Juan Ramón Barat: «Jaime I fue un gran seductor, una especie de donjuán»
El autor valenciano publica dos novelas dedicadas a la interesante figura del rey medieval, «un héroe a la antigua usanza, digno de ser celebrado»
Nenea Adly García
Murcia
Lunes, 6 de enero 2025, 00:01
Hay gente que necesita crear para sentirse viva. Un cocinero, un futbolista, un profesor, un músico, un arquitecto, un pintor, un campesino... También es el ... caso de Juan Ramón Barat (Valencia, 1959), que se considera un escritor en búsqueda de respuestas a la inquietud humana. De hecho, desde muy joven descubrió que las palabras «son las mejores herramientas para moldear las ideas, para expresar lo que experimentamos, para dialogar con los otros o para fabular universos», cuenta el valenciano, quien confiesa que tal vez su necesidad por escribir venga por un sentido de permanencia cuando ya no esté. «Tal vez escribo para que mis pensamientos permanezcan cuando yo ya no esté sobre la Tierra. Al escribir, puedo comunicarme con mis semejantes, pero también con aquellos que todavía no han nacido. Alguien podrá leer lo que yo sentía, deseaba o pensaba dentro de cien, doscientos o trescientos años. ¿No se parece eso mucho a la magia?», se pregunta Barat, que es autor de obras como las novelas 'Infierno de neón' (Premio Internacional Ciudad de Salamanca), 'Deja en paz a los muertos' (Premio Hache), 'La sepultura 142', 'Llueve sobre mi lápida' y 'La noche de las gárgolas'.
Últimamente ha centrado su actividad literaria en la figura de Jaime I el Conquistador, publicando sus dos novelas sobre 'La extraordinaria historia de Jaime I el Conquistador' (Algaida). La primera abarca la época de 1213-1251 y la segunda de 1252-1276.
–¿Recuerda sus primeros pasos en el mundo literario?
–Claro, yo iba al instituto. Debía de tener unos trece o catorce años cuando descubrí que la poesía tocaba las fibras más íntimas de mi alma. Leía a Bécquer, Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado y me emocionaba. Empecé a escribir versos, imitando a mis autores favoritos. Por aquel entonces aprendí a tocar la guitarra. Y me gustaban los cantautores, como Víctor Jara, Víctor Manuel, Serrat... Aún conservo algunos de aquellos poemas, como conservo algunas letras de aquellas primeras canciones. Son un recuerdo imborrable de mi adolescencia. Cuando tenía 22 años empecé a salir con la que se convertiría en mi esposa, María José de Llanos. La conquisté escribiéndole poemas. Aquellas composiciones apasionadas las reuní bajo el título de 'Azul y blanco'. Las guardo todas, claro está. Nunca las publiqué y nunca lo haré. Eran el punto de partida del escritor en el que me he convertido.
«El dinero es preciso para vivir, pero yo no necesito reunir muchos euros en el banco para ser feliz»
–¿Por qué se ha centrado en la figura de Jaime I el Conquistador?
–La historia y la narrativa forman un matrimonio perfecto. Viajar en el tiempo y narrar la vida o las aventuras de unos personajes que destacaron en alguna faceta de la actividad humana (ciencia, religión, política, arte...) es apasionante. Hay que averiguar cómo vestían, cómo hablaban, cómo se relacionaban... Leyendo libros entras en contacto con personajes de otras épocas. Alfonso X, el Cid, Carlos I, José Romeu, Juan Bautista Basset o Jaime I, entre otros muchos... Jaime I recorrió casi todo el siglo XIII. Nació en 1208 y murió en 1276. Es decir, vivió 68 años. Una barbaridad para la época. Si nos fijamos bien, el siglo XIII es un siglo espectacular desde el punto de vista histórico. En él tuvo lugar la Reconquista. También es el siglo de los cátaros, de los Capetos, de los mongoles, de los cruzados, de los templarios, de los piratas berberiscos, de los bizantinos, del Sacro Imperio Germánico... Todo eso lo vivió Jaime I en primera persona. Estaba en el centro del huracán y se relacionó con los personajes más notables de su época. Fue, además, un gran seductor. Una especie de donjuán o Casanova. Conquistador también de grandes territorios, como Mallorca, Valencia o Murcia, que se convirtieron en reinos cristianos gracias a él... Es un personaje de película. Un héroe a la antigua usanza, digno de ser celebrado y recordado. Los juglares celebraban sus hazañas. Las mujeres lo adoraban. Los enemigos lo temían. Todos lo respetaban. Vamos, que merecía una gran novela. Y digo grande por la extensión también. La novela que he escrito tiene un título genérico significativo: 'La extraordinaria historia de Jaime I el Conquistador'. Y se divide en dos tomos. La primera parte se titula 'La soledad del rey' y la segunda, 'Un reino en llamas'.
«Estaba en el centro del huracán y se relacionó con los personajes más notables»
–¿Vendrá a Murcia pronto?
–Murcia es una de las ciudades que siempre está en mi cabeza. Quisiera, aunque ahora mismo estoy muy ocupado, ya que acabo de publicar 'Leyendas de Andalucía' con la editorial Vicens Vives. He rastreado por las ocho provincias andaluzas en busca de leyendas de tradición oral. Además, ahora mismo están a punto de salir a la luz otros tres libros. Son 'Regreso a Nowhere', con la editorial Bruño. Segunda parte de la novelita 'Nowhere'. Es una historia fantástica para chicos de 10 a 12 años. También se publica 'El carrusel de los caballos de cobre', en la colección Paralelo Cero de la editorial Bruño, para chicos de Secundaria. Y en la editorial Vicens Vives voy a sacar a la luz una novela también para alumnos adolescentes que se va a titular 'Expediente Bécquer'.
Paz, trabajo y amor
–¿Qué le pide al 2025?
–Lo que le deseo a todo el mundo: salud, paz, trabajo y amor. El dinero es preciso para vivir, pero yo no necesito reunir muchos euros en el banco para ser feliz. Me conformo con tener lo suficiente para ir tirando. Poder tomarme una cerveza o asistir al teatro alguna vez. Creo que el mundo está muy mal gobernado. Los ricos cada vez son más ricos y los pobres cada vez son más pobres. La mayoría de los políticos son unos indeseables, que no pretenden solucionar nada. Solo se preocupan por que los votemos para seguir gobernando, ostentando poder y metiendo la mano en el cajón... No comprendo que los países más poderosos no paren de aumentar el presupuesto militar, siempre pendientes de matar a otros países. Sinceramente, desearía que hubiera un virus mundial que nos inoculara a todos el sentido común.
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