Usted es una diosa, señora Espert
Crítica de teatro ·
Al frente de un reparto de grandes actrices, la veterana intérprete protagoniza en un entregado Teatro Romea 'La isla del aire', la obra con la que dice adiós a la escenaHace ya mucho tiempo que Nuria Espert es un milagro, que ya no es solo una actriz, que se convirtió en una manada de lobos ... que te recorre el pecho, que se transformó en un frescor de arroyo que desciende purísimo de las altas montañas, y en un fuego, que no se extingue jamás, de cuyo calor y compañía no quieres separarte.
De todo eso tuvo conciencia más que clara el público del Romea de Murcia cuando la vimos, ya en 2016, interpretar en este escenario 'Incendios', la descomunal obra del canadiense de origen libanés Wajdi Mouawad, que dirigió Mario Gas, quien también ahora dirige 'La isla del aire'.
Había que ver a la Espert dando vida al personaje de Nawal ya adulta, o a la anciana Nazira, para saber en qué consiste el verdadero teatro: te sientes vivo como nunca. Escuchamos a Nawal decir estas palabras a su hijo: «La infancia es un cuchillo clavado en la garganta y tú has sabido extraerlo. Ahora, hay que reaprender a tragar saliva. Ahora, hay que reconstruir la historia. La historia está hecha añicos». Llegados a este punto, todo el público del Romea habitaba ya en una emoción asombrosa.
Hace ya mucho tiempo que la Espert es un milagro, que ya no es solo una actriz, que se convirtió en una manada de lobos que te recorre el pecho
Y cuando parecía que sería imposible superar su interpretación en 'Incendios', regresó la Espert a Murcia, hace tres años, con su luminoso 'Romancero gitano', que protagonizaba ella sola en escena. Ella y García Lorca, ella y el tiempo parado de golpe. Qué decir: magnífica en cada gesto, en las modulaciones de voz, en su presencia, sus lágrimas... De nuevo un silencio imponente. Silencio para escuchar los temas del 'Cancionero', y silencio que se podía cortar con un cuchillo cuando se transformó, como un milagro, como una fuente incesante de sabiduría, como una llama que te llegaba a quemar al menos parte de las entrañas, en Mariana Pineda, en Yerma, en la madre de 'Bodas de sangre', en Doña Rosita... En todas las mujeres de Lorca a un tiempo, y en todas las mujeres y los hombres, heridos y necesitados de amor, de todos los tiempos y lugares.
Y nadie que estuviese allí entonces pudo no quedar impactado con la ofrenda de amor que realizó la Espert cuando dio vida eterna a los versos del 'Soneto de la dulce pena': «Tengo miedo a perder la maravilla / de tus ojos de estatua y el acento / que de noche me pone en la mejilla / la solitaria rosa de tu aliento...».
Así fue
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La obra 'La isla del aire'. De Alejandro Palomas
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La representación Teatro Romea de Murcia, viernes 20 de octubre de 2023
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Calificación Muy buena
En 'La isla del aire', que más que una pieza de teatro es un poema coral interpretado, una sucesión de momentos poéticos envueltos en la niebla, de monólogos protagonizados por unas mujeres heridas de muerte, o de vida, o de mala suerte... la Espert, a sus 88 años, da vida a una mujer de 90, la anciana y ya muy enferma Mencía. La gozamos este viernes convertida en una matriarca de carácter de roca, sobrada de intuición y de astucia labrada por la experiencia, que se empeña en regresar junto a sus dos hijas y dos nietas vivas –a su nieta Helena se la tragó el mar hace un año y jamás regresó–, a la Isla del Aire donde tantas veces habían sido felices, y donde Helena salió a navegar por última vez.
Va en silla de ruedas, al cuidado cada vez más necesario, hasta el último detalle, de sus hijas, una de ellas sin haberle perdonado nunca que la separase –¿por su bien?– del gran amor de su vida, y la otra convertida en una mera sombra desde la muerte de su hija, a la que sigue esperando confiando en que esté viva en algún lugar. Junto a ellas dos, y sus dos nietas y sus matrimonios hechos polvo, se propone que todas se enfrenten a la verdad de sus existencias y a los secretos que ocultan. El texto del novelista Alejandro Palomas, que aquí dirige Mario Gas, como es lógico a mayor gloria de la Espert, se mece entre el dolor y el humor corrosivo, la ternura y el retrato sin edulcorar para nada del deterioro de la vejez; la vejez se presenta aquí como un latigazo, da auténticos escalofríos.
Actrices
Las cuatro actrices que acompañan a la Espert están sobresalientes, desde la veterana y siempre magnífica Vicky Peña, a la más joven de todas, Claudia Benito; ambas, junto a una Teresa Vallicrosa en estado de gracia en esta función, y a una más que creíble Candela Serrat, la nieta enamorada de otra mujer. Y todas ellas están arropadas, con exquisito mimo, por el espacio escénico, evocador de esa isla que es a la vez vida y muerte, de Sebastià Brosa; así como por el vestuario de Antonio Belart, la iluminación de Paco Ariza, la música original y espacio sonoro de Orestes Gas, y la videoescena de Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Ruiz.
La Espert deja sin palabras. Lo hace cuando se enfada, se entristece, se muestra pícara, fiera, frágil, asustada...; cuando pierde la cabeza por momentos, y su miedo es puro aullido, y su desamparo te rompe el corazón. La Espert, ¿así de sencillo?, interpreta a modo de río de lava emocional que va recorriendo la complejidad de la condición humana. Brutal.
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