«Cada vez simplificamos más nuestras lecturas y nos conformamos con menos»

Velintonia es enombre de la casa que, durante más de cincuenta años, habitó el poeta y premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre en Madrid. Por su salón desfilaron multitud de escritores; grandes nombres de la literatura y la poesía, fundamentalmente pertenecientes a la Generación del 27, pero también de épocas posteriores: Federico García Lorca, Miguel Hernández, Luis Cernuda, Pablo Neruda, Rafael Alberti o la cartagenera Carmen Conde, quien no solo visitó la casa, sino que vivió sobre ella durante una larga temporada, compartieron distendidas charlas en esta morada. Lo cuenta Emilio Calderón, escritor malagueño (1960) con orígenes murcianos y estrechamente vinculado a la ciudad de Lorca –allí nació una de sus hijas– en 'El poeta de Velintonia', el álbum ilustrado que junto con la creadora Carmen García Iglesias ha publicado recientemente la editorial Edelvives.

La obra, cuenta Calderón, es un homenaje al poeta sevillano premiado con el Nobel en 1977, pero también un libro reivindicativo del lugar desde el que creó muchos de sus versos: «Velintonia forma parte de nuestra memoria histórica. En ella fue donde Lorca leyó por primera vez sus 'Sonetos del amor oscuro', y donde se cocinaron las 'Nanas de la cebolla' de Miguel Hernádez; fue el primer sitio que 'pisaron' cuando salieron de la cárcel a través de un intermediario, y es Aleixandre quien se encargó de difundirlas», relata el escritor e historiador malagueño autor de la biografía de Aleixandre 'La memoria de un hombre está en sus besos' (Stella Maris, 2016). Precisamente, este álbum ilustrado tiene su origen en esa biografía: «Mientras escribía me di cuenta de que había anécdotas muy simpáticas dentro de las relaciones personales que Aleixandre mantuvo con otros poetas, y que estas podían encajar perfectamente en un cuento destinado a un público más joven e infantil», aunque, destaca el autor, 'El poeta de Velintonia', es un libro para disfrutar a cualquier edad.

Su guion argumental lo traza un gato blanco llamado 'Verso', quien hace las veces de narrador. «Quería –detalla Calderón– contar todo el periplo vital de la casa y de los habitantes de la misma. Es un periplo muy amplio y se me ocurrió que podía hacerlo a través de una mirada de un gato». «Siempre –añade– se ha dicho que tienen siete vidas», y ello le permitía ubicar a su orador en distintas épocas y conocer así los momentos de mayor esplendor de la edificación. Hoy Velintonia, lamenta Calderón, se encuentra «en estado de abandono y sin ningún tipo de protección. Cualquiera que la adquiera y decida tirarla para levantar un bloque de apartamentos puede hacerlo». «Somos lo que es nuestra memoria, y en ese sentido, Velintonia tiene una importancia fundamental», cree el escritor.

Para Calderón, la figura de Aleixandre no está lo suficientemente reconocida. Es, dice, un poeta de gran «profundidad», «y en los tiempos que corren posiblemente también muy complejo porque, como sociedad, tendemos a lo simple. Cada vez simplificamos más nuestras lecturas y ambiciones; nos conformamos con menos, y en ese sentido, Aleixandre es un autor exigente», cree Calderón, quien con esta obra regresa a la literatura infantil y juvenil, género que cultivó en sus inicios como escritor y que, reconoce, es la literatura en la que hay más «sinceridad» y mejor se expresa «el cariño hacia el oficio».