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Jean Cassou, amigo de Fenosa y conservador del Museo de Arte Moderno de París, incorporó la escultura a sus colecciones, pero tras la muerte de Fenosa su viuda, Nicole, insiste en que el monumento debe instalarse en Oradour, donde se inaugura, finalmente, el 25 de junio de 1999. María Pardo, arriba, pereció el 10 de junio de 1944 bajo el fuego de Oradour, con sus tres hijos de 3 años, y 10 meses (los pequeños). Abajo, Antonia, que murió en la iglesia con su hija Nuria, de 9 años.

Las hermanas de El Esparragal que simbolizan el horror nazi

Homenaje. El escultor catalán Apel·les Fenosa representó en 1944 en una escultura a las 642 víctimas de la Masacre de Oradour, entre ellas María y Antonia Pardo y sus hijos

Miércoles, 29 de abril 2020, 02:15

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De todas las experiencias de la vida, tal vez sea la guerra la más vil y canalla –sin menospreciar todas las demás–. Será en la Segunda Guerra Mundial cuando la muerte sorprenderá en Francia a dos emigrantes murcianas, dos hermanas nacidas en El Esparragal, dos refugiadas de la Guerra Civil que, como tantísimos españoles, cruzaron la frontera pirenaica huyendo, como los personajes del 'Guernica' de Picasso, del horror.

Antonia Pardo Guirao (El Esparragal, 1912 ) y María Pardo Guirao (El Esparragal, 1908) aparecen en la lista de los 19 españoles asesinados en la llamada Masacre de Oradour. Fue el 10 de junio de 1944. Esta fecha corresponde a uno de los episodios más execrables de la Seguna Guerra Mundial, cuando las unidades armadas de las SS, las Waffen-SS, entran en la población francesa de Oradour-sur-Glane, a 22 kilómetros de Limoges. Los nazis [la 3ª compañía del primer batallón del Regimiento der Führer de la División SS Das Reich], según la investigación del historiador David Ferrer Revull, ejecutaron de la manera más siniestra a 642 personas. A los hombres los disparan; a las mujeres y a los niños los encierran en la iglesia y le prenden fuego con todos dentro.

El escultor catalán Apel·les Fenosa, exiliado en París, recibiría unos meses más tarde el encargo de un monumento en recuerdo de las víctimas, una gran escultura en bronce que representa una mujer embarazada desnuda, ardiendo sobre las llamas. La Fundación Apel·les Fenosa del Vendrell (Tarragona) estaba preparando una exposición sobre la historia de esta pieza, cuya inauguración, con asistencia de familiares de las víctimas españolas, se esperaba el 28 de marzo, pero la declaración del estado de alarma dio al traste con los planes.

El monumento, que fue censurado por el obispo de Limoges, lleva unos versos de Paul Éluard

«La herida no está cerrada»

El director de la Fundación, José Miguel García, comentó ayer a LA VERDAD que este asunto es «muy delicado desde el origen» por lo terrible de los acontecimientos de Oradour, desconocidos para muchos seguramente. «La herida no está cerrada, lo que le pasó al monumento es un poco consecuencia de lo que sucedió aquel día en esta población, porque lo lees aún hoy y parece increíble». En efecto, Oradour-sur-Glane no era un nido de resistencia, subraya José Miguel: «Fue el azar que se cruzó en la historia. Lo que hicieron los alemanes en ese lugar es espantoso, porque rodean la población, confinan a todo el mundo, separan a los hombres, a las mujeres, a los niños y a los ancianos. A los hombres los fusilan a todos, pero no a matar, sino por la parte baja de la cintura, para que no se acaben de morir y sufran. Y a los demás los ponen en la iglesia y la queman. Es algo difícil de asumir».

¿Quiénes eran estas dos murcianas? El historiador Ferrer Revull ha podido documentar que Antonia, la mayor, se había casado con Francisco Lorente Prior, también nacido el El Esparragal, una pedanía de la huerta de Murcia. Ambos se habían mudado a Barcelona, donde tuvieron dos hijos. En Barcelona ella regentaba una tienda de alimentación. Según el historiador, durante la guerra Francisco se alista en la columna Durruti [milicia antifascista de corte anarquista]. Antonia cruza la frontera en Portbou, camino del exilio, en febrero de 1939. Y se instala en Oradour.

Antonia fue una más entre tantos españoles en ese concurridísimo paso a Francia. Entre la avalancha de militares y civiles que intentaban cruzar por el Coll d'Ares estaba el pintor murciano Ramón Gaya, que el 11 de febrero de 1939 logra su objetivo y dos días después alcanza Perpiñán caminando, donde conocerá la muerte de su esposa, Fe Sanz, en el bombardeo de Figueras (Gerona) y que su hija Alicia, de dos años, ha sido embarcada en un convoy a París con Carmen Muñoz, esposa de Rafael Dieste.

Oradour también fue el lugar donde irá a parar María Pardo Guirao, que había contraído matrimonio con José Serrano Robles, de Purchena (Almería). Juntos tuvieron tres hijos: Armonía, la mayor, y los mellizos Aitor y Francisco. Aquel día de 1944, las dos hermanas y sus familias están en Oradour. Antonia y su hija Nuria, de 9 años, y María y sus tres hijos de 3 y 10 meses de edad se cuentan entre las víctimas de la llamada Masacre de Oradour.

Una mujer embarazada

El monumento de Apel·les Fenosa, describe el director de la Fundación, representa a una mujer embarazada y desnuda, quemándose con los brazos hacia arriba, «un poco como la mujer del 'Guernica' de Picasso». De aquella masacre el símbolo fue el drama de los niños, de ahí que la figura de Fenosa esté embarazada. «La expuso en París, y tuvo mucho éxito», incide el director de la Fundación. «Sin embargo, la censura comienza cuando el obispo de Limoges pone objeciones porque considera que una mujer embarazada y desnuda no es propio para una efemérides como esa, de modo que el monumento, fundido en bronce y sufragado por el Partido Comunista, no se instala en Oradour y se fue arrinconando y hasta 55 años después no lo colocan».

Mientras el director de la Fundación estaba organizando la exposición conoció a Ferrer Revull, que estaba documentando los españoles muertos en Oradour. «Este historiador lo hace por puro altruismo, por sacar de la memoria a estas personas y ponerles cara y saber quiénes son, y ha sido una circunstancia fortuita, y así es como hemos ido sabiendo de la vida de estas hermanas de El Esparragal. Es terrible porque ves que son dos hermanas y sus niños, y cómo por razones de la historia acaban en Oradour y muertas las dos». En ese momento, el escultor Fenosa era amigo de Picasso y de Paul Éluard, «que le redacta un epitafio para la base de la columna, en el que dice, más o menos: 'Aquí los hombres cometieron la peor injuria que pueden hacer a sus madres, no salvar la vida de los niños'. Y por eso el concepto del niño tiene mucho valor para el escultor, porque el drama afecta a todas las ciudades y condiciones, pero es que en estas dos hermanas encontramos dos mellizos de meses». Fenosa, no obstante, dice el director de la Fundación, desconocía la historia de estos españoles. «Lo que sabemos es que todos eran republicanos que habían cruzado la frontera en el 39, que fueron distribuidos en campos de concentración, y que al final van llegando a ciudades donde pueden rehacer sus vidas y trabajar. El pueblo de Oradour, de hecho, fue abandonado».

Sin escapatoria

Antonia perece con su hija, pero tenía un hijo más, del que se desconoce su paradero. «No muere porque seguramente no va con ellos. Da la impresión de que el marido de Antonia se salva y quizás el hijo no pasaría la frontera. Lo que es muy fatídico es que dos hermanas que consiguen atravesar la frontera, con lo que eso significa, que se reúnen después y pueden rehacer su vida en un pueblo de Francia... que acaben así es un auténtico drama». La Fundación Apel·les Fenosa expresa su voluntad de contactar con el Ayuntamiento de Murcia y el Museo Ramón Gaya para establecer futuras alianzas culturales.

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