El auditorio Paco Martín
Nacho Ruiz y Carolina Parra | Directores de la Galería T20
Miércoles, 15 de agosto 2018, 01:12
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Nacho Ruiz y Carolina Parra | Directores de la Galería T20
Miércoles, 15 de agosto 2018, 01:12
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No podemos añadir nada a lo que se está escribiendo sobre Paquito Martín. No lo vamos a decir mejor y estamos demasiado tristes como para acertar con las palabras. Han sido doce años trabajando con él en La Mar de Arte. Lo que tenemos que contar cabe en un libro, no en una columna. Paco se ha ido como él era, sin dar la tabarra, un poco huidizo como en los conciertos del festival. Se ha ido intentando que los demás no supiésemos la magnitud de su dolor. Se ha ido, qué desastre, y ahora no podemos recuperar tiempo perdido, ni llamarlo para cenar. La pérdida humana es imposible de cubrir, Paco era parte de mucha gente, sacó adelante muchos proyectos, quizá especialmente La Mar de Músicas.
Cuando se iba acercando junio arrancaba un estrés terrorífico y bellísimo y todos empezábamos a llamar a José Luis y a Eugenio. Todos los que formamos este equipo seguíamos las voces del maestro de ceremonias, Paco, e invocábamos a un gigante incrustado en la ciudad de Cartagena, dormido bajo el asfalto, que empieza a despertar y levanta un brazo en el Museo del Ejército, otro en la plaza San Francisco, una pierna en el Batel, la cabeza en el Luzzy. El gigante es todo uno con la ciudad y, durante parte de julio, se yergue sobre el puerto y da música y vida a la ciudad. Es tan alto, despide tanta luz y tan fuerte es su voz que su presencia llega a todo el país, a muchos países, y la gente viene a vivir algo que no pasa en otro sitio. El gigante se ha quedado huérfano. Todos nos hemos quedado huérfanos pero sobre todo el gigante que duerme casi todo el año bajo el asfalto de Cartagena.
Cuando se escribe a un amigo que se ha ido siempre se liman aristas, se dulcifica todo pero no nos apetece. No todo el mundo se ha portado bien con Paco. Se le hizo sufrir innecesaria e irreverentemente llevándolo a una situación muy dolorosa. Paco ganó como ganan los grandes, gracias a un trabajo que nadie ha sabido ni va a saber hacer como él, como hacen las personas que construyen el mundo, porque unos lo construyen, otros lo transitan y algunos pastan en él sin importarles que no quede nada tras su paso. Paco ha pasado a la historia sin importarle haberlo hecho porque lo que él quería hacer era su festival. Y ahí está.
El Auditorio Parque Torres debe pasar a llamarse Auditorio Paco Martín. Él lo ha hecho grande, él ha convertido Cartagena en una inesperada capital cultural del Mediterráneo y el que este lugar, el centro del festival, se llame como él es un acto de justicia que lo hace aún más grande. Hace poco decía que es quizá el más bello de los escenarios del país, con el nombre de Paco lo será aún más.
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