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Son palabras mayores. Los proyectos empresariales, rara vez obedecen a una filosofía o principio social, sostenible y beneficioso para la Humanidad. Le ocurre lo mismo que a la evolución: mientras el hombre modifica las cosas para su beneficio, incluyendo a los seres vivos, la Naturaleza las modifica para bien de todos, incluyendo a los propios seres a los que hace evolucionar. La razón, siempre hay que buscarla en el beneficio, lo que se entiende por beneficio y el alcance de a quién beneficia. Un proyecto empresarial justo, son palabras mayores, por tanto.

En Gastronomía ocurre otro tanto de lo mismo. Si preguntamos a cada restaurador por cual es su proyecto, casi todos contestarán que hacer felices a los demás, en el mejor de los casos. Y no está mal que así fuera. Pero me temo que la mayoría de los denominados proyectos gastronómicos consisten en producir, fabricar o generar comida que agrade a un grupo de gente, suficiente, como para que la empresa se mantenga y produzca beneficios. En casos aislados el horizonte lo establecen en recuperar la gastronomía local, en retornar a los guisos de la abuela, que todos rememoran con regusto, en modernizar los platos tradicionales o, aquí entra la mayoría, imitar a otros cocineros de éxito que, a su vez, están impelidos por los mismos empujes citados. Esto último abunda demasiado.

¿Conocen a alguien para el que su leiv motiv sea alimentar a la gente con aquellos alimentos saludables, que cuidan su alimentación y en cuya producción y preparación la Naturaleza no se vea agredida, para no deteriorar más el Medio Ambiente? Suena bien un proyecto empresarial de esta naturaleza. El mérito está que dejando a un lado las preferencias de la sociedad actual, llevadas por una cultura hedonista antropocéntrica, consistente en el predominio de la especie humana sobre el resto de seres vivos y no vivos. Tener un proyecto con fundamento debería ser lo mínimo exigible a un proyecto empresarial. Que no sea solo el beneficio el que module la actividad, que haya objetivos de cubrir unas necesidades, desde la ética y la preocupación por la Naturaleza, su conservación y los beneficios que comportará para nuestros descendientes. Foodtopía es un proyecto de esta naturaleza: ha sido capaz de empresarialmente defender una idea de alimentar correctamente, desde la coexistencia pacífica con el Medio Ambiente, sin contribuir a su deterioro o minimizándolo. Es un proyecto justo, loable, defendible y digno de ser citado y tenido en cuenta. Hay empresarios preocupados y dispuestos a enarbolar la bandera del buen hacer. Nos felicitamos de ello. ¡Que cunda el ejemplo!

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