Anabel Úbeda: «Estoy inquieta, siempre se me avecina algo y tengo que estar preparada»
La autora cartagenera, colaboradora del suplemento Ababol de LA VERDAD, presenta el día 11 en Murcia su poemario 'Misivas del desvelo'
«Estás tan callado que casi eres el día de mañana», se lee en una cita de Ocean Vuong que Anabel Úbeda (Cartagena, 1994), profesora ... de Lengua Castellana y Literatura, investigadora literaria y crítica de libros del suplemento Ababol de LA VERDAD, ha incluido en su nuevo poemario, 'Misivas del desvelo', publicado por Bajamar Editores y que se presentará, el jueves día 11, en Libros Traperos –19.00 horas–.
Así explica su nueva obra: «Se erige como el paso lógico tras 'Visiones del refugio azul' [publicado en 2018], en cuyo final se confunden el encuentro con el amado y con una misma». «Esta vez», precisa, «no se cuenta una historia, ni un pensamiento, se establece un diálogo cuyos partícipes quedan difusos, a la espera de la verdadera respuesta, el intento de romper la incomunicación con el otro, con el mundo y con el alma, cuyo único fin es volver a hallar el camino, la paz, entre todas las interferencias».
En este poemario –«me siento apátrida hasta que tu mano alivia la tormenta», escribe la poeta–, habitan altas espigas que fracturan el aire, chumberas ante las que estremecerse, un suicidio de briznas secas, higos, Carmen Conde, rezos, escombros, dígitos bancarios, Caronte, un té con leche, dos hélices moradas, unicornios, incienso...; no es un poemario fácil, no es cómodo, sí exigente en la búsqueda de lectores exigentes. No hay que temer a la oscuridad del bosque, adentrémonos en él.
«Soy mi peor enemiga y, aun así, / me sostengo como una columna / esperando de otros la misma sinceridad, / la misma dureza / con la que yo me corrijo», se lee en 'Misivas del desvelo'. También estos versos forman parte de él: «Estas lágrimas que ves son luciérnagas de plata / que revolotean su infame luz, / sin tener donde posarla».
Su amiga Ani Galván, que le ha escrito un hermoso prólogo y que la acompañará en la presentación de su poemario en Murcia, sostiene que 'Misivas del desvelo' «huele a pólvora y azufre, pero también a madera, a sosa cáustica, al perfume petrificado en ajuares y habitaciones».
«Ya tenemos todos una edad, ya hemos terminado nuestros estudios más o menos, y la mayoría no sabemos hacía dónde vamos a ir, o si vamos a poder tener una vivienda nuestra o estaremos toda la vida picoteando entre trabajos, alquileres...»
La autora ha construido un mundo, que pide ser desentrañado y huye del destierro, en el que la poesía brota de «baterías militares y pantallas parpadeantes», y en el que se nos recuerda «el también metálico regusto de la pastilla bajo la lengua»; un mapa de palabras «donde, a pesar de las oscuridad latente, siempre a punto de cernirse sobre nosotros, el canto mana claridad».
'Misivas del desvelo'
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Género. Poesía.
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Editorial. Bajamar.
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Autora. Anabel Úbeda.
Anabel Úbeda, su poesía y el paso del tiempo: «Este es un poemario experimental, fruto de los años que se van cumpliendo, y de las experiencias que has vivido tú u otras personas próximas a ti: experiencias laborales, amorosas, personales, rupturas y reencuentros, crecimiento académico, independencia de los padres, pisos de alquiler, lecturas, escritores que te influyen, temores, desafíos...».
–¿Vive tranquila?
–Bueno, yo siempre estoy inquieta. Siempre se me avecina algo y tengo que estar preparada. En 2025, por ejemplo, tendré otra oposición. Ahora, lo que estoy intentando que no me falte es un poco de equilibrio, más que estabilidad económica, porque la estabilidad económica en este tiempo es complicada de alcanzar. Por suerte, en el terreno emocional estoy bien, feliz con mi pareja. Creo en el amor de pareja, que para mí es fundamental porque mi pareja es mi hogar.
–¿Qué se propuso?
–Conocerme, aceptarme, superarme. Conmigo convivo a gusto, creo que he aprendido a saber manejar los tiempos y a decir no.
–¿Qué observa usted con preocupación?
–Estamos en un momento donde, y no sé si a consecuencia de todo lo pasado con la epidemia de Covid, cuando precisamente de lo que se hablaba es de que había vuelto con fuerza la importancia que se le tiene que dar a la solidaridad, al amor, al respeto, a la compasión, todo esto ha ido perdiendo mucha fuerza. Ahora estamos enfrentados, torpe y peligrosamente enfrentados. En vez de habernos unido más tras lo mal que lo pasamos todos, ha sucedido lo contrario. Vale que la pandemia nos dejó con un gran cansancio mental, pero eso no es motivo para que hayamos consentido que nos estén moviendo como a marionetas. Todo el mundo quiere tener la razón, la gente no se escucha; y, además, hay mucha que no está dispuesta a luchar por cambiar las cosas, y menos todavía a ponerse de acuerdo con los que piensan distinto. Es una situación muy peligrosa. Estamos inermes completamente.
Jóvenes
–Usted tiene 29 años. ¿Qué papel juegan en este tiempo generaciones como la suya?
–Pues... no lo tengo muy claro. Cuál es nuestro papel, cuál debería ser, es una pregunta que nos hacemos mucho, sobre todo los que hemos nacido entre los años 90 y el 2004. Ya tenemos todos una edad, ya hemos terminado nuestros estudios más o menos, y la mayoría no sabemos hacía dónde vamos a ir, o si vamos a poder tener una vivienda nuestra o estaremos toda la vida picoteando entre trabajos, alquileres... Así que no sabemos muy bien cuál es nuestro papel, además del de que hablen de nosotros en las estadísticas. Yo, por ejemplo, la maternidad no es algo que contemple ni a corto, ni a medio plazo. He podido comprobar como profesora lo complejo que es educar a los hijos en esta sociedad, como también he comprobado que son muy frágiles, mucho más, creo, de lo que lo éramos ya nosotros. Se rompen con muchísima facilidad.
–¿Usted no lo es?
–Yo creo que soy una mujer fuerte que llevo mucho aguantado encima. Y creo también que soy una persona decidida. Mis amigas me dicen que parezco alemana [risas], por lo cumplidora y lo formal que soy.
–¿Y no es cierto?
–No siempre [ríe], también practico a veces lo de ir a mi bola. Y no lo hago mal tampoco.
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