Borrar

MAPAS SIN MUNDO

Palabras como cuerpos

PEDRO ALBERTO CRUZ

Domingo, 16 de diciembre 2018, 10:19

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Palabras como cuerpos. Todas las ideas se han convertido en abstracciones que no pesan, que no ocupan un lugar en la realidad y que, por tanto, no tienen capacidad de afectarnos. Cuando decimos 'justicia', 'libertad', 'migración', 'violencia'... no estamos expresando nada. Los significantes se han vaciado de realidad, y ya no tienen carne, vísceras, ojos. Haría falta que las palabras se volvieran cuerpos y que ocuparan espacio alrededor nuestro. Haría falta oírlas respirar, verlas tener hambre, sangrar o follar. Palabras como cuerpos, tan físicas y groseras, tan inconteniblemente sensuales que nadie se resistiera a tocarlas. Palabras como cuerpos.

***

Buckminster Fuller afirmó: «Mientras un ser humano esté hambriento, toda la raza humana estará hambrienta». Y eso me lleva a reformular la idea en términos diferentes pero igual de desalentadores: «Mientras un ser humano sea gilipollas, toda la raza humana será gilipollas».

***

«Usted quiere cambiar el mundo; yo solo mi propio destino», le dice Lou Andreas-Salomé a Friedrich Nietzsche. Cuán pertinente es esta sentencia en un momento en el que son demasiadas las posturas que quieren salvar al planeta a costa de condenar a las personas. Sería una evidencia de nuestro fracaso que resultara más fácil transformar el orden de las cosas que modificar el destino de una persona.

***

Siempre he detestado el corporativismo. Y todavía más cuando suceden casos como el de Christian Gálvez, acusado de intrusismo por una asociación de historiadores del arte que no le perdona haber comisariado una exposición sobre Leonardo da Vinci en la Biblioteca Nacional. ¿Por qué de repente estos golpes de pecho y la defensa furibunda de la patria académica? Quizás porque el comisariado de exposiciones posee una 'mística' y una 'económica' demasiado apetitosas cuando el trozo de pastel a repartir es demasiado pequeño. Porque -seamos malintencionados- si se le acusa de intrusismo por comisariar una muestra sobre Leonardo, ¿por qué no se hizo lo mismo cuando publicó varios volúmenes sobre el genio renacentista? ¿Es que acaso escribir no tiene territorios pero el comisariado de exposiciones sí? Si hubiéramos denunciado todas aquellas situaciones en las que una persona investiga sobre una materia no contemplada en su título de licenciatura o grado, ¿en qué hubiera quedado la historia del conocimiento? Y todavía más: ¿por qué elevar a escándalo -bajo la acusación de que no es historiador del arte- el comisariado de Gálvez y esta misma asociación no abrió la boca cuando la dirección del Reina Sofía recayó en una persona sin licenciatura? ¿Qué otorga la vitola de experto: el título académico o la praxis? Porque si es ésta última, probablemente Gálvez haya investigado más sobre Da Vinci que la suma de todos los que lo han denunciado. ¿O es que el problema es que es famoso y sale por la tv? ¿El hecho de que presente un exitoso concurso le invalida para tener un mínimo rigor intelectual? Pero supongamos que ninguno de estos argumentos contenta a la asociación de indignados y resulta que el problema es que, tratándose cómo se trata de una institución pública la que organiza la muestra, los criterios de selección deben ser impolutos y no mezclar churras con merinas y comprar a la celebridad con dinero público. En este último caso habría que aportar un 'pequeño' dato: la exposición la ha pagado él. Ante polémicas como éstas, no es difícil llegar a la conclusión de que, en no pocas ocasiones, el recurso del 'intrusismo' no deja de ser la bandera que enarbolan los mediocres.

***

Pido perdón por no pensar desde el primero hasta el último de mis días de la misma manera, por preferir ser contradictorio a inmovilista, por elegir la vida antes que las siglas, por no ajustarme a ningún perfil 'de manual', por haber hecho y dicho lo que en conciencia creía y me apetecía sin miedo a que, por no cumplir ningún estereotipo, me los adjudicaran todos. Pido perdón por haber sido tachado de 'facha', 'rojo', 'maricón', 'cocainómano', 'putero', 'chapero'... porque cuando no rindes pleitesía a nadie y te crees libre para actuar sin pagar peajes, la excrecencia ajena te es arrojada con la fuerza de un odio que jamás pudiste imaginar.

***

Mi mensaje de buenos deseos para estas fechas: «Que ninguna iluminación navideña te arruine la contemplación de un cielo estrellado».

***

Me dice la fisio que cada contractura que tengo son dos años de rabia contenida. Necesito un paisaje para mí solo en el que poder gritar.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios