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Posado, antes de la corrida, en la Plaza de Toros de Murcia. Nacho García / AGM

Una gran fiesta contra el cáncer

El festival de la AECC celebra su XXV edición con una exitosa tarde. Trece orejas y tres rabos en un festejo de alto nivel artístico

Francisco ojados

Domingo, 7 de abril 2019

Tarde de celebraciones en La Condomina. El Festival a beneficio de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) alcanzaba su vigésimo quinta edición y en los prolegómenos del festejo hubo entrega de recuerdos a todos los toreros actuantes, como es habitual, en esta ocasión entregados por el presidente de la AECC, el Dr. Manuel Molina Boix, al que acompañó el presidente de la Comunidad Autónoma, López Miras.

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El festejo fue un auténtico éxito, con buen ambiente de público, que no llegó a llenar la plaza pero que sí cuajó la plaza en tres cuartas partes de su aforo. La predisposición de los toreros y el juego de la corrida de toros de Santiago Domecq, fueron los condimentos para una celebración de alto nivel artístico, que acabó con trece orejas y tres rabos. Festejo histórico.

Abrió plaza el rejoneador Sergio Galán, que brindó su actuación al público. Lidió un toro de Los Espartales con volumen, que salió algo distraído. Tras dos rejones de castigo, que dejaron muy mermado al toro, Galán puso en liza a Embroque para comenzar el tercio de banderillas, con un buen par. Con la res ya muy parada, finalizó con Óleo colocando una rueda de cortas en la que mostró su buen oficio. El rejonazo final, en todo lo alto, propició la petición de trofeos. Paseó dos orejas. Las primeras de la tarde.

Vídeo. Toros Sureste

Impecable, con un original vestido de corto, se presentó en este festival Javier Conde. Gustó su puesta en escena con el capote, llegado a la grada un galleo al paso por chicuelinas y gustándose de verdad en acompasadas verónicas y en una vistosa media. Brindó a José María Requena, quien fuera novillero, una faena de chispazos. Se dejó mucho torear el toro de Santiago Domecq y dio un recital el malagueño de su peculiar tauromaquía, en una faena con vaivenes, con sus momentos álgidos, esos en los que dibujó muletazos muy enganchados, dando largura a las buenas embestidas del bovino. Los pases de la firma, y el de las flores tras la personal danza de puntillas camino hacia el toro llegaron a la grada y como mató con eficacia con tres cuartos de acero en el rincón de Ordóñez, fueron para el de Málaga las dos orejas.

Rafaelillo comparecía en un festival que para él es especial. Sorteó un toro de bonitas hechuras, que acabó por embestir con por el pitón derecho. Lo quiso saludar con lances rodillas en tierra, pero el de Santiago Domecq se abrió demasiado y no repitió al capote que le ofreció el murciano, quien ya de pie lidió a favor de un toro que empujó a la cabalgadura en el puyazo que recibió. Tras el brindis a Pedro Martínez, comenzó la faena de muleta de rodillas, poniendo toda la carne en el asador. Tuvo enjundia la primera parte del trasteo, por el pitón derecho, el bueno del astado, con dos series rotundas, de mano baja, temple y ligazón, bien rematadas con los forzados de pecho. Cambió la embestida del burel por el pitón izquierdo, y tuvo que volver a la diestra para cerrar una faena bien enlazada que acabó de una casi entera en buen sitio. A manos de Rafaelillo fueron los máximos trofeos que paseó sonriente en una aclamada vuelta al ruedo.

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El cuarto de la tarde fue un bonito burraco que tocó en suerte a El Fandi. El granadino demostró un amplio sentido del espectáculo, en una actuación muy completa, que inició con una larga cambiada que sirvió de saludo. Ya erguido toreó con buen son a la verónica y después del puyazo realizó un quite variado combinando chicuelinas y tafalleras. Protagonizó el tercio de banderillas y colocó hasta cuatro pares de rehiletes. Los dos primeros de poder a poder, el tercero al violín y uno de regalo, que resultó el de mayor mérito de todos, entrando por los adentros. Conocedor de la plaza y del público de este festival no dudó en iniciar la larga faena de muleta bajo los tendidos de sol, de rodillas. Luego fluyeron series en las que hizo fácil el toreo y el final fue de fuegos artificiales, con un desplante a cuerpo limpio, genuflexo, con el que prendió el graderío. Culminó de un buen espadazo entero y a sus manos fueron a parar las dos orejas y el rabo como premio.

Después de la larga merienda, saltó al ruedo el quinto toro de la tarde, un toro que sacó genio y obligó mucho al diestro extremeño Miguel Ángel Perera, quien dio un dimensión de magnífico profesional. Se tomó el festival con la seriedad de una corrida de toros y se impuso a las dificultades del cornúpeta con una solvencia y un valor que lo acreditan como figura del toreo. Ya puso temple en las verónicas de saludo y variedad en el quite por chicuelinas y talaveranas. Brindó al público y faltó un pelo para que el toro no lo cogiera en un inicio con la pierna arqueada en la que no quiso perder un paso. Faena de muchos quilates, de compromiso absoluto, en la que se dejó llegar los pitones a la calzona y en la que terminó por dominar absolutamente al enemigo. Al segundo intento culminó con la espada, y una labor de gran fuste quedó en dos orejas.

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El colorado ojo de perdiz que le correspondió a López Simón tuvo su trapío y una calidad en la embestida extraordinaria. Solvente en el saludo de capa, también se lució en un quite combinado. Brindó al respetable y ,con las rodillas clavadas en el albero, Iigó una serie en redondo que metió de lleno al personal en la faena. Su labor fue muy completa, aprovechando al gran toro por ambos pitones, toreando con clasicismo y buena elección de los terrenos, para firmar un final de magia, pasándose al toro por donde quiso, con arrucinas imposibles. Los tendidos lo siguieron con clamor. El mismo con el que pidieron los máximos trofeos que el de Barajas paseó.

Puso broche al festival el alumno de la Escuela de Tauromaquia de la Región de Murcia José María Trigueros, que sorprendió. Tuvo para ello un eral ideal para la ocasión. Bravo y repetidor. Se fue a porta gayola el muchacho, donde recibió con la larga cambiada al ejemplar de Santiago Domecq. Brindó al público y la faena de muleta caló en los tendidos, y agradó a un público que durante las tres horas de festejo no tuvo tiempo de aburrirse. Puso actitud Trigueros que comenzó su labor de muleta de rodillas. Luego se pasó muy cerca al novillo, pegó pases buenos y dotó a su obra de una sintonía impropia de torero tan nuevo. En novillero, no faltó una voltereta de la que volvió a la cara del astado con valor. El borrón lo echó a espadas, donde si se vieron las carencias de su falta de oficio, pinchando reiteradamente.

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Y así acabó un festival triunfal. Y ya van veinticinco.

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