Mariano de Paco: «Cultivo mi parte femenina; la mimo, la realzo y la pongo en práctica»
«Recibí una llamada de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para proponerme ser consejero. Es absolutamente maravillosa, no deja de sorprenderte nunca»
Dice Mariano de Paco (Murcia, 1972): «Me siento muy joven y el cuerpo me responde». Licenciado en Derecho, doctor en Letras, director de escena, gestor ... cultural, académico fundador y exgerente de la Academia de las Artes Escénicas de España, exdirector asociado del Teatro Círculo de Nueva York, exdirector de gestión de los madrileños Teatros del Canal, exdirector del Festival Clásicos en Alcalá y, actualmente, consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid. Tiene espíritu de enamorado locamente cuando se enamora, de cómico vitalista y de trotamundos entre diferentes pasiones, y lo mismo se podría llegar a entender igual de bien con un espadachín de Lope, que con cualquiera de los dos hijos de 'La muerte de un viajante' (Miller) o de 'Largo viaje hacia la noche' (O'Neill) que, si se tercia, con cualquiera de las mismísimas brujas de Macbeth. Con 50 años tuvo a la tercera de sus hijas, y afirma que la locura habría sido no tenerla.
–¿Queda mucho del niño que usted fue?
–Sí, sobre todo en lo que tiene que ver con su enorme capacidad para ilusionarse, para vivir ilusionado. En cuanto a ilusión, hoy me siento muy cercano a la infancia. Si algo me caracteriza, es precisamente la ilusión que pongo en lo que hago y el profundo convencimiento con el que afronto mis responsabilidades.
–¿Y qué aporta el adulto?
–Analizo los pros y los contras, valoro los contextos y los pongo en relación con la actualidad del mundo, por ejemplo.
–¿Qué ha hecho siempre?
–Observar mucho y con atención. Y hacerlo desde mi infancia me ha venido especialmente bien para mi profesión de director de escena. Siempre me he sentido muy cómodo observando y escuchando.
–¿Qué ha sido una suerte?
–He crecido, feliz, en un ambiente muy familiar y muy cercano a los libros y a la cultura en general. Ambas cosas me han marcado profundamente, y lo cierto es que cada vez soy más familiar y también más feliz. ¿Cómo no serlo, con todo lo bueno que me ha pasado y me está pasando? Empezando por mis padres, que me indujeron a vivir muchas experiencias que han sido importantes en mi vida. Su forma de ver el mundo, así como la profunda preparación intelectual que tienen, mezclada con la humildad y con la enseñanza de que pretender darnos ínfulas extrañas o intentar engañar a la gente sobre lo que somos no te lleva a ningún sitio más que a la frustración, me han marcado de forma decisiva.
–El teatro.
–Tuve con él relación desde muy temprana edad, y pronto supe que no quería ser actor, que quería ser director, aunque también pasé por mi etapa de intérprete.
–¿Una etapa para olvidar?
–[Risas] ¡No, no! Fue totalmente enriquecedora, si bien yo quería hacer de galán y me daban el papel del gracioso. Pero me lo pasaba bien y me ponía al servicio del galán y del texto. Entendía perfectamente que el teatro es una labor de equipo.
–Se licenció en Derecho en la UMU.
–Sí, y con buenas notas [sonríe], pero sin tener claro hacía dónde se iba a decantar mi carrera, si hacia lo jurídico o lo artístico. Al final, y de ello estoy muy contento, he podido hacer una mixtura de mis dos líneas de preparación. He trabajado mucho, me he esforzado, me he sacrificado, y ahora digo con orgullo que soy gestor y también artista.
–¿Se imaginó en algún momento de fiscal, de juez o de abogado ejerciente?
–Pues fíjese, en el momento en el que estaba estudiando Derecho, nunca. Pero, posteriormente, cuando te das cuenta de la dureza del mundo profesional que había elegido, con carácter retroactivo muchas veces he pensado: '¿por qué no estudié yo una oposición a fiscal, abogado del Estado o registrador de la propiedad?'. En realidad, si me hubiera decantado por uno de esos tres desempeños, la judicatura era sin duda el que más me gustaba. Pero nunca me planteé estudiar una oposición.
En tragos cortos
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Un lugar al que volve Nueva York.
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Un libro de cabecera 'Nueva historia de la democracia', de Francisco Rodríguez Adrados.
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Un viaje pendiente A Galicia con Mariona
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Un pintor Ramón Gaya
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Un músico Mozart
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Un personaje histórico Napoleón
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Un postre Plátano chafado con azúcar y limón.
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Una manía El orden
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Un sueño cumplido La vida que tengo ahora
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Una prenda de vestir La corbata
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Un consejo No faltes al respeto
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Qué último regalo ha recibido Un bolígrafo Parker maravilloso
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Un político Isabel Díaz Ayuso
–La presencia en su vida de Virtudes Serrano [su madre, experta en teatro español], ¿qué implica?
–Bueno, pues... lo implica todo. Estamos íntimamente ligados, ha sido fundamental en mi crecimiento personal. Pero tengo que decirle que no entiendo a mi madre sin mi padre [Mariano de Paco Moya, una autoridad en la obra de dramaturgos como Buero Vallejo], y viceversa; sin el amor que se tienen, sin el modo en que se admiran... Mis padres, con sus aciertos y con sus equivocaciones, como todos en la vida, han formado equipo siempre, equipo de trabajo y equipo para la vida.
–¿Qué no tolera?
–No me gusta nada la impostura. Ya le digo, no te lleva a nada fingir ser lo que no eres, ni querer ser aquello para lo que no estás destinado. 'Amor, no te llame amor el que no te corresponde', escribió Lope de Vega.
Camino tortuoso
–¿Y su experiencia con el amor?
–Ahora estoy viviendo el momento amoroso más feliz y más pleno de toda mi vida, y además estoy convencido de que este amor, que se ha materializado en una nueva criatura, va a ser ya para siempre. Pero hasta llegar hasta aquí ha habido un camino tortuoso, que te va forjando, que te va curtiendo y que te va haciendo el caparazón más duro. Y ese camino ha sido bastante largo, pero ahora, ya le digo, estoy en un momento absolutamente maravilloso, en todos los sentidos, de mi vida. Todo esto que me está pasando es un honor y es un sueño también, en el sentido épico y poético de la palabra. Además, este momento grandioso de mi vida con el amor lo estoy viviendo con una persona que se llama casi como yo, porque se llama Mariona.
–¿Diría que la vida le ha endurecido mucho?
–Ya ha visto cómo me he puesto a llorar en cuanto he comenzado a hablar de mi madre...; no, no, sigo siendo muy sensible, aunque es verdad que uno, en el terreno de las emociones, tiene pequeños compartimentos que va abriendo y cerrando a su antojo. Hay algunos que puedes controlar y otros que los puedes controlar menos. Algunos se abren solos, pero vas trabajando a lo largo de la vida para poder abrirlos y cerrarlos cuando quieras. En cualquier caso, yo creo que cuando nos dedicamos al arte, cuando nos dedicamos al teatro, la sensibilidad es necesaria, como también lo es para la vida.
–¿Cultiva su parte femenina?
–Claro que sí, cultivo mi parte femenina, la mimo, la realzo y la pongo en práctica. Lo que pasa es que, por mucho que yo quiera, nunca conseguiré ser tan femenino o tener una parte femenina tan desarrollada, en el sentido positivo del que le hablo, como una mujer; una buena mujer, porque luego hay algunas que no lo son tanto, igual que pasa con los hombres. ¿Sabe qué admiro, qué me da envidia de la mujer y qué intento trabajar cada día? Esa forma de ser inteligentes y prácticas para la vida diaria al mismo tiempo; para vivir, para enfrentarse al día a día de la vida.
–Ha vuelto a ser padre con 50 años.
–Sí, hace año y medio. A mi primera hija la tuve con 30 años, y a la segunda con 33 años.
–¿Alguien le dijo que estaba loco por volver a serlo con esa edad?
–Pues mire, el que se decía más veces que estaba loco era yo a mí mismo, pero ahora creo que la locura habría sido no tenerla. Y esto tiene mucho que ver con lo que hablábamos antes, porque esa niña ha nacido fruto del amor y de amor va a estar rodeada. No se imagina lo especial que está siendo para mí ver las reacciones de sus hermanas Luna y Blanca [nacidas de un matrimonio anterior] con ella; cómo la cuidan, cómo la miman, cómo le enseñan... Además, yo me siento muy joven y el cuerpo me responde.
Poder
–¿Soñó que sería consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid?
–¡Para nada! Lo que sí le digo es que uno trabaja siempre, y pone toda la carne en el asador y todo su empeño e ilusión, en progresar humana y profesionalmente. Y yo mentiría si dijera que no he trabajado para progresar y para ir a más, porque cada día de mi vida he trabajado para eso. Pero algo como esto no solo no me lo podía imaginar, sino que todavía me parece un sueño.
–¿Cómo fue?
–Recibí una llamada de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para proponerme ser consejero, y a partir de ese momento empecé a soñar y a ser consciente de la responsabilidad, del orgullo y del inmenso honor que aceptar conllevaba. En este lugar tienes mucha responsabilidad, pero también puedes hacer muchas cosas. Es una llamada que agradeceré siempre, una confianza que agradeceré siempre, aunque nunca me lo podía haber imaginado, nunca, nunca.
–¿Cómo es Isabel Díaz Ayuso en el trato cercano?
–Pues, en mi opinión, absolutamente maravillosa. No deja de sorprenderte nunca. Una persona propositiva, pero que escucha siempre todos los argumentos. Yo soy el mayor del Consejo de Gobierno que ha formado, en el que todos nos llevamos fenomenalmente bien. Está siendo una auténtica delicia trabajar con ella.
–¿Tiene signo político la cultura? Hay gente a la que le ha sorprendido su llegada a un Gobierno del PP.
–La cultura ni es de izquierdas, ni es de derechas. La cultura se basa en el respeto, en el reconocimiento del otro y en el reconocimiento de que todo lo que hacemos hoy está íntimamente relacionado con lo que otros han hecho antes. La cultura es de todos, pero no de todos los del presente, sino también de todos los del pasado que la han ido conformando. A mí, hablar de que un país con un acervo cultural como España es de izquierdas o es de derechas me parece de un tremendo reduccionismo. ¿Goya era de izquierdas o de derechas?, ¿y Cervantes?, ¿y Lope y Calderón?... Ningún partido debería arrogarse la propiedad de la cultura.
–¿Los toros son cultura?
–Sí.
–¿Faltará al respeto a sus adversarios? Parece que está de moda.
–No ha sido esa nunca mi forma de relacionarme con los demás. A mí no se me verá cayendo en la falta de respeto.
–¿De qué va a estar siempre en contra?
–De aquellos que, a sabiendas de que van a generar un mal, persisten en su actitud obstinada porque pretenden beneficios personales o de grupo.
–¿Le gustaría en algún momento desempeñar un cargo público en la Región de Murcia?
–[Ríe] Ni se me ha ocurrido planteármelo. Lo que sí le digo es que me encanta mi tierra, donde he sido muy feliz. Y cada vez que vuelvo, me siento absolutamente pleno. Y luego [ríe], está el hecho de que los murcianos tomamos mucho limón, que es algo muy sano. ¿Qué por qué he podido tener un hijo con 50 años? Porque he tomado mucho limón [risas].
–¿Qué ha aprendido usted?
–En esta vida no nos queda otra: hay que reinventarse constantemente. Además, tengo claro que, parafraseando a 'Gladiator', 'no nos ocurre nada que no estemos preparados para soportar'. Y que no hay que renunciar a los sueños, ni a los grandes ni a los pequeños de cada día, por muy insignificantes que parezcan.
–¿Crítico?
–Sí. Serlo, al igual que ser inconformista, me aporta capacidad de réplica e incentiva mi trabajo. Me permite no adocenarme y también me proporciona muchos placeres. Disfruto de lo que hay e intento cambiar lo que no me gusta. Lo peor sería no ver la realidad tal como es.
–¿Cómo somos los humanos?
–¿Neuróticos en un mundo de y para psicóticos?
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