José Carlos Ñíguez Carbonell, abstracción revelada en instantes poéticos
Cálido y evocador, el fotógrafo expone 'Mar: silencios y enigmas' y 'Botánicas del más allá' en el Muram de la ciudad portuaria y La Cholepa de Mula, respectivamente, mientras culmina 'Maleza' para el Botánico de Valencia
Cálido aunque introspectivo, Cartagena y su mar han esculpido en él un amor inmenso por la contemplación de la naturaleza, mientras que la poesía y ... la abstracción plástica han forjado su discurso fotográfico, sereno y evocador. Doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Pediatría y defensor convencido de la excelencia mundial de la sanidad española, José Carlos Ñíguez vive su segunda vida, una en la que la fotografía es lenguaje y ancla. En una reinvención personal de la que no se siente jubilado, sobrepasados ya los 70, pasea entre algarrobos y canteras romanas y acude a diario a dialogar desde el puerto con su mejor psicólogo, ese que se mece entre rocas e instantáneas.
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Autodidacta y nada fetichista con la tecnología, con su Pentax al cuello comenzó a congelar el tiempo en imágenes para preservar la infancia de sus dos hijas y su hijo, desde que en 1982 nació su primogénita. Ya en 2008 su afán íntimo llegó al público en 'Amarrados en azul', fotopoemario que compartió con su hermano Andrés y la poetisa Juana Hernández Conesa. Mal durmiente y de influencias muy pictóricas que danzan entre el informalismo español, con los grupos El Paso y de Cuenca como referencias, y el expresionismo de Mark Rothko o Paul Klee, entre sus fotógrafos de cabecera desgrana los nombres de Aaron Siskind, Edward Benson, Hiroshi Sugimoto, Franco Fontana, Uta Barth, Vari Caramés o Chema Madoz. Su mujer, de baño, él, de secano, se escapan de manera recurrente a Calblanque y Playa del Lastre, lugares en los que brota la poesía que acuna el ritmo de su obturador.
Con pausa y atención extrema a la línea que separa sueño y realidad, actualmente tiene en exposición 'Mar: enigmas y silencios', en el Museo Regional de Arte Moderno (Muram) de su Cartagena natal, donde estará hasta octubre, y 'Botánicas del más allá', que vestirá el estudio-galería La Cholepa de Mula hasta julio. En septiembre inaugurará 'Maleza' en el Jardín Botánico de Valencia, y, aún sin fecha de estreno, da cuerpo a 'Azul, blanco y ocre', proyecto inspirado en Cabo de Gata. Intimista, sugerente y pictórico, Ñíguez es un fotógrafo inmerso en la abstracción y también, rotundamente, un hombre con alma de poeta.
Lunes
18.00 horas. La fotografía y la poesía son dos de las actividades artísticas que más se complementan. Son dos disciplinas que sondean los sentimientos, que los hacen aflorar. Comparo mucho la armonía visual con el ritmo de un verso, porque ambos detienen el tiempo y captan la belleza de la existencia. Esa conexión para mí era inevitable. He tenido una gran amistad con María Teresa Cervantes, una gran poetisa cartagenera que nos dejó hace poco. Tengo un libro con ella, 'Cuando la luz se apague', en el que reflexionamos sobre el mar, ese espacio que nos va a esperar cuando dejemos de existir. En 'Mar: silencios y enigmas' he querido hacerle un homenaje colocando en papel dos de sus poemas, uno de 'Cuando la luz se apague' y otro que me escribió, titulado 'El lenguaje del mar'.
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Martes
10.00 horas. 'Mar: silencios y enigmas' tenía que ser en blanco y negro, algo que he hecho por primera vez. Son fotografías sobre papel de algodón, en mate y enmarcadas sin cristal. El lenguaje del blanco y negro es más emotivo, poético, abstracto, atemporal. Al eliminar el color, la atención se centra en las formas, en las texturas, en las luces, las sombras, los contrastes. Es evocador y misterioso. Con este proyecto intento llevarme al espectador al mundo de la ensoñación, a esa frontera entre la realidad y la fantasía, para que sean los sentimientos del espectador los que construyan su propia imagen, poniendo antes en silencio su mirada. No busco mostrar, sino evocar. He utilizado un tipo de revelado en clave baja, en el que los negros son muy negros y los grises oscuros predominan en la composición, lo cual crea una atmósfera más melancólica. Empecé este proyecto en 2009. Iba fotografiando el mar, acumulando imágenes… he revisado unos 12.000 archivos para 83 fotografías que tiene actualmente. Cuando se expuso en la Real Sociedad Fotográfica, en Madrid, tenía 53 fotos. Después ha estado en Laboral Centro de Arte y Creación Industrial, en Gijón, y volvió a aumentar, igual que en Casas Consistoriales de Mazarrón. El mar es una constante en mi obra y mi día a día. Me acerco al puerto a verlo, y, sobre todo, a olerlo. Es un lugar de reposo, de búsqueda del equilibrio. Es el mejor psicólogo. Su contemplación llega a hipnotizarme.
Miércoles
5.30 horas. Siempre he sido un mal durmiente. No me interesa ya casi nada de lo que sucede porque estoy hastiado de la actualidad. Mis coronarias no están para eso. Ahora estoy reviviendo los wésterns que me ponía de pequeño. La primera flecha que lanza el indio me da y me quedo durmiendo de forma instantánea. A las 5.30 ya estoy despierto, y aprovecho esas primeras horas en las que la lucidez mental es mayor. Siempre tengo música cuando estoy procesando fotografías, algo de jazz o canciones de los 70. Y cuando leo, sigo con fotografía. Tengo entre manos 'Más allá del encuadre. Psicología del hecho fotográfico', de Alfredo Oliva Delgado, y 'Poética fotográfica', de Llorenç Raich Muñoz.
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Jueves
9.00 horas. La naturaleza es una fuente de arte impresionante, lo muestro en 'Botánicas del más allá' y en 'Maleza', que se inaugurará en el Botánico el 19 de septiembre y estará hasta enero de 2026. Esta exposición surgió de un proyecto que estaba haciendo con Enrique Navarro Carretero, 'Multiverso', sobre los silencios que esconden los plásticos de los invernaderos. Miré hacia el suelo y vi la maleza creciendo bajo esos plásticos, un jardín esplendoroso. 'Botánicas del más allá' es un trabajo que inicié hace ocho meses, en el que hago una reflexión personal sobre el mundo vegetal y que es parte de un proyecto más amplio, desde el que reflexiono sobre esas botánicas que existen solamente en mi imaginación. Decía Klee que uno adquiere su estilo cuando no sabe hacerlo de otra forma, y desde hace 15 años me he establecido en esa fotografía semiabstracta y abstracta que podría definir como intimista, sugerente y pictórica.
Viernes
11.00 horas. Mi mujer y yo vamos todos los veranos a Cabo de Gata. Tengo un trabajo muy avanzado sobre este paraje: 'Blanco, azul y ocre'. Es un sitio mágico, telúrico, que nos sirve para recargar energías. Mi mujer es una amante del baño y yo soy de secano. Nos llevamos muy bien, ella va a bañarse y yo a fotografiar. He ido acumulando fotografías a través del blanco de sus casas, el azul del cielo y el ocre de sus tierras. Me gustaría exponer en Almería, y qué mejor que en el Centro Andaluz de la Fotografía, pero aún estoy terminando de escribir el relato fotográfico.
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Sábado
10.00 horas. Vamos mucho a Madrid vía Valencia. Vemos a nuestros nietos, dejamos el coche y, de ahí, con una hora y media de AVE, estamos ahí. Ahora visitaremos PhotoEspaña. Tampoco nos cansamos de ir a Cuenca para ver toda la abstracción española, representada en el Museo de Arte Abstracto. Después de ejercer la Medicina durante 43 años, estoy viviendo otra vida, ni mejor ni peor; distinta. Echo de menos mi actividad como pediatra, pero no me ha costado excesivamente adaptarme a esta vida de jubilado, quizá porque tengo la fotografía detrás. Teniendo salud y a toda la familia bien, lo demás sobra. Todos queremos un país mejor y un mundo mejor, pero eso no está en mis manos.
Domingo
8.00 horas. Me gusta cuidar el jardín de casa. Vivimos en un chalecito a las afueras y tenemos una parcela. Soy un manitas, es una herencia de mis padres. Lo mismo diseño un mueble que me meto a albañil. Abajo tenemos una bodega, donde nos reunimos con los amigos. Tengo un círculo desde la infancia, de Maristas, que dura más de 60 años. En mi círculo fotográfico, está Juan Manuel Díaz Burgos, un amigo para lo que quiera. He aprendido mucho de él y sigo aprendiendo. Más en la distancia tengo a Juan Manuel Castro Prieto y a Benito Román, un fotógrafo que para mí necesita aún más reconocimiento del que tiene. Creo que la fotografía siempre ha sido la hermanita pobre de las artes.
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