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Noelia Lorenzo Pino, sentada en un tronco de Erlaitz. Unai Novoa

«La literatura lo cambió todo»

La irundarra Noelia Lorenzo Pino presenta hoy en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy, dentro de Cartagena Negra, un thriller que lleva por título 'Purasangre'

Nerea Adly García

Viernes, 6 de septiembre 2024, 00:50

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Un misterioso mensaje enviado a la 'app' de la Ertzaintza, la policía autonómica del País Vasco, y la desaparición de una joven en la ciudad fronteriza de Irún vuelven a reunir al tándem de policías Lur de las Heras y Maddi Blasco, a quienes ya vimos en acción en 'Blanco inmaculado', anterior novela de la escritora Noelia Lorenzo Pino (Irún, Guipúzcoa, 1978). En una nueva investigación ambas deberán dejarse la piel en una carrera contrarreloj para encontrarla. En esa búsqueda sin descanso destaparán los secretos que oculta el entorno de la desaparecida: miedos, depresión, adicciones, malas decisiones...

La irundarra aterrizará este viernes por primera vez en tierras murcianas para presentar 'Purasangre' (Plaza Janés), un thriller agónico e intrepidante, en las décimas jornadas de Cartagena negra. Será a las 18.30 horas, con acceso libre en el Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy, y la acompañará la escritora Pilar Fernández Senac. La clausura de esta edición tendrá lugar este sábado.

Desapariciones y obsesiones

Es la primera vez que la escritora comienza una novela con una desaparición. «Siempre arranco con un asesinato y esta vez no lo he hecho así, debo reconocer que me dió un poco de miedo en su momento pensar que tal vez no enganchara a los lectores. Pero, por suerte, fue todo lo contrario», señala la autora que confiesa ser una completa obsesionada por las desapariciones, sobre todo, «las que son de alto riesgo, que suelen hacer ruido en los medios de comunicación». Según las estadísticas, «en 2022 se denunciaron más de 26.000 desapariciones, y de esas, son 600 las de alto riesgo. Siempre me enfoco en ellas, y comienzo a mirar en redes, en internet, en las noticias, para ver si se sabe algo de la persona. Por eso en 'Purasangre' decidí que todo girase en torno a una desaparición y en cómo trabaja en cuerpo policial», desvela a LA VERDAD la escritora, que también estuvo desde muy joven ligada a la moda. «Siempre he sabido que soy una persona creativa, por ello también me enfoqué en la moda. Empecé a los 15 y dos años más tarde ya estaba trabajando en fábricas como maquinista textil. También tuve mi propio negocio. Mi vida laboral estaba encaminada por ahí, pero la literatura lo cambió todo».

Guiones y teatro

Escribir siempre ha sido importante para ella, lo hace desde que tiene uso de razón. «Cuentos, poemas... era mi manera de exteriorizar mis emociones, las historias que convivían en mi cabeza, pero jamás soñé con ser escritora. Con 18 años me apunté a un curso de teatro, y ahí me di cuenta de dos cosas: que la actuación no era lo mío, y que lo que realmente quería era escribir, en ese caso, los guiones de las obras», dice Lorenzo. Uos años después descubre la novela negra, y se enamora profundamente de ella. «Pensaba que era un tipo de género más de 'femme fatale', de detective alcohólico, algo más parecido al cine negro. Pero cuando la traté más en profundidad y vi su lado más contemporáneo, con el boom nórdico me atrapó. Descubrí que en ese tipo de novela las protagonistas femeninas son muy fuertes y que llevan a cabo varias denuncias sociales, por eso me enganché tanto y decidí escribir mi primera novela», explica la modista, que ya tiene en su haber ocho novelas publicadas, como 'La sirena roja', 'La chica olvidada', 'Corazones negros', 'La estrella de quince puntas y Animales heridos', todas protagonizadas por los agentes de la Ertzaintza Eider Chassereau y Jon Ander Macua. También ha publicado algunos cuentos en euskera.

Noelia Lorenzo construye tramas alrededor de desigualdades sociales en las que quiere poner el foco. Y 'Purasangre' no ha sido la excepción. «Hablo de la salud mental, porque me parece que seguimos dándole mucho la espalda», reconoce la vasca, que se confiesa triste, por la estigmatización de la misma. «A la gente que tiene un problema de salud mental le da muchísima vergüenza de decir que está yendo al psicólogo o al psiquiatra. Por ejemplo, con la terapia electroconvulsiva, que es una terapia que se utiliza actualmente a diario y es diez veces menos peligrosa que un parto, pero a la gente le da muchísima vergüenza decir que me van a someter a este tipo de terapias. Es triste saber que ayude en un montón de causas, como la depresión, las migrañas o incluso la anorexia nerviosa y haya tanto tabú sobre ella. Hay que dar visibilidad y que no nos dé vergüenza hablar sobre la salud mental», asegura la autora.

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