Tino Soriano: «Durante 40 años he vivido de dar vueltas al mundo»
El fotoperiodista, que participa en la Semana de la Fotografía y el Documental en el Mar Menor, dice que estas vidas aventureras parecen hoy «irrepetibles»
Tino Soriano (Barcelona, 65 años), legendario fotógrafo de viajes de National Geographic y premio World Press Photo en la categoría de Arte, llega mañana a la Región de Murcia para impartir dos conferencias –miércoles y jueves, a las 19 horas, donde explicará, por ejemplo, «por qué hay personas que ven 100 millones de colores»– en la Semana de la Fotografía y el Documental en el Mar Menor (www.fotografiamarmenor.es) de San Javier y para congelar con su cámara la emoción de un espacio natural único en la geografía peninsular: el Mar Menor.
Una carrera de altos vuelos, merecedora de importantes reconocimientos, que justo en este momento, tras una pandemia y con el mundo aún en vilo, le conduce a tierras murcianas. Una vez estuvo en San Javier haciendo un reportaje sobre mujeres aviadoras, y también recorrió la Región «para un libro sobre España, pero nunca había permanecido aquí tres días». El dato es curioso, sobre todo porque este fotógrafo, con una imparable actividad editorial, autor de libros de viajes, habitual en cabeceras prestigiosas, desde The New York Times a Der Spiegel o Paris Match, tiene ganas de ver «lo bueno y lo malo» de este territorio.
Cambió el Magisterio por la fotografía, pero es un divulgador nato [los mejores festivales le reclaman]. En los últimos dos años ha publicado seis libros de fotografía: 'Ayúdame a mirar. La biblia del reportaje gráfico' (Anaya Multimedia) –Premio Nacional al mejor libro de fotografía 2020–, 'Fotografía con una sonrisa' (Anaya PhotoClub), 'BanyoleSpeculum' (Autoedición) y 'CurArte' (Anaya PhotoClub). «Durante el confinamiento he escrito otro, 'Los colores y tú', en el que hablo del color y la fotografía. Me encanta divulgar. Tengo más de 1.500 páginas escritas de textos sobre fotografía».
Mientras Morenatti [Premio Pulitzer 2021] se estaba jugando el tipo en patinete haciendo su trabajo sobre la Covid en Barcelona, «yo estaba a mi edad pensando que como me pillara el bicho me quedaba tieso. De hecho, me ha pillado, incluso vacunado lo he pillado». El respeto por las cosas va con él, « sé que mi trabajo es informar, de manera que si hay que informar hay que informar, eso es vocacional, pero nunca piensas en los premios. Hay una edad en que eres como las flores, que floreces, es algo afectivo, y luego tienes un otoño, lo que estoy viviendo yo, cuando es más interesante lo que tú transmites que lo que puedas hacer». Lo que ha vivido Tino Soriano ya no lo van a poder vivir las nuevas generaciones de fotoperiodistas. A él, por ejemplo, una revista le podía enviar a dar la vuelta al mundo, «tranquilamente, porque te enviaban a cualquier lugar a hacer un reportaje, y eso hoy es ya impensable».
El entusiasmo por la imagen es patente entre las nuevas generaciones, «porque han descubierto que la fotografía es un lenguaje universal, y este es el éxito de los emoticonos, que un africano y un tibetano entienden lo mismo cuando lo ven. Con la fotografía sucede lo mismo, un intercambio fotográfico sirve para explicar tu realidad».
Ruido digital
Pero esto llevado a una banalización de la imagen ha dado lugar, entiende Soriano, «a un ruido digital, de fotografías que son inoperantes, que son solo registros, y que se están comiendo el valor que tiene la fotografía». Esto también está afectando a la forma de entender las noticias, quedándonos solo en titulares. «Mi percepción es que estamos empachados de informaciones y de fotografías, y creo que esto es negativo, porque enseguida te lleva al bulo, a la frivolización y a los extremos, a que la gente saque lo peor de sí a partir de informaciones falsas». Sin escarbar en su currículum, solo con un vistazo, uno saca una conclusión rápida: la vida de Tino Soriano, un día en Haití, otro en la Amazonia peruana, otro en la Toscana o en Bañolas, donde vive, ha sido un imparable ir y venir, una suerte del destino.
«Durante los últimos 40 años yo he vivido de dar vueltas al mundo –cuenta a LA VERDAD–, siendo testigo de noticias de primera mano, a tres o cuatro o cinco metros. De hacer encargos para grandes clientes... era una época en la que cuando no había internet el profesional al que le hacían el encargo tenía que darles plena confianza, y elegían a los fotógrafos que les daban seguridad. Ha sido algo irrepetible, apasionante. Ni peor ni mejor será mi futuro, pero lo cierto es que estas vidas aventureras hoy han sido sustituidas por bancos de imágenes gratuitas». Ahora, ya aislado del encargo, en otra etapa de su vida, aspira a cubrir los temas «simplemente por el placer de cubrirlos, sin la esclavitud del cliente».
Su libro 'Ayúdame a mirar' es un canto a los últimos 50 años del fotoperiodismo, «y por eso ha tenido tanto éxito». Relata la edad de oro del fotoperiodismo. «Hice como el canto del cisne al periodismo, lo que cuento de entonces es hoy irrepetible, como digo, porque eran tiempos en que dedicabas nueve meses a hacer un reportaje».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
