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La comparsa Real e Ilustre ironiza sobre la iglesia del Carmen.

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La comparsa Real e Ilustre ironiza sobre la iglesia del Carmen. Pablo Sánchez / AGM

El volumen baja para el éxtasis de las plumas

Setenta grupos y comparsas despliegan el pasacalles de Carnaval con más ritmo y mayor control de los decibelios de los últimos años

Gregorio Mármol

Cartagena

Sábado, 22 de febrero 2020, 23:36

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Fue un subidón primaveral en una noche de invierno con diez grados. Más de setenta comparsas con carnavaleros de todas las edades protagonizaron durante cerca de cinco horas por las calles de Cartagena el llamado gran pasacalles de la fiesta. Con una marcha contagiosa, los más jóvenes pusieron las plumas, las lentejuelas y las brillantinas sobre espalderas y tocados de ensueño. Los mayores, las máscaras, algunas dosis de ironía y todo el ingenio en la confección de los disfraces que lucieron a lo largo de los dos kilómetros del recorrido diseñado por el casco antiguo para salvar la mucha menor distancia que hay entre el final de la Alameda de San Antón y la Plaza del Ayuntamiento, donde acabó el sueño.

El protagonismo también correspondió este año a los técnicos de sonido que velaron por que, en plena guerra fría del ruido en la ciudad, los decibelios estuvieran controlados en todo momento. La Federación de Carnaval dispuso a lo largo de todo el itinerario torres que emitieron sincronizadamente durante el pasacalles animada música para que los grupos desplegaran las coreografías ensayadas durante meses. Y los técnicos la mantuvieron dentro de los límites recomendados por el Ayuntamiento. A las once hubo apagón.

Quienes están siempre encantandos de saltarse cualquier límite en Carnaval son los miembros de la comparsa Real e Ilustre de Vista Alegre, fieles a la sátira y la crítica social desde hace 35 años. Sus miembros, casi todos disfrazados de indios, fueron tocando con fruición una campana ante una foto de la tricentenaria iglesia del Carmen, en alusión a la denuncia de un vecino molesto por el toque de las horas. Por si era poco, hicieron sonar con ganas el bombo de Juanito que ameniza el Cartagonova cada domingo de partido. Y también se acordaron con humor de la calle de Barrio Peral que acumula 24 pasos de peatones en apenas medio kilómetro.

Fue uno de los pocos guiños a la actualidad en un pasacalles espectacular abonado desde hace años a las fantasias inspiradas en la fuerza de la naturaleza y los grupos étnicos. De lo que más abundó, comparsas convertidas por una hora en cuerpos de baile, desafiando al frío con exiguos trajes revestidos de espectaculares, elegantes y coloridos adornos. Con sus comparsas y sobre plataformas móviles se exhibieron espectaculares las protagonistas de estas fiestas: la reina, Cristina Guillamón, de Aradia, y Ana Belén Carrillo y Encarnación Segura, de Salgueiro y Baracay, respectivamente.

Las chirigotas, de día

El pasacalles puso el broche final a un día largo de carnaval con protagonismo también en la calle para las chirigotas participantes en un concurso que este año ganó la Chirigota de Beniaján y los Robinsones de la Isla volvieron a ser segundos. Tras las fiestas de la Plaza de San Francisco y de la explanada del estadio, los niños son protagonistas este domingo en la Plaza de Juan XXIII.

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