Ver fotos
La Manga de las sorpresas: «¿Y esto cómo es posible?»
El parisino Frédéric Volkringer exhibe en Cartagena «una constatación de la realidad» de uno de los enclaves turísticos más insólitos del litoral español
Frédéric Volkringer (París, 1955) sigue sorprendiéndose de que en muchos puntos de La Manga no haya acceso al mar. Es el mismo asombro que asalta a todo turista. Cosas incomprensibles, delimitaciones imperdonables. Afincado en la Región de Murcia desde 1992, el fotógrafo muestra desde hoy 'Manga Plage' en el Palacio Consistorial de Cartagena, una exposición que no tiene como misión juzgar el desmán de los hombres sino retratar, al natural, una Manga que fue un olimpo y que hoy es «una cosa sin pensar», simplifica el artista.
'Manga Plage' reúne 35 fotografías en blanco y negro de esta lengua de tierra visible desde cualquier punto del Mar Menor. «He aquí el paraíso perdido por la torpeza de la mano del hombre; y he aquí, también, la belleza en forma de luz y de aire puro, de infinito horizonte, que la naturaleza le devuelve, pese a todo, a su invasor», afirma el periodista Antonio Arco en el texto introductorio de la exposición, para la que Volkringer ha recurrido al ojo clínico de Paco Salinas para hacer la selección.
Las imágenes abarcan un periodo temporal amplio, entre 2007 y 2021. ¿Qué ve que no vean otros? Cuenta el fotógrafo que 'Manga Plage' es una reacción a 'Tierra de sombras', una serie en la que retrató casas en las riberas del Mar Menor, «algo más vistoso, muy popular y en color. La Manga estaba enfrente en todos los sentidos, a nivel geográfico y arquitectónico».
Volkringer ya tenía en su archivo fotografías sobre La Manga, «pero en un tono más agresivo, como los fotógrafos japoneses, que son muy contrastados, demasiado sombrío y oscuro. Pero yo no estaba contento y no me sentía del todo a gusto, pensaba que patinaba tanta violencia».
Hasta que decidió suavizar ese trabajo, «pero sin eliminar la crítica, porque lo que vemos es una constatación de la realidad, está ahí y ya está». La crítica de Volkringer es más sutil, «digamos que más cínica, y en cierto modo más evidente». ¿Cuáles son sus primeros recuerdos de La Manga? Volkringer visitó mucho antes por primera vez este lugar dependiente de los municipios de Cartagena y San Javier, «ya era una Manga que estaba casi hecha, porque yo conocí este lugar a finales de los 70 y primeros de los 80, y ya el mal estaba hecho. Los padres de un amigo tenían un piso allí, y pasaba un par de días, no buscaba más, y estaba al principio de La Manga. Siempre fue un lugar que me sorprendió, francamente». El artista anda en busca de maravillas y topa con formas caprichosas, volúmenes y geometría, pero sin ton ni son. Moles en altura que conviven con chalets de lo más horteras; solares abandonados, parques que no tienen niños y dunas que a poco que se mueven dejan aflorar restos arqueológicos del siglo XX: un trozo de acera por aquí, una tubería por allá... Volkringer insiste: «No la entiendo, y ya está, no hay más allá. Me sorprende. ¿Cómo es posible que se haya hecho esto?».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión