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El finalista del Premio Planeta, Manuel Vilas. EFE
Manuel Vilas: «La alegría es más poderosa que la felicidad»

Manuel Vilas: «La alegría es más poderosa que la felicidad»

«Es una búsqueda de sentimientos puros en tiempos de desesperación colectiva», dice el escritor de 'Alegría', su novela finalista del Planeta

Miguel Lorenci

Barcelona

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Miércoles, 16 de octubre 2019, 15:39

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«No es una continuación literal de 'Ordesa', pero proviene del mismo lugar», advierte risueño Manuel Vilas (Barbastro, 1962) sobre 'Alegría', el libro más que optimista con el que ha sido finalista del Planeta. «Habla de la búsqueda de los sentimientos puros en tiempos de desesperación colectiva», anticipa.

Denos alguna clave del libro.

Es una novela sobre la familia, los afectos sobre las miserias del amor y contra la desesperanza. La historia de un hombre que lucha contra la desilusión y la depresión. 'Alegria' es una declaración de principios. Es un sentimiento universal que tuve a través de la historia de este hombre maduro que repasa su vida y analiza la relación que tiene con su mujer e hijos. Sus antagonistas son la tristeza y la melancolía, pero la alegría acaba triunfando. La alegría es más importante que la felicidad.

¿Es tan autobiográfica como 'Ordesa'?

Es intimista y desde luego autobiográfica. He buscado emociones puras y sentimientos que espero lleguen al corazón del lector. Toda mi narrativa tiene componentes autobiográficos. No es 'Ordesa dos' pero continua en su línea. Hablo también del presente social y político de España. No tendría sentido ponerme a escribir una novela de ciencia ficción

¿Se pasa al optimismo pleno?

Hay una celebración de la felicidad. La fuerza de la vida, insisto, está en la alegría, un sentimiento mucho más complejo que la felicidad. El narrador explica cómo el dolor le lleva a la alegría. Habla de la búsqueda de los sentimientos puros en tiempos de desesperación colectiva. Es una invitación humilde al lector para recordarle que la alegría es un derecho de todos los seres humanos

¿Hay humor?

Desde luego. He sentido también perplejidad, miedo y angustia. Pero vivimos en el país de Berlanga y de Cervantes, el inventor del humor moderno, no en el de Shakespeare. No concibo la novela sin ironía.

¿Se ríe o se compadece de sí mismo?

Intento reírme de mí. Es consustancial a mi forma de entender el mundo. Y espero que en 'Alegría' el lector encuentra el humor, como lo encontró en 'Ordesa', donde decían que no había. El humor es una mano tendida a lector, un descansillo en la escalera de la vida para que descansemos de nosotros mismos y de cómo nos tomamos en serio. El humor conlleva un cuestionamiento de la autoridad que es algo muy español y que los aragoneses llevamos de serie.

¿Es también una novela de viajes?

Sí. Recorre países, ciudades y muchos hoteles. Está escrita en esos hoteles en los que pasan tantas cosas. El protagonista entiende que, si está en movimiento, de viaje, su identidad no puede ser apresada por ningún espejo. A alguien que se mueve no se le puede fotografiar. No se puede saber quién es. Eso es esencial en la novela y por eso el personaje está en movimiento. Al final cuando hay movimiento se resuelve el problema de la identidad del narrador. No puede haber identidad vecinal social política para alguien que está e movimiento. No se sabe quién es.

¿Cambia de escudería? ¿Deja Alfaguara por Planeta?

La vida de un escritor está más en sus libros que en el aparato editorial que le toca. Hoy estamos aquí y mañana estaremos donde nos lleve la vida.

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