Enrique Urquijo: mi infancia en casetes, su vida en canciones
María Herrera Giménez
Psiquiatra
Domingo, 5 de octubre 2025, 07:46
Hay nombres propios que quedan grabados en la memoria asociados a determinadas etapas vitales. En mi mapa personal uno de los puntos de referencia es ... Enrique Urquijo, cantante de Los Secretos, cronista de la melancolía urbana de los años 80 y 90 en España, sujeto roto que nos iluminó con preciosas canciones que a día de hoy aún brillan.
Citar a Enrique Urquijo es hablar de la vulnerabilidad y fragilidad humana, de la ambivalencia y tensión que suponen el querer vivir y a su vez no soportar la vida.
Pero también esta asociado a los casetes que en mi infancia me regalaban mis padres, pues fue gracias a ellos como me llegaron sus canciones.
En los viajes familiares a Jaén y Valencia las paradas en gasolineras eran más que un trámite para llenar el depósito, aprovechaba la ocasión para asomarme a las cintas de música de los antiguos expositores, de esta forma yo también recargaba mi incipiente colección musical. Recuerdo con especial cariño una parada en Linares, donde me regalaron 'La calle del olvido', al reanudar el viaje escuchábamos durante el trayecto las canciones que hablaban de heridas y situaciones que todavía no entendía.
El carisma de Enrique Urquijo se encontraba precisamente en sus grietas, su música conectaba directamente con su turbulento e intenso caudal emocional. En sus canciones no podemos encontrar más honestidad: diseccionaba su vida en ellas, se abría en canal.
Su muerte tan trágica y dolorosa lo elevó a categoría de mito. Fue un superviviente, en los 90, cuando la Nueva Ola ya había pasado, publicaba sus mejores discos. Tocó gran variedad de temas musicales, siendo uno de los músicos españoles más completos de su época.
Tenía un estilo muy directo y sencillo, con pocas florituras, siendo a su vez muy sentimental: la crudeza de sus composiciones impactaba al oyente.
Su íntimo amigo Joaquín Sabina, por quién sentía gran debilidad se refería a él así: «Enrique dispara directamente al corazón, no se anda con tonterías». Las canciones eran el mejor medio para expresarse, vivía a través de ellas.
Cinéfilo empedernido, acabó convirtiéndose en un personaje trágico típico del neorrealismo italiano, corriente cinematográfica que le apasionaba, marcado por la tragedia y golpeado por la vida.
Tras sus primeros éxitos con Los Secretos 'Déjame', 'Sobre un vidrio mojado', salieron a la carretera, entrando en contacto con el lado salvaje. Enrique entró de lleno en el consumo de diversas sustancias, ocupando estas una parte muy importante de su vida e influyendo en su carrera musical provocando diversas crisis dentro del grupo, cambios en la formación con salidas y entradas de músicos e inspirando enormes canciones.
Sus letras reflejaban todos los fantasmas que llevaba dentro, los miedos y dudas sobre su situación personal e incluso el sentido de la vida. La mayoría de canciones cuentan su vida, no es nada casual, todas las palabras tienen un sentido y describen algo.
En 1996 dedicaba a su hija, de 18 meses entonces, 'Agárrate a mí María', una cruda canción de amor en la que se voltean los papeles de la relación paternofilial.
Su hermano menor, siempre fiel compañero, Álvaro Urquijo, lo cuidaba de forma constante ejerciendo realmente una función muy paternal con él. Al final de sus días componía el tema 'Te he echado de menos hoy', en el que desnuda las luces y sombras de su relación, terminando con las esperanzadoras palabras «confío en que siempre estaré contigo aunque no estés».
Pienso en este gesto de amor y cuidado de mis padres y me conmueve, pues gracias a ellos no sólo me regalaron canciones sino una manera de estar en el mundo: con curiosidad, inquietud intelectual, con el deseo de que las canciones sean algo más que un sonido de fondo.
Con la edad y la experiencia he descubierto que se puede contar la tristeza a través de las canciones y que esa tristeza puede ser también belleza. De esta forma cuando pienso en lo viajes familiares: Jaén, Valencia, San Sebastián, Cestona. Cuando pienso en los casetes, las paradas durante el trayecto... me doy cuenta de que la música es un hilo de luz que nos atraviesa y sostiene.
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