Pascual García: «Sentí como si despertara con toda su fuerza un volcán dormido dentro de mí»
Junto a Francisco Javier Díez de Revenga, presenta este miércoles su poemario 'Siempre domingo' en Las Claras de Cajamurcia
Lo dice el tango, mejor si se escucha con la voz de Gardel: «Siempre se vuelve al primer amor». Le ha ocurrido a Pascual García ( ... Moratalla, 1962), profesor de Literatura, novelista, poeta y colaborador de Opinión de LA VERDAD. Y lo cuenta, en un tono poético que derrocha felicidad, en su nuevo poemario, 'Siempre domingo', editado por Vitruvio en su colección Baños del Carmen. Una historia de amor que comenzó y se truncó en 1974, y que ha cobrado nueva vida en 2021, ya próximos sus protagonistas a los 60 años. Amor en los besos y en las tareas cotidianas: «Tú me cocinas un caldo caliente, / con bacalao, patatas y huevo, / y yo te escribo un poema de amor. / Con tus manos de seda sacias mi hambre, elevas la humilde mesa del pueblo / a los altares de fogones célebres», se lee en 'Comer contigo'. Pascual García presentará 'Siempre domingo' este miércoles, a las 19.30 horas, y acompañado por Francisco Javier Díez de Revenga, en el Centro Cultural Las Claras de Cajamurcia.
–¿Qué cuenta usted en 'Siempre domingo'?
–Una historia de amor.
–¿Suya?
–Y de Mariloli, a la que le dedico el poemario: 'A Mariloli, que me regaló el título y el argumento más de cuarenta años después'. Es el relato de nuestro amor, que se estructura en dos partes, en dos momentos. Un momento primero, en la adolescencia, y otro cuarenta años más tarde, cuando se produce el reencuentro. Siempre había permanecido en mí el recuerdo de esa historia de amor tan pura, inocente e intensa. Y quise compartir la historia.
«Sin estar enamorado la vida es un asco, como también lo es estando mal enamorado, viviendo con alguien con quien no encajas, confundiendo el amor con la costumbre, la comodidad o la resignación»
–¿A qué edad empezó todo?
–Teníamos doce años. Pasamos un verano maravilloso, saliendo todos los domingos –porque entonces salíamos los domingos, éramos así de simples [risas]–. Eran unos domingos muy románticos, a una edad en la que el primer amor es el más importante de la Historia. Y, precisamente, también un domingo nos separamos, nos dijimos adiós. Yo tenía que irme días después a Francia, a la vendimia con mis padres, y no se lo conté. Volví pasado un mes o dos y... hay separaciones que terminan fastidiando la historia de amor.
–¿Y a partir de ahí?
–La separación fue en 1974, y hemos vuelto a reincidir la relación en el 2021. Fue un fogonazo, sentí como si despertara con toda su fuerza un volcán dormido dentro de mí. A lo largo del tiempo nos vimos varias veces por casualidad, pero nunca volvimos a hablar, ni a tener ningún tipo de intimidad. Sabíamos cada uno que el otro estaba ahí, y de alguna manera nos vigilábamos de lejos. Pero los dos estábamos comprometidos. Pasados los años, ella enviudó y yo me separé. El reencuentro ha sido maravilloso.
Fuerzas
–¿Cumplidos los 50 años el enamoramiento es más racional, menos impulsivo?
–Yo he descubierto que el amor es un cabrón a cualquiera edad; nosotros hemos empezado de nuevo casi a los 60 años, y el amor sigue siendo volcánico, terrible, incluso, a veces, hasta trágico porque tenemos también nuestros choques. Es un amor tan intenso como el de la adolescencia, lo único que pasa es que las fuerzas son distintas.
–¿Es 'Siempre domingo' su obra más luminosa?
–Mi voz poética ha cambiado de tal forma en este libro que tanto Mariloli como yo estábamos preocupados por si no se recibía bien el poemario. De hecho, contamos con la lectura previa experta de Juan Cano Conesa, Ana Cárceles y el maestro Díez de Revenga; les planteamos si se puede cantar a la felicidad y a la pasión de esta manera. No es mi territorio habitual, porque yo he estado siempre en la oscuridad o en la penumbra, y ahora he salido de esa sombra y hay demasiada luz. La valoración de los tres fue positiva, y me di cuenta de forma muy clara de que el misterio también está en la luz. El misterio, que es de lo que se nutre la literatura y se nutre cualquier arte, también reside en la luz, no está sólo en la sombra.
«Teníamos doce años. Pasamos un verano maravilloso, saliendo todos los domingos...»
–¿Cómo fue su escritura?
–Durante un verano. Escribía un poema, lo revisaba y se lo enseñaba a ella. Surgieron como impulsos los 60 poemas, que prácticamente luego apenas retoqué. Lo que tenía que contar era urgente, necesitaba no olvidarme ni siquiera de los pequeños matices de ese sentimiento, de esa emoción que había experimentado como el más grande de los regalos.
–¿Se puede vivir sin estar enamorado?
–Sí, pero sin estar enamorado la vida es un asco, como también lo es estando mal enamorado, viviendo con alguien con quien no encajas, confundiendo el amor con la costumbre, la comodidad o la resignación. Encontrar el amor verdadero es como encontrar oro, no tienes que ser gemólogo para saber que aciertas.
Disfrutar leyendo
–¿No se cansa usted de leer y de escribir?
–En absoluto, como no me canso de vivir. Yo no leo ni escribo por obligación, ni tampoco por costumbre, sino porque lo que encuentro, tanto en la lectura como en la escritura, es un gran disfrute.
Crítica literaria
Pascual García espera con expectación los comentarios de sus lectores a 'Siempre domingo', que en absoluto se asemeja a 'Un hombre solo' (La Fea Burguesía), libro escrito en un tiempo triste del autor, en el que este contaba: «La soledad termina siendo lo más natural; al principio oyes las voces de los tuyos, los habituales ruidos domésticos, desconfías de las sombras y en muchos momentos, sobre todo a la caída de la tarde, casi te vienes abajo, pero sabes que no puedes permitirte ninguna debilidad. Te duchas con cuidado para no caerte, no dejas nunca la llave puesta en la puerta de la calle, mantienes el móvil siempre a mano...; en el fondo buscas a los otros en las tinieblas y al final terminas encontrándote a ti mismo, y percibes con nitidez la nueva aura de la felicidad, que es silenciosa, discreta pero muy intensa».
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