrosas siempre hubo alta tensión y erotismo sobre el escenario. ¿Eso va a seguir siendo así?

-C: Es que nosotros cuando actuamos, no pensamos. Lo curioso es que no es buscado. Si me acerco de forma sugerente a Alberto, la gente lo percibe de esa manera. De pronto ni nos hablábamos, subíamos al escenario y la gente soltaba: «Están superenamorados». No sé por qué transmitimos cosas que nosotros no somos conscientes de ellas. Alberto me parece un animal de escenario. Hay gente que puede cantar fenomenal, ser muy mono, pero cuando tú ves a un artista es cuando ves a una persona que te está transmitiendo el carisma y eso no se fabrica. Nosotros tenemos esa historia. Yo parezco mucho más joven, más aniñada, y Alberto es como un tipo con mucha planta, genera un rollo muy elegante. Tenemos una sensualidad natural, pero nunca nos hemos metido mano en el escenario...

Vídeo. 'Estoy por ti'.

-La otra pata sobre la que se asienta el proyecto eran las canciones sociales. ¿Se puede cambiar el mundo con ellas?

-A: Ahí tenemos dos visiones totalmente opuestas. Las canciones sirven para cambiar el mundo. Hay muchas canciones que se han convertido en himnos, canciones como La Marsellesa, que es un himno de guerra y te incita a levantarte, puede iniciar una revolución. Y en nuestro caso, por ejemplo, yo creo que 'Africanos en Madrid' es una canción que ayudó a cambiar el mundo, es una canción alegre con un ritmo ágil comercial. Es ahí en lo que discrepo con respeto de Cristina. Ella valoraba el mensaje por encima de la comercialidad de la canción y para mí la canción, en primer lugar, tiene que ser una muy buena canción y luego ya lo que cuente pues bueno si cuenta una historia bonita, creíble, mejor. Eso sí, yo la canción social por la canción social al estilo cantautor de los años 70 que nos castigaba con mensajes, pues no porque había cada truño. Una canción con la que los dos estuvimos muy de acuerdo fue 'La larga espera', en la que hicimos todo lo posible para ayudar al pueblo saharaui. Creo que es una causa que no es ni de izquierdas ni de derechas, es una causa de la justicia social.

-C: Las canciones creo que tienen que tener un mensaje. Creo que el artista tiene una situación de empoderamiento y de poder público que de alguna manera tiene que ponerlo al servicio del mundo en el que estamos. Yo no quiero irme de este mundo sin haber sentido que he hecho algo para cambiar las cosas y más cuándo vienes con heridas, como es mi caso en el tema de la violencia a las mujeres en el hogar. 'Africanos en Madrid' no solo era una canción social sino que es un mapa para para mirar y revisar dónde estábamos hace 30 años y cómo hemos ido hacia la deshumanización total y hacia una Europa absolutamente racista, que se ha blindado junto con las mafias y ha dejado morir a miles de seres humanos en un mar que era el amor de la empatía de la solidaridad de la igualdad. En 'Eloi Eloi' defendíamos el derecho a la eutanasia, que está más vigente que nunca, en 'Lágrimas de metal', el derecho al aborto... Amistades Peligrosas sigue siendo un grupo de vanguardia.

Vídeo. 'Africanos en Madrid'

-O sea, el africano de la canción está aún peor que hace treinta años.

-A: Lo que dice Cristina es verdad. Europa se blinda, nos hemos olvidado de que los europeos nos hemos tenido que ir de aquí en muchas ocasiones y sí es verdad que a todos nos angustia lo de que vienen a robarme el trabajo, pero es mentira no vienen a robar al trabajo porque los trabajos que están haciendo nadie los quiere hacer. Es un discurso falaz.

-C: Ha empeorado todo mucho y se resume en dos cuestiones. En primer lugar, en el hecho de que en nuestras instituciones estén partidos que defiendan el discurso del odio. Los derechos humanos tienen que ser el límite en cualquier aspecto y que este discurso haya calado en la calle y que pueda ser políticamente correcto decir que ser africano o de otro lugar conlleva el que uno pueda ser maltratado, vilipendiado y demonizado, me parece terrible. El otro aspecto es la criminalización de los gobiernos a las organizaciones civiles que le sacan las vergüenzas, como ocurrió con Open Arms.

-Han pasado 30 años, ¿cómo ven la industria musical ahora?

-A: Yo estoy como en esas películas en las que un astronauta sale al espacio y vuelve y todo ha cambiado muchísimo. La industria discográfica que yo conocí no tiene nada que ver con lo de ahora, ni la forma de promocionar un disco, ni las emisoras de radio son lo que eran. Antes las emisoras disfrutaban fabricando éxitos. Lo más apasionante para ellas era la maqueta del grupo recién salida del local de ensayo. No había redes sociales pero la gente compartía y se transmitía todo lo que encontraba. Ahora mismo nosotros estamos abocados a vivir, desgraciadamente, de la nostalgia, lo queramos o no, pero las compañías te valoran por las escuchas en Spotify en YouTube o por cuántos seguidores tienes en las redes sociales. Yo cada vez estoy más en contra de las redes sociales, Cristina es todo lo contrario. A mí me produce urticaria esa dependencia que existe con el usuario. Soy más de la época de los 60, donde el artista estaba entre lo mítico y lo inalcanzable. Ahora es casi el vecino o el compañero de piso. Pasa también con el vestuario. Hay una moda de salir recién levantado a lo Estopa, Jarabe de Palo y La Oreja de Van Gogh. Yo soy más del glam, de vestirse y maquillarse para ser alguien distinto.

-C: Como ves lo bueno es que nos compenetramos totalmente porque las diferencias hacen que los dos sumemos. Alberto es más ermitaño, de encerrarse para crear, a mí me gusta socializar, estar en contacto con todo el mundo y todo suma.

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