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MAPAS SIN MUNDO (09/06/2019)

Pedro Alberto Cruz

Murcia

Domingo, 9 de junio 2019, 11:48

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Centro sectario. O de cómo no hay nada más tendencioso que la equidistancia.

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El gran antropólogo francés David Le Breton ha afirmado que «guardar silencio y caminar son hoy día dos formas de resistencia política». La declaración contiene argumentos para el optimismo pero también para la desesperanza. El optimismo proviene del hecho de que el individuo puede convertir el 'casi nada' de sus actos cotidianos en una actitud de disidencia. La desesperanza surge de la sensación de que las únicas formas de resistencia posibles son las ejercidas individualmente, y de que la discrepancia comunitaria constituye otro de los imposibles de la (in)acción social. Está bien transformar lo personal en política; pero ya no es tan ideal que la única forma existente de política sea lo personal. En rigor, la reflexión de Le Breton destila el conformismo de una derrota asimilada en el gen social.

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Los carpetovetónicos que defienden fanáticamente la unidad territorial quieren utilizar los gobiernos autonómicos para crear una España paralela a la del Gobierno central. Se trata -esta vez sí- de un secesionismo responsable.

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El partido al que ofende que le tachen de extrema derecha y que va a sostener unos cuantos gobiernos 'liberales' ha expulsado a su número dos de Torremolinos por participar en el Orgullo. La moderación está asegurada.

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El lenguaje lo es todo salvo en los momentos importantes. No hay una sola palabra que flote en las situaciones desesperadas.

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Cada vez que alguien se refiere al 'interés general de los ciudadanos', una parte sustancial de la sociedad es excluida. Sería mejor que hablasen de 'intereses específicos y parciales' para que, de esta manera, todo cuanto viniese fuera una suma y no una resta. Los llamados 'intereses generales' son un 'apartheid'.

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El tiempo solo existe como muerte.

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'Inthewrongplaceness' (2009), de Kira O'Reilly, es una de las 'performances' más hermosas y emocionantes del siglo XXI. En ella, la artista realiza una danza piel con piel con un cerdo, en una atmósfera íntima, en la que los espectadores entran de uno en uno y se les permite tocar la piel del humano y del animal. O'Reilly se decidió a realizar esta obra conmocionada por la similitud entre su piel y la de los cerdos. De hecho, entre la documentación generada durante la 'performance', destacan fotografías en las que los límites entre ambos cuerpos se desvanecen y propician una unidad coreográfica de una belleza extrema. En un abrazo caben cuerpos de todas las especies.

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Los pactos esconden tantas más cosas inconfesables cuanta más pedagogía se aplica en explicarlos. La transparencia siempre es arruinada por la autojustificación.

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