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REPSOL

Dos miradas, un mismo objetivo

Pilar Sanz fue la directora de la ampliación de la refinería en 2011 y Marisa Moreno trabaja en los nuevos proyectos que están transformando las instalaciones de Repsol en Cartagena

Benito Maestre

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Las suyas son historias de perseverancia, liderazgo y éxito. Pilar Sanz y Marisa Moreno representan el pasado y el presente, respectivamente, del sector industrial de la Región de Murcia. Ambas han sentado cátedra en Cartagena, concretamente en el complejo industrial de Repsol, donde sus conocimientos, experiencias y visiones de futuro han permitido afianzar proyectos punteros de ingeniería.

Pilar Sanz vio el anuncio de una beca en las míticas páginas de color salmón de un periódico dirigidas a recién titulados hace exactamente 40 años. Cumplía los requisitos: había terminado la carrera de ingeniería química apenas unos meses antes y «tenía muy buen expediente», presume. El único inconveniente era que el plazo de inscripción terminaba en breve, por lo que «mi novio, que estudiaba en Madrid, presentó los papeles en mano el último día». Su candidatura fructificó y al poco tiempo le llamaron para concertar una reunión en la capital: «Salí muy contenta; noté ‘feeling’ con quienes me entrevistaron», rememora. Esa buena sensación se tradujo en una beca concedida por Repsol que la llevó hasta Cartagena, convirtiéndose en la primera mujer ingeniera que trabajó en la planta. «Quería trabajar donde fuera», remarca, por lo que tuvo que abandonar Valladolid, donde estudiaba la tesina y se preparaba el CAP (ahora Máster Universitario en Formación del Profesorado).

«La ampliación de la refinería fue el proyecto con mayúsculas, de los que se hacen una vez en la vida»

Pilar Sanz

Meses después, ya en 1986, Sanz se presentó a un nuevo proceso de selección, que incluía otra entrevista en Madrid y una ronda de pruebas, que «previamente me había preparado». Precisamente, en ese escenario decisivo puso en valor lo que le contestó al tribunal de su tesina: «Lo importante de una carrera no son solo los conocimientos que adquieres, sino también el saber desenvolverte ante cualquier imprevisto». En esta ocasión volvió a llevarse el gato al agua, y en septiembre comenzó en su nuevo puesto de Repsol en Cartagena.

Su etapa en esta compañía se extendió a lo largo de 38 años: «Ha sido una experiencia muy, muy, muy buena». Durante su carrera profesional, que desarrolló en la ciudad portuaria y Madrid, ocupó varios puestos, siendo el de directora del proyecto de ampliación de la refinería de Cartagena el más destacado. Cabe indicar que este plan conllevó la mayor inversión industrial realizada nunca en la historia de España. «Fue el proyecto con mayúsculas, de los que se hacen una vez en la vida; la clave fue el equipo, que estaba muy integrado», narra Sanz, agregando que «sigo teniendo relación con muchos de ellos».

Metódica y risueña

A Marisa Moreno las ciencias le corren por sus venas. Desde niña tuvo claro que tiraría por esa rama, a la que también se dedica su familia (el padre es catedrático de química y la madre, profesora de matemáticas); su hermano hizo lo propio, es ingeniero de telecomunicaciones. «Estaba todo enfocado», bromea. Las materias que más le gustaban eran las matemáticas, las ciencias y la química, lo que le llevó a decidirse por estudiar ingeniería industrial en la Politécnica de Cartagena, su tierra natal.

De su etapa universitaria, guarda buenos recuerdos de sus profesores de electricidad, cálculo y tecnología eléctrica: «Han calado en mí». Terminó la carrera en 2004, y tras pasar por dos empresas vinculadas a los sectores aeronáutico y naval, accedió a la refinería de Repsol en el Valle de Escombreras. «Siempre estuvo entre mis principales opciones, por no decir la primera», confiesa, aunque «me parecía algo imposible a lo que llegar». Para ello, tuvo que superar un proceso de selección al que se presentaron centenares de candidatos y cursar un máster en Madrid de nueve meses financiado por la compañía. Luego entró directamente al departamento de seguridad y al mes siguiente pasó al de proyectos de ingeniería, que «es el que más me gusta», dice con satisfacción.

«Comparto con Repsol el valor de la responsabilidad por hacer las cosas bien»

Marisa Moreno

En la actualidad, Moreno lidera el departamento de proyectos de futuro de transformación industrial, o lo que es lo mismo, «aquellos hacia donde estamos avanzando para ofrecer nuevos combustibles al mundo». «Es supermotivador y me considero una privilegiada», puntualiza. Como dato, Repsol trabaja en proyectos como una planta para producir hidrógeno renovable y un parque fotovoltaico para autoconsumo. Marisa afirma que «siento que los valores de mi empresa van con los míos. Comparto el valor de la responsabilidad por hacer las cosas bien, siempre mirando por la seguridad y el medio mabiente».

Iconos e icónicas

«No me quejo para nada de la vida que he tenido ni de la que estoy teniendo en este momento», asegura Pilar -jubilada hace tres años- con una excelente oratoria. Lo hace con la tranquilidad de haber sembrado la honestidad, la lealtad y la preocupación por el prójimo: «Lo que más disfruto ahora respecto a las personas con las que he trabajado a lo largo de los años es que sigamos manteniendo contacto y que me llamen para ponernos al día».

«Soy una persona con las ideas claras; es bueno porque me ha permitido enfrentarme a muchas cosas, como trasladarme a Cartagena en una época en la que no era tan fácil irte lejos, y es malo porque soy demasiado sincera diciendo las cosas», se define. Y sí, el novio que le gestionó los trámites en 1985 es, a día de hoy, su marido y padre de sus dos hijos, de 27 y 24 años.

Por su parte, Marisa se siente orgullosa de adonde ha llegado. «Ha supuesto trabajo y esfuerzo, a la vez que muchas satisfacciones. Mi secreto es hacer las cosas con responsabilidad, criterio y equilibrarlo todo hasta encontrar el punto óptimo», reconoce.

Uno de sus principales faros de luz son sus padres, a quienes admira: «Me han dado la mayor parte de los consejos, como ‘haz las cosas de manera que puedas dormir tranquila’». Y como este aprendizaje le ha funcionado, ahora intenta transmitírselo a sus hijas, de 11 y 7 años. «Les inculco que sean buenas personas, ayuden a los demás y sean trabajadoras y responsables», recomienda. Abandera la honestidad y la honradez como mantra de vida, «porque así todo sería más fácil», y da la espalda por completo a la falsedad, la hipocresía y el engaño. «¿Que dónde me veo dentro de cinco años? En la refinería de Repsol en Cartagena, viendo cómo los proyectos de transformación en los que estamos trabajando avanzan y se hacen realidad, como lo hemos hecho con la planta de combustibles 100% renovables».

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