Toda su escolta fue asesinada en nombre de la revolución. El 9 de mayo, tras un pulso al Estado y la retransmisión de la agonía psicológica de Moro, los terroristas acribillaron su cuerpo en el maletero de un Renault 4. LR

El caso Moro, a pesar de Sciascia y Bellocchio

Los siglos pasan por Roma pero no su relación oscura con el poder. Las Brigadas Rojas secuestraron al 'onorevole' el 16 de marzo de 1978. El asalto de Via Fani se saldó con su rapto y cinco cuerpos ensangrentados

Sábado, 18 de febrero 2023, 07:40

Vuelve el caso Moro, cuarenta y cinco años después de que el cuerpo del presidente de la Democracia Cristiana fuera hallado en via Michelangelo Caetani, ... a pocos pasos de donde acuchillaron a César. Los siglos pasan por Roma pero no su relación oscura con el poder. Las Brigadas Rojas secuestraron al 'onorevole' el 16 de marzo de 1978. El asalto de Via Fani se saldó con su rapto, pero conviene no olvidar que en el decorado de terror cinco cuerpos yacían ensangrentados cuando llegaron las cámaras fotográficas. Toda su escolta fue asesinada en nombre de la revolución. El 9 de mayo, tras un pulso al Estado y la retransmisión de la agonía psicológica de Moro, los terroristas acribillaron su cuerpo en el maletero de un Renault 4.

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Parece que las nuevas generaciones han descubierto estas últimas semanas qué sucedió en aquel año infame de la mano de la serie de Marco Bellocchio, 'Esterno notte', que narra desde diferentes puntos de vista la pasión de Moro, como un mártir del Estado italiano. La serie sigue el relato de Leonardo Sciascia, diputado del Partido Radical aquellos días y encargado de redactar las conclusiones de la Comisión de Investigación Parlamentaria del caso. La serie, como producto a posteriori, toma partido con una visión moral del secuestro que culpabiliza no tanto a los terroristas, sino a los compañeros políticos de Moro, quienes no hicieron nada para salvarlo. Sciascia, con más elegancia, menos radicalidad, pero con la misma ambigüedad, también cae en la trampa ideológica de culpar a la Democracia Cristiana del secuestro y asesinato.

Sciascia cita mucho a Pasolini al hablar de Moro, y rescata una frase del cineasta para vertebrar su libro, El caso Moro, reeditado por Tusquets: «Él era el menos implicado de todos». Se entiende que, dentro del enturbiado panorama político del centro derecha italiano, el sacrificado Moro representaba el menos malo, al que se le podía aplicar aún cierta pátina de inocencia. No cita Sciascia, sin embargo, otra gran frase de Pasolini sobre las protestas estudiantiles durante el Mayo del 68, cuando se identificaba con los policías que apaciguaban las protestas, en lugar de con los burgueses, adoquín en mano. «Ellos son los verdaderos hijos de los pobres». Este hecho no fue tenido en cuenta por las Brigadas Rojas al asesinar a cinco proletarios que trabajaban en la seguridad del político. Y en el relato de Sciascia pasa desapercibido. ¡Cinco hombres inocentes cuyo sacrificio no evitó el secuestro de Moro!

En el centro del debate, y esto es lo interesante del caso, está la legitimidad del Estado para negociar con terroristas

No es un secreto que el llamado Compromesso Storico, pacto por el cual los comunistas sostendrían el gobierno de la Democracia Cristiana, era un proyecto personal de Aldo Moro. Es notorio que muchos compañeros del partido, entre los que se encontraba Giulio Andreotti, respiraban azufre al ver apoyada su espalda en diputados comunistas a la voz de Berlinguer. Todo eso es asumible, como que Andreotti ha sido uno de los políticos más intrigantes de la historia de la República italiana, el hombre que sobrevivió a todo, a todos, como bien retrata Sorrentino en su magistral 'Il Divo'. Pero sostener con un relato parcial que Andreotti y Cossiga fueron partícipes del asesinato de Moro es ruin, falso y en todo punto blanqueador de las Brigadas Rojas.

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Un Estado legítimo

Porque en el centro del debate, y esto es lo interesante del caso Moro, está la legitimidad del Estado para negociar con terroristas. Durante los dos meses de cautiverio, Moro escribió numerosas cartas dolorosas en las que suplicaba a su compañeros de partido que negociasen un intercambio de prisioneros, aceptando el discurso de las Brigadas Rojas, como si Italia estuviese en guerra. Pero no había una guerra, sino un grupo terrorista que intentaba imponer una visión del mundo horrenda, basada en el estalinismo como forma de vida. Es lógico que Moro, camino del patíbulo, reprochase a sus compañeros la falta de movimientos para salvarlo, pero estaremos de acuerdo en que un Estado sólido no puede otorgar beneficios a terroristas, por mucho que Aldo Moro sea el primero de los italianos. Se ha acusado a Italia de ser un Estado fallido en muchos casos, pero precisamente en el caso Moro, por primera vez se comportó como un Estado legítimo, no negociando con terroristas ni cediendo al chantaje. Eso lo sabía el propio Aldo Moro, y por eso se lamentaba amargamente.

Es por eso que tanto la serie de Bellochio como el libro de Sciascia me dejan una profunda desazón. No se puede reprochar que la Democracia Cristiana no negociase con las Brigadas Rojas ocultando el dato de que, durante los dos meses que duró el secuestro, el grupo terrorista efectuó al menos veinte atentados más, con víctimas mortales. No parece un tablero muy adecuado para negociar. Ambos autores se olvidan mencionar este detalle, salvo en la cronología anexa al libro.

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Prometer mundos ideales

Tampoco parece de recibo asumir la dialéctica de los terroristas. Sciascia emplea el concepto «cárcel del pueblo» para referirse al zulo en el que estuvo detenido el político. Me molesta el lenguaje aplicado tanto en el libro como en la serie. La aceptación de ciertos hábitos de los terroristas. El asumir que la Democracia Cristiana es la culpable, y no los que aprietan el gatillo, secuestran y se salen del Estado de Derecho para prometer mundo ideales, utopías que como afirmó Octavio Paz, acaban en campos de concentración.

Tanto la serie como el libro parecen hechos para señalar a Giulio Andreotti. La serie evita deliberadamente la visión del maquiavélico estadista, pero el libro va más allá de la omisión. Lo compara con Hernán Cortés quemando las naves en la playa de Veracruz, tras unas declaraciones del político en las que afirmaba no poder aceptar el chantaje, en nombre de las viudas y huérfanos de los escoltas asesinados. Sciascia intuye que ese fue el momento en el que se destruyó cualquier posibilidad de negociación. ¿Pero acaso es lícito que un Estado negocie con una banda armada que ha dejado cinco cadáveres en via Fani? Un Estado corrupto e imperfecto, pero que decidió ser por primera vez un Estado digno. Precisamente en Via Fani, a pesar de Moro.

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Serie de cinco horas y media de duración estrenada en Cannes

En 'Buongiorno, notte' (2003), Marco Bellocchio ya denunció la pasividad de las autoridades italianas durante el secuestro de Aldo Moro en 1978. En 'Esterno notte' ahonda en el rapto y asesinato del entonces líder de la Democracia Cristiana por parte de las Brigadas Rojas. Seis episodios y cinco horas y media de duración. Fue presentada en la sección Cannes Première de la 75 edición del Festival de Cannes en 2022.

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