Alfonso Hernández Quereda: «Mi forma de evasión es hacer senderismo»

«Fue el primer libro serio que recuerdo haber leído. Me encantó por la narrativa y la idea. En aquella época se estaban creando los kibutz, y lo que en principio era la idea romántica de la creación de un Estado plural al final se ha convertido en una ocupación. Otro libro que me impactó fue 'El nombre de la rosa', que para mí es una obra maestra».

«Ya me gustaba esta canción y la tenía de cabecera, pero, desde la pandemia, más. Todas las mañanas me levantaba con ella. Era un baño de ánimo y de fuerza».

«Soy 'amanecista' a muerte. Es el absurdo inteligente. Me encanta cómo la película trabaja temas tan importantes y serios desde el humor. La tenía en cedé y ahora de vez en cuando la cojo por Internet y la vuelvo a ver. Es un peliculón».

«Para mí hacer senderismo es mi momento y mi forma de evasión, aunque últimamente lo hago menos. Ir a la montaña, como las cabras, y andar, te hace pensar, aunque vayas acompañado. Suelo ir con mi mujer o en grupo. Una zona que me encanta es la selva de Irati, en Navarra: es una preciosidad».

«Soy de Facebook. Suelo utilizar esta red para buscar recetas de comidas que después hago. Ahora, la gente dice que todo se mueve en Instagram, pero yo sigo siendo fiel a Facebook, que también es la red que más se mueve en el Colegio de Graduados Sociales».

«Un clásico para mí es la marinera. El pulpo al horno es otra de las tapas características de Murcia. Por mucho que hablen del pulpo a la gallega, que está bueno, no hay nada como el que hacemos aquí. No tienen nada que ver el uno con el otro. Me gusta ir de tapeo, por el movimiento, a la plaza de las Flores. También a la antigua zona de las tascas y Santa Eulalia. Suelo tapear con amigos y con cerveza, aunque un vinito blanco también viene bien».

«Es una continuidad de 'Aquí no hay quien viva'; la esencia es la misma. 'La que se avecina' es una de las series que disfruto cuando estoy viendo la tele sin verla. Su éxito es que es tan sencilla y tan real, con eso del patio de vecinos... Me engancha. Es un poco exagerada a veces, pero no mucho. Fui administrador de fincas hace tiempo y esas reuniones, ese ansia a lo Juan Cuesta por ser presidente, son ciertas. Me acuerdo del presidente de una comunidad que era catedrático de Psicología. Se supone que era un hombre con la cabeza bien sentada, pero tenía un ansia terrible por ser presidente de una comunidad de doce o catorce vecinos. A mí me sorprendía en silencio, claro; nunca le dije nada. Eso de que la realidad supera la ficción es verdad».