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Los arrozales de Calasparra. David López, María Jesús peñas y Pachi Larrosa

Manto verde en Calasparra

Los arrozales muestran la exhuberancia de las plantas aún en crecimiento justo antes de cambiar al dorado de las espigas repletas de grano

Pachi Larrosa

Calasparra

Lunes, 29 de junio 2020, 22:18

Una ración de arroz contiene 5.000 granos. Alguien debió contarlos alguna vez. La verdad es que sobre este cereal, que es el segundo más consumido del mundo después del maíz, circulan múltiples leyendas, como todas de difícil constatación. Pero lo que sí es posible constatar es el maravilloso paisaje que estos días asombra en los arrozales de Calasparra, con las plantas ya crecidas pero con las espigas en ciernes: una alfombra de un verde intenso que cubre las 510 hectáreas de este cultivo que, introducido por los árabes en Europa acabó prendiendo entre los ríos Segura y Mundo y que dio lugar en 1986 a la primera Denominación de Origen concedida a un cereal en Europa, es decir en el Mundo. De la mano del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, un grupo de unos 70 periodistas, cocineros, productores y representantes de instituciones y otras D.0. de la Región visitaron este lunes el Coto Arrocero, una pequeña parte de la extensión de arrozales calasparreños, justo en la entrada de un (aquí si) orgulloso Segura, en el I Encuentro Gastronomía y Origen, que pretende poner en valor y difundir esta joya de la despensa regional que produce dos variedades: la Bomba y la Balilla x Sollana. Actualmente la producción de divide en un 20% para la variedad Bomba, la más apreciada, un 70% para la Bailla x Sollana y el 10% restante para esta variedad en cultivo ecológico.

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Visita al Coto Arrocero David López, María Jesús peñas y Pachi Larrosa

No obstante puede decirse que estamos ante un cultivo sostenible, que respeta los métodos tradicionales, desarrollado a una altitud media de unos 450 metros sobre el nivel del mar y fecundado por las limpias aguas de los ríos Mundo y Segura.

Unas aguas que tras su paso por los arrozales son devueltas al río sin ningún residuo artificial añadido. Otro factor que explica esa calidad es el rendimiento por hectárea: estamos ante el arroz menos productivo del mundo. Si de la variedad Bailla se extraen unos 5.000 kilos por hectárea y de la Bomba unos 4.000, de los arroces valencianos se llega a los 10.000 kilos.

Arroz empedrado con costillejas David López, María Jesús peñas y Pachi Larrosa

La jornada concluyó con una comida en el restaurante del Santuario Virgen de la esperanza en el que se sirvió una especialidad de la zona: un arroz empedrado con costillejas. La curiosidad aquí estaba en el 'empedrado', con la inclusión de unas alubias pequeñas y cremosas que se cultivan en los márgenes de los arrozales y que desarrollan toda su personalidad formando parte de este plato tradicional.

En la antigüedad el arroz simbolizó la vida y fue signo de fecundidad y alegría: se arrojaba a las recién casadas para garantizar descendencia al nuevo matrimonio. De ahí viene esa costumbre de enterrar en arroz a los recién casados a la salida de la iglesia. No usen arroz de Calasparra para ese menester. Seguro que es pecado.

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