Sueño sin cables
La característica fundamental de la materia, denominada carga, es tan importante como la realidad material. Las propiedades denominadas redox, que tienen que ver con el ... estado de carga, dirigen las reacciones entre las moléculas y, gracias a ellas sufren transformaciones, que están en la base de todos los procesos conocidos. Su naturaleza es esquiva, siendo difícil almacenarla, controlarla, dominarla. Los dispositivos actuales ofrecen una gran cantidad de posibilidades, muchas más de las que somos capaces de utilizar de forma cotidiana. Pero mantienen la servidumbre de que el periodo de actividad autónoma está limitado por la carga de su batería. Todos los enchufes de todas las paredes de todos los edificios conocidos, son objetos de atracción de los impenitentes humanos que los requieren para recargar sus móviles. Se prometen nuevas formas de carga, que no pasan de ser ligeras variantes de las ineficaces ya conocidas. El uso intensivo de cualquier dispositivo actual nunca supera en plena vigencia unas pocas horas. Extensible a los automóviles eléctricos que, en espera de mejores tiempos, se limitan a los mixtos no siendo capaces de responder a la carga requerida para un desplazamiento que supere los 400 kilómetros.
Buscar mecanismos de recarga se ha convertido en la búsqueda de la piedra filosofal. Ciertamente los sistemas electrónicos tienen un tamaño tan reducido que están llegando al límite posible de dimensión atómica. Pero aún así consumen energía, claro está. La Termodinámica es un juez implacable.
La propuesta más reciente es la del español Palacios, consistente en utilizar una antena rectificadora, RECTENA, para convertir en electricidad las ondas de radio y microondas, presentes en cualquier lugar de nuestra atmósfera próxima, incluidos nuestros domicilios, procedentes de los routers y wifis que inundan nuestro espacio próximo. Por cierto, las de radio, por razones igualmente obvias nos circundan desde hace mucho tiempo, como es bien conocido desde que irrumpiera el 'vintage' transistor, epónimo del dispositivo electrónico que subyace en las entrañas de la mágica radio. Es bien conocido que las ondas transportan energía, sin transportar materia. Lo sabemos, desde que Marconi lo propagara, aunque no fuera él quien descubriera la radio, atribuyéndosele a Tesla, pero así es de injusta, a veces, la Historia y Marconi recibió el premio Nobel en 1909 por su contribución al desarrollo de la telegrafía sin hilos. Sabemos, por tanto, desde hace mucho cómo soportar el sonido sobre las ondas, para propagarlo a distancia. Es decir, la conversión de una propiedad como es la onda sonora (onda longitudinal material, que se propaga en el aire a unos 340 metros por segundo), en una modulación de la onda electromagnética que es la onda de radio, que Maxwell estudió y propuso como un campo eléctrico y uno magnético, oscilantes y perpendiculares, que avanzan a la velocidad de la luz.
Para emitir radio, se trata de generar ondas electromagnéticas, que en su forma más elemental consiste en construir un circuito que incluya una bobina y un condensador por los que se hace pasar una corriente eléctrica. Se trata de hacer, justo lo contrario, a partir de una onda electromagnética (microondas o radio) generar electricidad. Las ondas de las wifi, siempre están ahí, se usen o no. Son energías pequeñas, que no permite pensar en utilizar en dispositivos ni siquiera domésticos, pero si pequeños componentes electrónicos, como los sensores. Se abre un mundo a estos sistemas electrónicos, hoy diseminados por todas partes, desde los sensores de presencia a los detectores de incendios o sensores de proximidad de interés en la conducción, sensores de temperatura o de irradiación ultravioleta. Cuando las wifis no se usan, están vacantes y la energía es susceptible de ser utilizada con otras finalidades.
El Internet de las cosas, es la realidad más próxima en el tiempo que incidirá en nuestras vidas. La tecnología 5G impulsará, sin duda, una utilización mucho mayor a la actual de la transmisión de información a distancia que exigirá el control o autocontrol de los dispositivos. Las energías que se pondrán en juego serán mayores que las actuales. Una posibilidad es emitir sonido que el receptor convierte en energía, como el que emplea uBeam. Otras iniciativas en el mundo del automóvil plantean zonas de rodamiento que recarguen los coches eléctricos. El objetivo está claro: eliminar los enchufes y los cables. La transmisión de energía que Tesla soñara se va logrando, poco a poco, en cantidades, mínimas, pero como idea motora nos hace soñar en que los indeseables cables desaparezcan del escenario.
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