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Mapas sin mundo (23/09/2018)

PEDRO ALBERTO CRUZ

Murcia

Domingo, 23 de septiembre 2018, 12:57

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Les pongo a mis alumnos tres ejemplos de activismo cultural relativos a la financiación de las grandes instituciones artísticas: la fotógrafa Nan Goldin encabeza un movimiento que solicita al Metropolitan de Nueva York el fin de sus relaciones con la farmacéutica Sackler por la venta, por parte de esta, de un opiáceo contra el dolor enormemente adictivo que ha motivado la muerte, por sobredosis, de casi 25.000 personas durante la última década; la Tate Modern de Londrés rompió el año pasado el acuerdo que mantenía con una de sus principales colaboradoras económicas: la petrolera BP; y, durante estos días, un movimiento similar ha surgido en Holanda para que museos como el Van Gogh rechacen el mecenazgo de la también petrolera Shell. Les planteo a continuación una interrogante: ¿Habida cuenta de las necesidades inversoras que tiene la cultura, cualquier dinero que llegue a ella es bueno aunque sea causante de miles de muertes y de la destrucción del medio ambiente? Ante el silencio, les acoto más la pregunta: si formarais parte del patronato y equipo directivo de estas instituciones, ¿por qué os decantaríais: por aceptar una donación que ayudaría a la conservación de vuestro incalculable patrimonio cultural o por ir contra la ética y el compromiso social que se os presupone? De nuevo silencio. Y, para maximizar todavía más esta disyuntiva, vuelvo a la carga: ¿el arte o la vida? El silencio no se rompe.

Caminar implica un ritmo y una sincronización con todo cuanto sucede a tu alrededor. Hay mañanas en las que salgo a la calle con la sensación de haber perdido tales habilidades. No acierto a esquivar a la gente, no consigo trazar un recorrido expedito que me permita avanzar. Me tropiezo con cada transeúnte que se cruza conmigo. Mi cuerpo está perdido sin los automatismos básicos que lo salven y lo tornen en funcional.

Anota Oskar Schlemmer, en una de las entradas de su diario: «para que una cosa sea fuerte debe crecer pieza por pieza, de la necesidad más urgente...». Dicho de otro modo, cuando verdaderamente nacen de esa «urgencia interior», las cosas no se hacen -ya las has hecho. En realidad, la idea de «proyecto vital» es falsa, un producto de nuestra cultura de la procastinación. Todo lo que resulta auténticamente vital ya se ha vivido en el momento en que lo piensas por primera vez.

No hay que confundir la crítica con la rabieta. La primera es un síntoma de madurez; la segunda, una expresión de la desesperación infantil. La primera acota sus argumentos entre intervalos de silencio para reforzar la contundencia de sus palabras; la segunda solo contribuye a crear ruido. La primera actúa antes de hablar; la segunda habla y, probablemente, nunca actúe. La rabieta solo recluta 'hoolingans'; jamás se encontrará en el origen de un movimiento de transformación social.

Ha fallecido Paul Virilio. Parece que fue ayer la primera vez que leí uno de sus ensayos. Esa velocidad que tantas veces estudió se lo ha engullido con una frialdad que aterroriza.

Me desconcierta la ironía. Quizás porque, muy a mi pesar, siempre he entablado una relación de «piel con piel» con la realidad, sin márgenes o distancias que alivien las quemaduras del contacto. Un cuerpo combustible como el mío no comprende a esos otros cuerpos que llegan indemnes al final de cada día.

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