Ainhoa Arteta: «Valoro el silencio, no le temo a la muerte porque ahora sé que no morimos»
La soprano internacional ofrece un recital este domingo en el Auditorio El Batel de Cartagena, con música española, francesa e italiana
La soprano internacional Ainhoa Arteta vuelve este domingo al Auditorio El Batel de Cartagena, ocho años después de su anterior actuación. Ocho años que han ... sido una vida para la tolosarra (1964), que estuvo al borde de la muerte en 2021 debido a una septicemia. Recuperada y con su poderoso instrumento vocal en pleno rendimiento, la cantante lírica, nombrada recientemente Académica de Honor por la Academia de las Artes Escénicas de España, ofrecerá un recital que constituirá un viaje musical por Francia, Italia y España. La cita será a las 19.00 horas y Arteta estará acompañada de Francesc Blanco al piano. Entradas por 30, 40 y 50 euros.
–¿Cómo será su concierto en Cartagena?
–El recital se articula en dos partes con una breve pausa entre ellas. La primera parte está integrada por obras de Gabriel Fauré, Giacomo Puccini y Antón García Abril. La segunda se compone de obras en castellano de autores tan representativos como Fernando Obradors, Manuel de Falla y Enrique Granados. Se trata de una selección preparada con mucho cariño, primando la calidad tanto de los textos como de las armonizaciones para poder ofrecer verdaderas joyas musicales de la lírica con las que me siento muy identificada y a la vez privilegiada de poder interpretar y transmitir. Son, como suelo decir, pequeños universos, historias contadas y cantadas de solamente minutos de duración que exigen de los intérpretes una entrega total para ser capaces de transmitir al público el contenido. Es un programa exquisito y precioso, que invito a compartir porque lo vamos a disfrutar de verdad.
«Mis hijos han entendido que, aunque no es fácil, esta es mi carrera y es lo que me hace feliz»
–¿Qué le transmite Francesc Blanco como pianista?
–Con Francesc ya llevo trabajando bastante tiempo y nos entendemos estupendamente. Ese entendimiento y complicidad es fundamental y así el público lo percibe cuando las obras se han trabajado con criterios comunes.
–Han preparado un viaje por Italia, Francia y España. ¿Qué tienen en común musicalmente estos tres países?
–Sí, el programa está integrado por obras de Fauré y de Puccini, autores de los que recientemente hemos celebrado el centenario de su fallecimiento. Añadimos a nuestro querido Antón García Abril como defensor a ultranza de la melodía como elemento musical reivindicado y defendido en toda su obra y que aporta coherencia a la primera parte del recital. Se trata de un viaje musical que verdaderamente está al alcance de todos los públicos y desde aquí aprovecho la ocasión para invitar a todo aquel que sienta curiosidad por acercarse al mundo de la lírica, ya que se muestra un repertorio muy variado, ameno y asequible. No hace falta ser un entendido ni tener conocimientos de lírica para poder disfrutarlo.
–A lo largo de su trayectoria, ¿hay alguna obra que se le haya resistido?
–Me viene a la cabeza una frase que me dijo el gran Alfredo Kraus y que en su día creo que no supe entender su verdadera importancia, pero con el paso de los años y la experiencia ha llegado a ser una norma de obligado cumplimiento. Él dijo: «A la voz hay que escucharla, nunca obligarla». La voz es quien debe marcar qué música somos capaces de interpretar bien y a qué obras o roles debemos decir 'no' en ese momento. La voz es un instrumento que está vivo, que forma parte de nuestro propio cuerpo y por lo tanto cambia y evoluciona con él. Debemos evitar forzar esa evolución y, por ello, debemos evitar interpretar obras para las que no estamos maduros o no son adecuadas a nuestra vocalidad o momento de madurez vocal, si queremos que la carrera lírica sea longeva.
–¿Qué obra le emociona más?
–No es nada fácil de responder, pero si tuviera que elegir una diría las 'Cuatro últimas canciones' de Richard Strauss, que escribió para soprano y orquesta. Cuando tengo ocasión de cantarlas es tan emocionante que verdaderamente siento que es música tan elevada, tan profunda que me transporta a otra dimensión. Tanto el contenido del texto como de la música son de una profundidad que te traspasa y te sientes vehículo de una obra realmente importante y trascendente.
«No hace falta ser un entendido ni tener conocimientos de lírica para poder disfrutar el recital»
–Fuera de la música, ¿qué le emociona?
–Muchas cosas: una buena película, una charla con amigos, una buena noticia de mis hijos o de mi familia, un paisaje bonito, un buen cuadro. Como a todo el mundo, ¿no?
Aeropuertos y hoteles
–A pesar de dedicarse a lo que le gusta, ¿se ha sentido esclava de su trabajo?
–La carrera de cantante lírica no es fácil. Detrás de los aplausos y éxitos tenemos necesariamente que pasar muchas horas en aeropuertos, en hoteles, descansando la voz y renunciando a otras actividades los días previos al recital, alejados de la familia. Es así y hay que aceptarlo. Afortunadamente mis hijos han entendido que es mi carrera y es lo que me hace feliz. Por eso siempre que estoy con ellos intento que sea un tiempo de calidad aprovechado al máximo. Pero es verdad que, sobre todo cuando eran más pequeños, en algunas ocasiones no ha sido nada fácil cerrar la puerta de casa para emprender un viaje.
–En 2021 sufrió un grave problema de salud. ¿Cómo le ha cambiado este episodio a la hora de afrontar la vida?
–Sí, en 2021 sufrí una septicemia, un episodio muy grave que hizo temer por mi vida y del que gracias a Dios salí. Tras un tiempo de recuperación física y vocal, puedo afirmar que actualmente estoy vocalmente totalmente recuperada y con muchas ganas de mantener una actividad artística plena, afrontando retos musicales de máxima exigencia y compromiso. A nivel vital verdaderamente han cambiado muchas cosas, la escala de valores se altera, se valoran muchas cosas que antes pasaban desapercibidas y quitas importancia a otras que antes eran importantes. Valoro el silencio, no le temo a la muerte porque ahora sé que no morimos.
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