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Ágatha Ruiz de la Prada, vestida de modo inconfundible por ella misma. Roberto Ruiz
Ágatha Ruiz de la Prada: «Si he dejado algo en el camino, no me acuerdo»

Ágatha Ruiz de la Prada: «Si he dejado algo en el camino, no me acuerdo»

«Que te apasione tu trabajo es muy importante para que tu vida sea una gozada. Y yo no me puedo quejar, sería una cerda si lo hiciera» dice la artista, invitada este sábado a la Murcia Fashion Show

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Sábado, 28 de abril 2018, 00:28

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No es fácil localizar a Ágatha Ruiz de la Prada (Madrid, 1960). Anda como loca. Anda como resucitada. Acumula compromisos de trabajo a la velocidad del rayo, viajes innumerables alrededor de un mundo que a veces da la impresión de habérsele quedado pequeño, e invitaciones a actos en los que es muy bienvenida su presencia: por su colorido, su alegría, y por ese desparpajo tan suyo imposible de falsificar. Ha iniciado, a la fuerza, una nueva etapa de su vida en la que vuela con más libertad que nunca, procurando quererse más, gustarse más, vivir sin temor, no volver a caer en el pozo. Ella es fuerte, cayó en uno y se propuso salir de él cuanto antes y no dedicar demasiado tiempo a lamerse las heridas. Tras muchos años de matrimonio con Pedro J. Ramírez, con quien tuvo a sus dos hijos -Cósima y Tristán- se rompió la relación y ella no evidenció problema alguno en narrar en los medios de comunicación cómo se había producido la ruptura, decidida por él. Se desnudó de cabeza a alma, le echó valor y unas altísimas dosis de humor, y esa exposición bestial de su intimidad le sirvió para coger aire, respirar hondo, y lanzarse de nuevo al mundo habitado por quienes se niegan a dar un paso atrás. Ágatha Ruiz de la Prada, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2009) y Premio Nacional de Diseño de Moda (2017), presentará en Murcia este sábado, en el marco de la Murcia Fashion Show, su colección comercial Otoño/Invierno. Será en el Museo de Bellas Artes Artes (Mubam), a las 13.15 horas. Le tiene afecto a esta ciudad, en la que expuso por primera vez como artista plástica en la galería La Aurora, que dirige José Fermín Serrano, y en la que tuvo lugar en 2002, en el Auditorio Regional, la retrospectiva titulada 'Ágatha Ruiz de la Prada: 1981-2002'.

«¿Moda para qué? Para lo mismo que sirve la vida: para disfrutar»

Ágatha Ruiz de la Prada

-¿Y ahora cómo está?

-Muy bien. La vida me ha enseñado en estos últimos tiempos también a reciclar, y si he dejado algo en el camino no me acuerdo. Eso sí, tengo muchas cosas por hacer, y la enorme suerte de que todavía cada reto, cada nuevo proyecto me mantiene ilusionada como si acabase de empezar.

-¿Nostálgica?

-No tanto.

-¿Qué colección presentará en la Murcia Fashion Show?

-Nuestra última colección comercial Otoño/Invierno. Estilo Ágatha en estado puro.

«Que te apasione tu trabajo es muy importante para que la vida sea una gozada. Y yo no me puedo quejar, sería una cerda si lo hiciera, aunque a veces echo mucho de menos estar más tiempo en casa», señala la diseñadora, «ecologista y pacifista», para quien «el dinero es una cosa poco elegante. La elegancia es no necesitar nada». Qué razón tenía Joan Miró, quien no era precisamente imbécil, cuando pronosticó que llegaría lejos «en el sinuoso camino de la moda». Y tan lejos: el volumen de ventas de sus diseños da vértigo. Fernando Arrabal, ilustre loco, señaló que «cuando Ágatha dibuja, con qué candor roba el fuego del cielo». Yo creo que si Stevenson la hubiera conocido, su isla del tesoro tendría forma de corazón.

Está claro: su éxito es incontestable, objeto de estudio. Y por si le faltaba algo, recientemente ha 'vestido' de Ágatha un autobús de la empresa de transportes N. R. Ruiz de Santander. Y sus meninas llamadas 'Cielo de día' y 'Cielo de noche', creadas para el proyecto Madrid Capital de la Moda titulado 'Meninas Madrid Gallery', triunfan estos días en las calles de esta urbe que ella conoce tan bien.

Pero no todo el mundo confiaba en la diseñadora en los inicios de su aventura empresarial, con la que ella misma flipó en colores: «Toda esa gente que me llamaba payasa tiene que estar alucinando mucho, aunque tengo que decir que la que más ha alucinado con todo este éxito de mis diseños he sido yo. Tengo que confesar que jamás pensé que iba a darse un fenómeno tan masivo con Ágatha Ruiz de la Prada. Paseas por cualquier ciudad y te encuentras con un montón de escaparates con cosas mías. Toda esa gente que no me tomaba en serio, además, a mí no me interesa nada porque paso mucho de los cretinos y de los que viven llenos de prejuicios y de clichés; lo que es seguro es que nadie se ríe ya ni pizca».

Mira atrás, a su pasado profesional -no quiere hacerlo al personal- y reconoce que «ha sido todo muy exagerado. Hubo unos años en los que era exagerado lo poco que vendía, porque no había manera de colocarle a alguien un vestido mío, y ahora es exagerado lo mucho que estoy vendiendo». El 'mundo Ágatha': desde un chupete a una tapa de retrete. Y son legión los que se duchan con su gel, se acuestan con su ropa de cama, comen y beben con sus platos y vasos, escriben en sus libretas, y se perfuman con los aromas que ella ha creado, de 'Florever' a 'Beso'.

«Pienso que si dejase de vender seguiría siendo feliz, porque sé estar a las duras y a las maduras. Estoy preparada para aceptar el fracaso»

Ágatha Ruiz de la Prada

-¿No le preocupa llegar a saturar?

-Me preocuparía llegar a saturar, pero espero que no pase. Hace años era una persona muy convencida de mis ideas y bastante feliz con mi trabajo. Ahora continuo siendo muy feliz, pero creo que estoy preparada para aceptar un fracaso. Pienso que si dejase de vender seguiría siendo feliz, porque sé estar a las duras y a las maduras. La gente demuestra su categoría cuando las cosas le son adversas, y yo tengo categoría; aunque no sé, a lo mejor dejo de vender y me da una pataleta espantosa y me vuelvo una persona amargada y horrible, lo cual sería terrible porque ya hay mucha gente así, demasiada.

Ágatha Ruiz de la Prada tiene una relación en tonos claroscuros con su propio éxito, que no crean que entiende del todo: «Me he dado cuenta de que las mejores cosas que he hecho en mi vida no han gustado, más bien han horrorizado a muchos, y sin embargo, cosas que he hecho sin ningún trabajo se han vendido una barbaridad. A veces he llegado a pensar: 'Me parece una ordinariez vender tanto'. Pero sigo creyendo que tengo mayor capacidad de crecimiento a nivel internacional, y por eso me he pegado tantas palizas, todo el día trabajando y viajando como una loca». Una 'loca' a la que también persigue como un tópico -ay, la envidia- la etiqueta de infantil: «¡Qué simpleza! Yo de infantil, con lo malísima que soy, no tengo nada. Otra cosa es que me guste el mundo de la infancia. Soy una persona brutalmente madura, creo que hay poca gente tan madura como yo. Tengo muchísimo sentido común, lo siento por la gente que piense lo contrario; tantísimo sentido común que me aburro ya de ser así. De loca nada, de infantil nada, de insensata nada; lo que no soy es un muermo de tía». Y menos ahora, que pisa con una fuerza de titán y no está dispuesta a perder ni un minuto. Tiene claro lo que quiere ser: «Agradecida con la vida». Y a lo que no está dispuesta: «A dejar de intentar superarme cada día». Tiene unos hábitos que le dan buen resultado: «Imagino todo el día, intento no amargarme y me gusta rodearme de cosas que me estimulen y de gente interesante». Hay otra cosa en la que tampoco ha cambiado: «Sigo siendo una persona muy sociable».

Lleva muchos años acostumbrada a ser centro de atención de las miradas, a no pasar desapercibida, a que resulte muy difícil encontrar a alguien que no sepa su nombre. Por eso, cuando hace años se instaló en París, donde reconoce que «no me conocía nadie», recuerda que esa situación es cierto que «te jode un poco». Así lo recuerda: «Allí no me conocía ni Blas. Me arreglaba muchísimo, llegaba a un sitio, no me hacían ni una sola foto y volvía a mi casa jodida. París me hizo de contrabalanza y me vino muy bien».

Divertirse

-¿Qué consejo nos puede dar para que nos sintamos seguros de nosotros mismos a la hora de vestir?

-Sobre todo, hay que divertirse. De ahí viene el poder 'fashionístico'. No hay nada como ser capaz de manipular el tiempo mismo con un vestido, por ejemplo.

-De España, ¿qué puede decirme?

-Que es un país prodigioso, con enormes potenciales creativos, y que lo ideal sería que se centrara en eso y que nuestras instituciones funcionaran sin constantes contratiempos y apoyaran la cultura y las artes. De este modo, esta llegaría a ser una sociedad ideal.

-¿Cómo ve nuestro país cuando está fuera?

-Con orgullo.

-El poeta Luis García Montero se mostraba muy molesto, en estas mismas páginas, con esa perversión del lenguaje que hace que algunos hablen de presos políticos para referirse a los políticos catalanes actualmente encarcelados. ¿Qué ha pasado aquí?

-Que hemos sido víctimas de una gran farsa política, ¡otra más!, que trae pocas soluciones y bastantes más problemas.

-Dice José Sacristán: «Lo jodido del conflicto catalán es que la otra cara de la moneda sean tres ministros cantando 'El novio de la muerte'. ¿Tiene razón?

-Todo sentimiento exaltado puede ser peligroso, y más aún si hablamos del Gobierno.

-¿Defendiendo qué causas la encontraremos?

-¡Las ecologistas, sí, sí, sí!

-Hoy mismo, ¿qué hace usted con sus propios miedos?

-Mis propios miedos los pinto de colores.

«Hemos sido víctimas de una gran farsa política, ¡otra más!, que trae pocas soluciones y bastantes problemas»

Ágatha Ruiz de la Prada

Delante de Ágatha Ruiz de la Prada estamos ante un espíritu libre, ante una mujer que logra sin esfuerzo convertir en espectáculo cada una de sus comparecencias públicas, ante un ser al que adoran los niños y por el que sienten debilidad artistas de los campos y procedencias más variados. «Mi cerebro está como una lavadora, va a toda velocidad», dice.

La artista ha ido pintando/diseñando a lo largo de su vida un mundo inconfundible del que ha sido exiliado el aburrimiento, que es de las cosas por las que no está dispuesta a pasar. Ha adelgazado horrores, pero su risa continúa mostrándose inmensa, su mirada va posándose constantemente sobre los seres con los que se cruza, su naturalidad es extraordinaria. Casi siempre tiene una sonrisa -no beatífica, no interesada- para todo el mundo, un gesto de atención, una palabra cómplice. Busca y da diversión, valora la sorpresa y la provoca, por encima de los convencionalismos sociales, y no asume papel alguno que no le corresponda.

Le dan miedo los cuchillos, es un desastre en la cocina -no le gustan el gas ni sus conductos- y no la encontrarán perdida en un mercado. Adora a sus hijos, que la acompañan y la protegen. Ambos son también muy creativos, y alucinan con su madre y con su mundo, del que ahora también forman parte activa. Y no fue fácil traerles al mundo: «Yo he tenido muchos problemas con los partos de mis hijos y no comprendía por qué. Mi ginecólogo me explicó que yo tengo el útero en forma de corazón». Ella es la infancia, ella es el mundo al revés. Ella es la consecuencia de su empeño en querer vivir libremente, sin imposiciones, actuando como se piensa y pensando como se actúa. Así de sencillo y de complejo, porque ella es de todo menos simple.

-¿Moda para qué?

-Para lo mismo que sirve la vida: para disfrutar.

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