Gala Hernández: «No me interesa el 'glamour' de la alfombra roja, yo quiero hablar de mis películas»
«Me interesaba ver cómo el futuro se ha convertido en un activo financiero en sí mismo»
Barcelona, París y Berlín. Tres ciudades donde la cultura está viva. Tres formas de entender la cultura. Tres escenarios desde donde contar la historia de ... una joven cineasta que está nominada a un premio César -que otorga la Academia del Cine Francés el 23 de febrero- en la categoría de Cortometraje Documental. Ella es la murciana Gala Hernández (1993) y su obra es 'La mecánica de los fluidos', una inmersión en la comunidad 'incel'. Antes de la cita con el cine galo, el 19 de febrero estrena su segundo corto documental, 'For here am I sitting in a tin can far above the world', en la Berlinale de la capital alemana. Y mientras, instalada en Madrid, disfruta de una residencia de escritura para desarrollar su próximo proyecto, sobre la cultura cripto.
-¿Qué anda haciendo?
-Tengo pronto el estreno en Berlín y a la vez estoy rodando en Madrid el siguiente documental. Todo se está solapando un poco.
-¿Se puede adelantar algo de este nuevo trabajo?
-Es una docuficción sobre la cultura 'cripto' en España y sobre los españoles que están interesados en las criptomonedas y los vínculos entre criptomonedas y desarrollo personal y discursos pseudomísticos, espirituales, etcétera. Y como telón de fondo, la crisis financiera de 2008.
-Su segundo trabajo, 'For here am I sitting in a tin can far above the world', trataba también sobre el mundo cripto. ¿Cómo surge?
-Surge de una investigación que llevo haciendo desde antes de que terminase 'La mecánica'. El tema 'incel' se me acababa y me puse a investigar otra comunidad virtual: las criptomonedas. Me interesaba mucho ese mensaje de fantasía, de sueños, de promesas, de emancipación, de libertad, de éxito... discursos que calan mucho entre los jóvenes, más que entre otras generaciones. Porque es una generación que en España se desengañó desde la crisis de 2008, con esa sensación de que quizá los estudios no se valoraban como pensábamos, de que iba a ser más difícil encontrar trabajo, comprar una casa y tener cierto confort que nuestros padres tuvieron y que nos prometieron que sí que sería posible acceder a él. Hemos visto que eso ha fracasado y los jóvenes buscan alternativas y una de ellas son las criptomonedas. A partir de ponerme a investigar todo el tema cripto, de un encargo surge el proyecto que se presenta en la Berlinale ahora, centrado en los vínculos entre criptomonedas y y criogenización.
En tragos cortos
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Un viaje pendiente Japón
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Un lugar al que volver California
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Un libro de cabecera 'Cumbres borrascosas'
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Un pintor Georgia O'Keeffe
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Un músico Chilly Gonzales
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Un personaje histórico Aleksandra Kolontái
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Un postre Tarta de queso
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Una manía Cuando me voy de los sitios miro hacia atrás todo el rato, comprobando si me he dejado algo
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Una prenda de vestir Vaqueros
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Un sueño cumplido Poder hacer películas
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Un consejo Intentemos huir del imperativo de ser normales
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¿Qué último regalo ha recibido? 'Crypto forever', de Sally Olds
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Un político Sandrie Rousseau
-¿Criptomonedas y criogenización?
-Es decir, esas tecnologías que te prometen, por ejemplo, a través de unos procesos químicos que se realizarán cuando fallezcas, poder reanimarte cuando la ciencia lo permita. Me interesaba mucho pensar en ese tipo de tecnologías especulativas que son tanto las criptomonedas como la criogenización, que se basan en hipótesis futuras y en avances futuros de los que no hay nada en el presente o hay muy poco. Me interesaba ver cómo el futuro se ha convertido en un activo financiero en sí mismo. A partir de ahí me interesé por un personaje concreto que es el protagonista. Se llama Hal Finney y era un informático californiano que falleció en 2014 y que se criogenizó. Él ocupa un papel bastante importante en la historia de la primera criptomoneda, el bitcoin, pues fue la primera persona que recibió una transacción de bitcoin en la historia.
-¿Cómo está siendo su experiencia en los festivales de cine?
-Ya no me pongo tan nerviosa, porque al llevar tantos al final lo que sucede es lo mismo: presentas la misma película y respondes a preguntas y al final pierdes un poco la presión o el miedo. Sin embargo, los César es otro nivel, porque tienen un lado muy glamuroso porque lo ponen por la televisión y todo el mundo lo ve. Tienen otro nivel de visibilidad y de 'mainstream' que sí que me hace estar más nerviosa.
-Una gala que cuenta con todo tipo de parafernalia, para la que hay que pensar en qué ponerse, preparar un discurso...
-Sí. A mí, francamente, todo el lado del 'glamour', la alfombra roja, el vestido... me da bastante pereza. No me interesa mucho. Creo que es algo que hemos importado de Estados Unidos y de la cultura de Hollywood, de las estrellas y de los actores icónicos y que en realidad a ti como cineasta te da un poco igual. Tú quieres hablar de tus pelis y lo haces porque es una manera de ayudar a que la película se vea más.
-Parte de su éxito quizá esté en las temáticas abordadas, centrándose en comunidades conocidas pero en las que no se ha puesto el foco.
-Sí, me fijo en comunidades que han sido un poco ignoradas. Son comunidades pseudomarginales o que están al margen del sistema. A la comunidad cripto no se le presta mucha atención. Se les considera gente un poco perdida. A mí me interesa justamente la gente que está un poco en los márgenes y gente con la que no tengo necesariamente mucho que ver. El otro día fuimos a rodar una convención en un evento de educación financiera en Barcelona. Allí estaban un montón de jóvenes fanáticos de las finanzas y del 'trading' y yo pensé que en la vida hubiese ido allí por mi propio pie. ¡Qué maravilloso es el cine y mi profesión que de pronto me puede llevar a ese sitio a conocer a gente y a estar en situaciones que jamás viviría de ser de otra forma! El cine te permite vivir muchas vidas en una o, al menos, acercarte a subjetividades y experiencias del mundo completamente distintas a la tuya que te enriquecen mucho.
-¿Qué otro proyecto tiene en mente?
-Me gustaría, cuando acabemos este año el corto, comenzar un largo que fuese sobre teorías de la conspiración y sobre una serie de movimientos que se han identificado como 'conspiritualidad'. Son comunidades en las que convergen una visión del mundo un poco conspiranoide con teorías conspirativas mezcladas con espiritualidad y pensamiento 'new age', un poco místico y un poco mágico. Me interesan muchísimo ese tipo de comunidades sobre las que se está trabajando muy poco en cine. Quizá me acerque un poco más a la ficción pero partiendo siempre desde el documental. Algo híbrido.
Polarizados
-Recientemente han salido a la luz una serie de acusaciones de violencia sexual al director de cine Carlos Vermut. ¿Cómo ve la industria del cine desde dentro?
-Es un tema muy complicado. La industria del cine es una industria como cualquier otra. A mí no me sorprende nada que haya abusos dentro de la industria del cine, porque hay abusos por todas partes. Yo conozco a Carlos y siempre me ha tratado muy bien. Obviamente me creo el 100% los testimonios de las víctimas y las apoyo a todas como mujer feminista, pero también es verdad que me cuestiono un poco la manera en la que se ha tratado el tema a nivel mediático, pues a veces tomamos cabezas de turco para instrumentalizarlos. La violencia sexual en la industria es un tema del que hay que hablar y mucho más de lo que se habla, pero también me pregunto si no habría una manera de hacerlo que no fuese tan personalista, o sea, que no estuviese tan focalizada en hacer de Carlos Vermut un monstruo violador y acabar con la carrera de este señor. Yo pienso que él no es ningún tipo de excepción. Es un hijo del patriarcado. Yo creo mucho en la educación y en la justicia restaurativa. Creo mucho en el perdón, en el arrepentimiento y en que así se puedan reparar ciertas heridas. Me gustaría pensar que el feminismo va a ir más hacia esa dirección que hacia una dirección revanchista, de cultura de la cancelación, muy violenta, muy de venganza y más agresiva, que no me gusta nada. Obviamente es un tema superimportante y Carlos será un estúpido. En ningún momento estoy intentando disculpar a Carlos, pero me preocupa la manera en la que los medios de comunicación y las redes sociales no permiten, a veces, tener un debate político, filosófico y sociológico complejo y con matices, que permita la escucha del otro. Todo está muy polarizado. Todo el mundo se tiene que posicionar. Todo el mundo está contra todo el mundo y hay dos bandos muy claros.
-¿Recuerda cuándo decidió que quería dedicarse al cine?
-No sé exactamente, creo que tenía que tener 12 o 13 años. El primer recuerdo que tengo más claro en mi cabeza de que me quería dedicar a esto es un post de Fotolog. Puse un post con un link de la escuela donde estudié cine, la ESCAC de Barcelona, y algo como: 'Aquí me encontraréis dentro de unos años'. En ese momento ya tenía muy claro que iba a estudiar cine y si le pregunto a mis padres [Patricio Hernández, coordinador de Cultura del Ayuntamiento de Cartagena, y la psicoanalista y escritora Lola López Mondéjar] seguramente me dirán lo mismo. Mi padre me había metido el cine en las venas. Fue un poco culpa de mi padre, en realidad.
-¿Se correspondieron los estudios en la ESCAC de Barcelona con la idea que llevaba en la cabeza?
-Yo entonces era muy naíf y muy jovencita y no tenía mucha idea de lo que me iba a encontrar. Lo que me acabé encontrando me decepcionó mucho porque la escuela defendía un tipo de cine que a mí no me interesaba. Fue un poco duro el paso por esa escuela.
-¿Qué tipo de cine defendía la escuela?
-En aquel momento solo había dos escuelas grandes, la ECAM en Madrid y la ESCAC en Barcelona, que tenía muy buena reputación, pero a mí no me interesaba porque era un cine muy comercial, de ficción y muy clásico en sus modos de producción, de rodaje, de pensar, de guion, de escritura, de todo. O sea, un cine no muy experimental, no muy intelectual, no muy arriesgado y no muy innovador. Y a mí me aburría bastante. Además, es que yo no sé hacer eso, se me da fatal. Soy malísima escribiendo guiones, no me gustan los actores...
-¿Alguna vez ve comedias románticas?
-Me encantan las comedias románticas de los 80 y de los 90, ¡por favor! Las veo siempre que me pongo enferma, con gripe o un resfriado. Veo, por ejemplo, 'Pretty Woman', 'Cuatro bodas y un funeral', 'Notting Hill'... son pelis horribles, en realidad. Un producto baratísimo que me encanta. Me encanta que siempre acaben bien, es muy satisfactorio, lo ves y estás contenta al final.
-Y de Barcelona, se marcha a París.
-Hice primero un máster en la Pompeu-Fabra un año. Un máster increíble de investigación en cine que le recomiendo siempre a todo el mundo. Lo disfruté muchísimo. El profesorado era excelente y ahí sí que me encontré mucho más en mi lugar. Y de ahí me fui a París a hacer otro máster, efectivamente.
Lo mejor y lo peor
-¿Cómo es la vida en París?
-Difícil, dura. París es una ciudad complicada. Tiene lo mejor y lo peor del mundo. Creo que si eres multimillonario es la mejor ciudad en la que puedes vivir, pero tienes que tener mucho dinero para poder disfrutar de la ciudad realmente. Si no eres rico lo pasas bastante mal porque es una ciudad que tiene unas desigualdades increíbles, los barrios en los que te puedes permitir vivir son barrios bastante duros, con mucha violencia, mucha miseria y mucha inseguridad. Los pisos miden diez metros cuadrados y te piden por ellos mil pavos. En fin.
-¿Prefiere Berlín?
-Aunque actualmente estoy en Madrid, participando en una residencia de escritura, yo estoy viviendo en Berlín. Mi piso y mis cosas están allí, aunque lo tengo subalquilado por unos meses. Berlín me gusta mucho más que París, lo que pasa es que Berlín está cambiando mucho también y se está gentrificando. Le está pasando lo mismo que a París. Los alquileres están subiendo, hay inflación y ya no puedes vivir con lo que podías vivir antes. Yo llevo cuatro años allí y sí que he notado el cambio, pero por ahora sigue siendo una ciudad en la que puedes vivir con bastante calidad de vida. Hay empleo y hay muchísima actividad cultural: museos, exposiciones, proyecciones... es una ciudad llena de artistas jóvenes y muy multicultural y comprometida. Lo único malo es que hace un frío flipante.
-¿Existe la posibilidad de que vuelva a Murcia?
-Yo creo que no voy a volver a Murcia. Vuelvo en verano y en Navidad porque sí que me gusta volver de vez en cuando y recordarme un poco de donde vengo. Me gusta mucho la comida murciana, el clima murciano, la playa... es una ciudad muy agradable siempre, pero no sé si viviría en Murcia ahora mismo, quizás se me quedaría un poco pequeña.
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