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La diseñadora yeclana María José Ortiz, con una de sus prendas. JULIA DÍAZ

«Me invitaron a la Fashion Week de París y no podía decir 'no'»

Moda. La yeclana María José Ortiz, que acudió a la capital francesa con mascarillas 'customizadas', prepara una colección que integrará este elemento

Viernes, 29 de mayo 2020, 00:41

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Desde niña, María José Ortiz soñaba con diseñar y coser sus propios vestidos. Con tres años, recuerda, ya tenía claro que quería dedicarse a la moda, pero su sueño no era el que para ella había previsto su padre. «Él –dice esta yeclana enamorada de las formas– quería que trabajara en su empresa, como mis hermanos. No quería que fuese diseñadora». Los comienzos, afirma Ortiz, responsable de la firma de moda Candidas, en Yecla, «fueron duros». Se formó en Valencia, en el Centro de Estudios Superiores Barreira, precisa, y con ese aprendizaje instaló nada más terminar un pequeño taller en su propia casa. Pronto, dice, se dio cuenta de que allí no podía recibir a las clientas, y le compró a su padre el local en el que hoy sigue trabajando y recibiendo encargos a medida, fundamentalmente trajes de fiesta y de novia.

Hace tres meses tuvo que viajar a París. «Me habían invitado a acudir a la Fashion Week y no podía decir que no a uno de mis sueños». Entonces los primeros casos de Covid-19, ya habían dado la cara en Europa y también en España, aunque las fronteras todavía no estaban cerradas. Cogió un avión y voló a la capital francesa con una maleta llena de diseños. Entre ellos figuraban varias mascarillas quirúrgicas que había forrado con la tela de sus vestidos, una de ellas de lentejuelas negras, con la que luego se fotografió bajo la Torre Eiffel. Era finales de febrero. Ya entonces, Ortiz se había percatado de que este elemento, en aquel momento agotado en casi todas las farmacias, se iba a convertir en un complemento más a tener en cuenta en el mundo de la moda.

«Recibí muchas críticas. Me decían que estaba banalizando un tema muy serio, pero no era así. Para mí era una forma de adaptarme a la situación»

«Recibí muchas críticas. Me decían que estaba banalizando un tema muy serio, pero no era así. Para mí era una forma de adaptarme a la situación. Tenía claro que debía llevar mascarilla porque si una persona infectada no presenta síntomas hasta varios días después, yo no podía saber si quien iba a ir a mi lado en el avión iba a tener o no el virus, era de cajón, y de hecho, creo que si todo el mundo hubiese llevado mascarilla desde el principio, no se hubieran producido tantos contagios».

Su próxima propuesta reflejará «la emoción de París» y la «tranquilidad de un hogar sin estrés»

Sueños

Hace dos años, narra Ortiz, una enfermedad le llevó a pasar por el quirófano y a replantearse, de golpe, su forma de vida: «Entonces pensé que, si podía hacerlo, iba a intentar cumplir todos mis sueños». De aquella experiencia guarda todavía la imagen de los médicos protegiendo su rostro con sendas mascarillas quirúrgicas. Volver a ellas al volar a París le «traía muy malos recuerdos», pero no quería dejar pasar la oportunidad de viajar, así que «las customicé», declara. Todos sus diseños incluyen ahora una mascarilla que ella misma esboza como una prenda más, y que elabora, explica, con «telas especiales para que se puedan lavar»; y «con forma para poder llevar los labios pintados sin manchar», matiza risueña.

En septiembre tiene previsto volver a París. En la 'ciudad del amor' presentará una colección en la que reflejará, señala, los sentimientos que ha experimentado durante la cuarentena. Mostrará, desde tules y mariposas que representan «la emoción con la que llegué de París tras ver realizado un sueño», a blancos puros y transparencias asociadas «a la tranquilidad de un hogar sin estrés, como el que he vivido este confinamiento con mi marido y mis dos hijas»; pasando por el negro de los días más difíciles. Es una colección, detalla, testigo de sus altibajos en estas semanas de encierro que también contempla mascarillas a juego con cada prenda.

Alta costura

Ortiz está convencida de que este elemento de protección va a ocupar espacio en escaparates y pasarelas de moda, y que su uso, ya obligatorio en lugares públicos en los que no se pueda garantizar la distancia de seguridad, se alargará en el tiempo. Ya hay mascarillas de colores y con estampados de todo tipo. Ella apuesta por integrarlas en los diseños de alta costura, aunque también ha proyectado una línea neutra con su logo.

Sus clientas, asegura, están encantadas con la propuesta. Aunque, afirma, muchos de los encargos que había recibido antes del estallido en España de la pandemia se han visto anulados. Para ella, la suspensión de celebraciones, como bodas y otros eventos, ha supuesto «perder todo un año» de trabajo. «Ahora tengo la incertidumbre de si vendrán o no a por los encargos ya hechos o si los que me anularon llegarán luego de golpe si vuelven a programarse las celebraciones».

Sus prendas, cuenta la diseñadora, con cerca dos décadas de experiencia, se inspiran en los años 50. «Me encanta esa época», reconoce. Cree que, en el día a día, se ha perdido «la elegancia de esos años», y que las mallas, apunta, han ganado la batalla a las faldas y a los pantalones destinados a marcar curvas femeninas. También a los «vestidos de princesa» con los que sueña y se fotografía, ya sea en la calle o en el salón y la cocina de casa. Y es también por ello por lo que se niega a que las mascarillas quirúrgicas inunden bodas y eventos de fiesta.

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