«Me llama la atención esa capacidad de los españoles para fustigarse por todo»
La autora venezolana de novelas como 'La isla del doctor Schubert' participa este miércoles en Murcia en el ciclo 'Literatura y periodismo'
Si Jorge Amado necesitaba poco para considerar que estaba en su casa –una mesa para comer, una cama para dormir y una máquina para escribir–, ... a Karina Sainz Borgo, nacida en Caracas hace 41 años, le sucede lo mismo: escribir en su ordenador es el oxígeno que no puede faltarle, todo lo demás es negociable. Residente en España desde 2006, periodista cultural de ABC y autora de las novelas, todas ellas publicadas en Lumen, 'La hija de la española' (2019), 'El Tercer País' (2021) y 'La isla del doctor Schubert' (2023), este miércoles, junto a Juanjo Lara, participará en el ciclo 'Literatura y periodismo'. La cita, a las 19.30 horas, en el Museo de la UMU (Cuartel de Artillería, en Murcia). Sabe de soledades, sabe del éxito, siempre hay un mar que la está esperando.
–Esa niña que fue un día.
–Esa niña era muy redicha y muy cursi, muchísimo y fundamentalmente.
–¿Y a partir de ahí?
–Me encargué de ir dominando la situación y de alejarme lo máximo posible de esa cursilería.
–¿Qué llegó a imaginarse?
–De niña, que al Museo de Bellas Artes de mi ciudad le ponían mi nombre; y, a continuación, me nombraban su directora [risas].
–Y esa mujer que un día se subió a un avión de camino a España para ya no regresar, ¿cómo era?
–Tenía un carácter endemoniado [risas] y creía tener la verdad en mi mano. Qué gran error: me quedaba y me queda muchísimo por aprender cómo son realmente las cosas.
«Ha sido un gran aprendizaje desde todos los puntos de vista, incluidos el intelectual y el humano. En España me hice ciudadana, me hice persona»
–¿Qué le debe a este país?
–Vivir aquí ha sido un gran aprendizaje desde todos los puntos de vista, incluidos el intelectual y el humano. En España me hice ciudadana, me hice persona.
–¿Qué aprendió?
–Por ejemplo, a valorar lo importante que es tener un trabajo que te guste.
–¿Y qué le sorprendió?
–Todavía me sorprende, y me gusta muchísimo, esa capacidad tan española de hacer vida en la calle; la cultura de bar es muy interesante, y en general esa capacidad de disfrutar todos juntos fuera de nuestras casas; incluso se puede discutir o estar en desacuerdo, pero con una cerveza en la mano y juntos. Eso me sigue fascinando.
–¿Somos más Quijote o Sancho?
–Quijote, porque además los españoles tienen una cosa muy cervantina y muy positiva: el sentido del humor. Sancho es un poco derrotista el hombre.
Junto al mar
–¿Qué hacemos que le resulte extraño?
–Ya me he acostumbrado, aunque me sigue llamando la atención muchísimo esa capacidad de los españoles para fustigarse por todo, incluso hasta por los aciertos. España tiene una generosidad tremenda para con otros, al mismo tiempo que muchas veces no la tiene consigo misma.
–¿A veces saldría corriendo?
–Sí, sí, sí, todos los días: a un lugar junto al mar en el que poder dedicarme a escribir tranquilamente. Algún día llegará ese momento, lo sé.
–¿Qué es un incordio?
–El ruido, la cantidad de ruido interior; ni siquiera hablo ya del ruido externo. Tengo la sensación de que, en menos de 20 años, todos los mensajes de las redes han comenzado a generar una polución personal y una gran ansiedad, y no solamente por tener cosas, sino también por dar una determinada imagen de nosotros mismos. Además, se ha generado mucha beligerancia y una tendencia a la discusión en bandos, lo que ha eliminado la ironía, la sutileza, el humor fino, el humor negro... porque tendemos a la literalidad, y esa literalidad crispa todavía más; y no me refiero ni siquiera al tema político, me refiero a muchísimos temas: los debates sobre la cancelación y lo políticamente correcto se han convertido en un fenómeno global y preocupante.
«Es un error vivir siempre pensando que el mundo te debe algo»
–¿Qué le hace a usted perder los nervios?
–La gente plana, la gente simple; la editora Eva Serrano, a la que quiero muchísimo, cita siempre una canción de Raphael ['Hablemos del amor']: «Aquella gente que mira la tierra y no ve más que tierra, ¿qué nos importa?».
–La felicidad.
–La encuentro escribiendo; escribir me hace feliz y compañía. También leer; escribiendo y leyendo estoy en paz, tranquila.
–¿Procura permanecer cuerda?
–Bueno, creo que hay que ser responsable y cumplir con las obligaciones y el trabajo, pero demasiada cordura aplana la imaginación, y a mí me gusta que me lleve muy lejos.
–¿Conoce las noches oscuras?
–He atravesado por unas cuantas, sí.
–¿Y?
–Por suerte siempre terminó apareciendo una luz que me calmó. Se siente una soledad tremenda, pero también esa inmensa soledad te aporta lucidez en un momento dado. Te vuelves más lúcido para sobrevivir y saber cómo moverte o dejar de hacerlo; terminas estando más atento, más despierto.
–Dice usted que «la política actual es como un acuario».
–En el sentido de que es agua que no se mueve, agua donde no fluyen nuevas ideas, agua ni creativa, ni imaginativa. Si miramos a la política global, se repiten los motivos de alarma: políticos poco imaginativos y muy repetitivos que siempre recurren a las mismas estrategias: intimidación, propagada...; tristemente es así.
Volver a los clásicos
–¿Literatura para qué?
–Porque hoy se necesita más que nunca. Qué bien nos vendría a todos volver a los clásicos. Creo que si, por ejemplo, nos tomáramos la molestia de leer los 'Entremeses' de Cervantes, entenderíamos que nuestro mundo no es inédito, y que el 'hospital de los podridos' describe perfectamente la sociedad actual... Vivimos en una época ombliguista, que cree que inaugura el mundo.
–¿Le gustaría dedicarse solo a la literatura y dejar el periodismo?
–Ya mismo quisiera poder hacerlo, pero no sería una decisión madura, ni correcta. ¿Qué le voy a contar al lector en mis novelas? Es decir, necesito vivir, necesito conocer, necesito hacer mucha calle para cuando llegue el momento de dedicarme únicamente a escribir; todavía tengo que aprender y que ver muchas cosas.
–¿Qué es un error?
–Vivir siempre pensando que el mundo te debe algo.
–¿El amor ha sido con usted generoso o esquivo?
–La verdad es que nunca me ha ido bien en el amor, honestamente. Y no se por qué. Unas veces porque salgo corriendo yo, y otras porque debo espantar mucho, ¿no? Hoy [16 de mayo], justamente, se cumplen 14 años del día de mi boda. Me casé y me divorcié al año.
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