Santos Martínez: «A veces se ve al pueblo como un paraíso en la tierra, y esa no es la realidad»
Acaba de publicar 'Ropasuelta', su primera novela, que transcurre en Fuente Librilla y en la que retrata la vida en el entorno rural
Fuente Librilla es el escenario y la tarde-noche del 24 de diciembre es el momento en el que da comienzo 'Ropasuelta' (Hoja de Lata), ... la primera novela del periodista y escritor Santos Martínez (Fuente Librilla, Mula, 1992) que, tras publicar en 2017 la colección de relatos 'Mañana me largo de aquí' (La Marca Negra), presenta una historia protagonizada por Santini, «un bigotudo escuálido de 29 años», que se reencuentra con su familia, especialmente con su padre, «un malasombra autoritario con quien Santini lleva una década sin hablar». Con mucho humor y un estilo cercano, Santos Martínez escribe un retrato de la vida en el campo más allá de tópicos e idealizaciones.
–¿Cuándo comenzó a escribir?
–En realidad llevo escribiendo toda la vida. He sido una persona con una infancia bastante solitaria. No tenía muchos amigos y siempre me faltó, de alguna manera, un interlocutor en mi vida. Y encontré en los libros, sobre todo en la escritura, a ese interlocutor. Después, a partir de los veinticinco, cuando publiqué el libro de relatos, ya empecé a hacerlo de una manera un poco más sistemática, priorizándolo e intentando cultivarlo de forma más concreta. Más allá de escribir en momentos concretos para quitarme de encima algún sentimiento, que es lo que he venido haciendo siempre, he buscado darle una proyección con más ambición literaria y creativa.
–Antes de 'Ropasuelta' creo que dejó otra novela a medias.
–Sí. Yo no tenía ni idea de cómo se escribía una novela, pero tenía muy claro que quería aprender a ello haciéndolo y descubriendo yo el camino. Y tuve que comerme una novela que no salió a ningún sitio. A muchos de mis autores favoritos les costó.
«En ocasiones, la idea de volver al campo esconde un sentimiento bastante retrógrado»
–¿Cuánto de autobiográfico hay en esta novela protagonizada por Santini?
–En el libro hay mucho de mí, donde no hay tantísimo como podría parecer es en el personaje y narrador, Santini. A pesar de tener un bagaje parecido al mío y una trayectoria profesional parecida, y un bigote, como yo, y ser de un pueblo que se llama igual que el mío, no somos la misma persona. Para mí ha sido un camino natural escribir sobre un concepto parecido al mío y que en el libro se atraviesen realidades que yo atravieso o que es fácil que atraviesen mi vida. Al final, los autores de los que he aprendido y los que a mí me incitan a escribir son gente que lo que tiene en común siempre es que se juegan algo a la hora de escribir: se encuentran en algún momento con sus contradicciones y no tienen seguro lo que piensan o lo que sienten. Y para mí, la relación con mi pueblo es un compendio de todas esas contradicciones.
–En el libro destroza algunos tópicos de la vida en el campo.
–Una de las cosas que tenía muy clara a la hora de escribir 'Ropasuelta' es que yo era una voz legitimada para hablar de la vida en el campo porque yo he crecido en el campo. Yo he sobrevivido a una adolescencia en un pueblo rural. Entonces creo que, muchas veces, desde una órbita urbana, se ve al pueblo como un paraíso en la tierra, como una Arcadia en la que construir ese futuro que ya parece que en las ciudades no podemos construir, porque cada vez son entornos más hostiles. Y esa mirada desde el mundo urbano no se corresponde con la realidad. Los pueblos tienen potencial para eso, pero también tienen potencial, y muchas veces ocurre, para ser terrenos muy dados a la opresión y a comportamientos muy oscuros.
–¿Se ha idealizado la vida en el campo a raíz de la pandemia?
–Totalmente. A pesar de que muchas veces se enfoca desde un prisma progresista la idea de volver al campo, en ocasiones lo que esconde es un sentimiento bastante retrógrado, porque al final volver al campo y volver al pueblo significa encerrarte en una pequeña comuna con los tuyos y renunciar a vivir en sociedad con gente que no es igual, y renunciar al proyecto de la ciudad, que igual ahora mismo es hostil, pero en algún momento fue un proyecto interesante. Yo no quería moralizar mucho en el libro, aunque quizá lo haga un poco. Yo noto que mucha gente de ciudad, cuando quiere volver al campo, lo enfoca como si fuera una colonización. Te vas a volver al campo pero, en realidad, estás dejando de vivir como se ha vivido en el campo. Vivir en un pueblo como el mío para crear, de pronto, un Burger King, no tiene ningún sentido.
Cansados
–En el libro hace su propio retrato generacional. ¿Se sentirán identificados sus coetáneos?
–Creo que sí. Somos, los que estamos entrando en los treinta, una generación a la que se le ha vestido para el éxito, pero el éxito nunca llega. Antes de afrontar la treintena, ya nos hemos comido tres crisis y no tiene pinta de que esto vaya a ir a ningún sitio. Muchos hemos estudiado una cosa que ya no existe. O, más bien en mi caso, las razones por las que yo estudié Periodismo ya no se dan en el oficio. Entonces, no terminamos de convertirnos en adultos porque no podemos afrontar un proyecto de emancipación de futuro, de tener disposición económica Por otra parte, estamos un poco envejecidos porque hay un punto de resignación. Ya estamos cansados de que todo vaya tan mal. Además, yo siento, de alguna manera, que incluso aun yéndome las cosas objetivamente mejor, no terminaría de estar cómodo nunca.
«Somos una generación a la que se le ha vestido para el éxito, pero el éxito nunca llega»
–¿Ha presentado su novela en Fuente Librilla? El pueblo es un personaje más de la historia.
–Sí, fue muy bien. Mi intención no era la de hacer un homenaje al pueblo, ni nada por el estilo. De hecho, creo que estamos en una región en la que, por un lado, estamos vilipendiados y, por el otro lado, lo que se hace para reivindicar la Región muchas veces se edulcora tanto... creo que el simple hecho de situar películas, canciones o libros aquí, afrontándolo desde la normalidad, es la mayor defensa que se puede hacer del territorio, desde la cultura. Yo tenía ciertas reticencias con presentar 'Ropasuelta' en mi pueblo al principio, pero no, la gente está bastante entusiasmada con que haya un libro que esté ambientado en el pueblo.
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