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Soportales de la Catedral. El editor y gestor cultural Javier Castro, nacido en Plasencia y residente en Corvera, en la librería Ramón Jiménez de Murcia. VICENTE VICÉNS / AGM
La semana de...

Javier Castro Flórez, el editor de vidas más allá de las palabras

Crítico, andarín, disfrutón y sincero hasta la demolición, el escritor e impulsor de Newcastle Ediciones publicará en 2025 'Mundo libresco', un estriptis con el que desvelará el bello oficio de sacar a la luz obras de no ficción

Domingo, 22 de diciembre 2024, 07:32

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Rodeado de libros y acuarelas inglesas del siglo XIX, vive su segunda vida como editor después de haber dedicado la primera al arte contemporáneo. Estudió Derecho en Madrid, aunque su experiencia de más de 30 años como gestor cultural, tras estudiar uno de los primeros másteres del ramo, le ha llevado a organizar con entusiasmo –como relata con una guasa marca registrada– la fiesta del cerdo engrasado en Aliseda (Cáceres), montar belenes vivientes y cursillos de macramé, comisariar exposiciones o poner en marcha bibliotecas. Cacereño de cuna afincado en Murcia, ahora en Corvera, desde 2008, Javier Castro asegura vivir una vida feliz haciendo libros desde 2015 con Newcastle Ediciones, sello de literatura de no ficción centrado en diarios, memorias, libros de viajes, crónicas y ensayos. Incómodo crítico ajeno al elogio social, azote de la endogamia cultural que, en sus palabras, aqueja a la Región, y administrativo en el Instituto de las Industrias Culturales y las Artes (ICA), dedica su esfuerzo creativo a proyectos propios como el que le llevó a montar el museo más pequeño del mundo en una casa de muñecas de dos plantas y ático, la Fundación Newcastle, de la que nació su editorial. Montañero solitario y megalómano en sus deseos, atrás quedan sus años al frente de la galería Bores & Mallo, con sedes en Cáceres y Lisboa, con la que participó en 7 ediciones de ARCO. Atrás quedan también sus días frenéticos en Madrid y sus viajes por Egipto y Marruecos, donde aprendió a odiar la injusticia social. A sus 58 años, zambullido en esa segunda vida, deja una reflexión que es todo un aviso a navegantes: la felicidad es más importante que el prestigio.

Lunes

17.00 horas. Como yo mismo soy un inmigrante en Murcia, soy el menos murciano de los editores murcianos. El número dos de 'Revista Murciana de Letras', que presenté en octubre, es un ladrillo monográfico de 470 páginas dedicadas a las librerías y bibliotecas. Es un proyecto que quiero hacer durante diez años. Intento concitar las mejores voces. Siempre quiero lo mejor, y me da igual de dónde es la gente. Se nota que es una revista de alguien que vive en Murcia, pero no de alguien obsesionado con la murcianía, el pastel de carne o las Fiestas de Primavera.

Martes

20.00 horas. Mi vida es súper ordenada. Voy a Murcia a trabajar, vuelvo a Corvera a comer y estoy allí por las tardes. He pasado de vivir en la calle Correos de Murcia, frente al gastromercado, con un ruido brutal, a estar en un pueblo en el que el primer mes no podía dormir de tanto silencio. Viviendo en el cogollo, iba a todas las presentaciones. Ahora soy una especie de monje cartujo. Es una vida que aburriría al 90% de los seres humanos. Amo a Murcia con un amor de madurez. Le debo todo. Aquí me arreglé los dientes, encontré pareja, me compré un coche... No soy un avinagrado. El hecho de que no publique más autores murcianos no lo digo con orgullo. Ojalá encontrara más autores de Murcia que me interesaran.

Miércoles

18.00 horas. 'Mundo libresco' es un libro sobre las periferias del libro, sobre el tipo de editor que soy. Voy a sacar textos sobre cómo se venden los libros, las ferias y esos rituales tan extraños que son las presentaciones. Pretendo que quien lo lea vea perfectamente el tipo de libros que hago. En realidad es un estriptis, como un OnlyFans, pero de libros. He recibido unos manuscritos tan buenos que me he colocado el último de la fila y he pospuesto su publicación a después de verano, para que dé tiempo a participar en la Feria del Libro de Murcia en octubre. Para mí el reconocimiento está en cuando recibo un libro y doy vueltas en la cama del entusiasmo que tengo. Me pasó con un manuscrito de Emilio Gavilanes. Es una maravilla que lo quiera hacer conmigo. Ahora publico también el primer libro de una chica de Barcelona, Marina Garmendia. Otra maravilla. Con los años le he cogido manía a los mamotretos de 800 páginas. ¿Y si mañana me da un infarto en la página 400? La editorial tiene también esa idea de que los libros se puedan leer en dos tardes. La vida es cojonuda para vivirla. Si estás todo el día leyendo y no sales a la calle, estás acabado.

Jueves

17.30 horas. En el gremio de editoriales de la Región hay muchísimo amor. Hemos coincidido diferentes iniciativas con una buena sintonía profesional, aunque desde las administraciones públicas no hay un apoyo real. A alguien que lee no puedes argumentarle con tesis de primero de la ESO, que son las que se manejan en la política hoy día. La feria del libro de un sitio como Mérida, con menos de 50.000 habitantes, tiene más dotación que la de Murcia, con 400.000. Buena parte de los proyectos culturales son de un cateto que te mueres, porque piensan en cosas de Murcia para murcianos. Es de una endogamia brutal, cuando España es muy grande. Soy muy crítico con las políticas culturales que se hacen en Murcia y con el propio mundo de la cultura murciana. Me produce asco. Me recuerda mucho a un carrusel de caballitos, siempre con las mismas personas... Son los mismos los que cortan el bacalao. Mi modo de protesta ante lo que considero prácticas extrañas no es amargarme, es hacer mis proyectos bien, con la máxima ilusión.

Viernes

21.00 horas. Para mí salir de fiesta es irme a Carrascoy, escuchar los pájaros, ver los pedruscos y la soledad. Soy una persona bastante feliz. Estuve casado, lo pasé bien, lo pasé mal, hubo un día cuando fui galerista que una noche en ARCO me palpé los bolsillos y llevaba 40.000 euros en cheques. He sido el rey del mambo, pero no tengo nostalgia. A los 58 años estoy contento con los libros que hago, salgo con Concha Martínez Barreto, una chavala que me parece la mejor artista murciana y que no puede ser más guapa. Para mí la felicidad es más importante que el prestigio. Si el precio que tengo que pagar es el de ser un pringado, me da igual. Envidio mucho a la gente que tiene esa amistad que te hace ver como buen poeta a un poeta terrible. Soy incapaz de decir que un libro es maravilloso si no me lo parece. Leer y hacer libros es algo que a mí me da mucha felicidad; no es una anécdota ni lo hago por el ego. No me muevo bien en las fiestas, y al final me pongo cerca de los canapés. Mi gata, 'Misha', me ha hecho mejor persona: convivir con alguien tan extraño como un felino te hace ser más tolerante.

Sábado

9.00 horas. Soy muy andarín y tengo cerca el Pico del Águila. Voy solo, que es lo que no se debe hacer nunca. Me meto romero en los bolsillos: si encuentran mi cuerpo putrefacto, por lo menos que esté aromatizado. Salgo a andar con el librito. No me interesa en general la ficción. Me interesan muchísimo las personas. Como soy muy tímido, tengo una enorme curiosidad por la gente. La novela distópica, una historia que se inventa menganito, no me interesa nada. Todos los libros de la editorial tienen una identidad muy fuerte. Cuando sale un nuevo libro de Newcastle, los lectores saben de antemano cómo va a ser, aunque no conozcan al autor. Son especiales, con una escritura transparente, sin filigranas... Me gustan los libros de estilo cervantino. Hay un ejemplo extraordinario de esto en Murcia que es Manuel Moyano. He sacado una colección nueva, 'Clásicos Newcastle', con la que recupero libros descatalogados. Este año publico uno de Moyano de hace 25 años, 'Galería de apátridas'. Pura alquimia.

Domingo

13.30 horas. Me encanta ir al rastro al lado de la pasarela Manterola. Soy comprador de libros de segunda mano. El ritmo que yo llevo de lectura está por encima de mi cuenta corriente. No puedo leer solo novedades de librerías porque no me daría la pasta. Tengo treinta 'billys' [modelo de estantería], y el día que me quede en paro me voy a Ikea a montarlas. Aún me caben seis más. El formato digital es un horror. Cuando muera Emilio [Gavilanes], muera yo y muera todo dios, va a perdurar el objeto. Es una especie de bomba del tiempo, como tener un hijo. Tengo muchos libros con dedicatorias. Para mí es especial 'El Quijote' que me regaló mi madre en mi primera comunión y que leí merendando nocilla. Hay dentro migas de pan de hace 50 años. Yo he envejecido, pero el libro sigue anclado en mis 9 años.

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