Fotoavance
Puede que la vista sea el sentido más apreciado por el ser humano. Tan importante es para los seres humanos, que su función ha transcendido al hecho físico de la visión y se ha sumergido en la más noble de las capacidades humanas, cual es la razón. Es usual que en la comprensión, se diga ¿lo ves o no lo ves? El ojo de la razón, diríamos, se supone que nos conduce.
Ciertamente, el ojo tiene como campo de actuación una estrecha banda, la región espectral más pequeña de cuantas se reconocen en el campo de la radiación. De las zonas espectrales de radioondas, microondas, infrarrojo, visible, ultravioleta, rayos X, rayos gamma y rayos cósmicos (de menor a mayor energía), la región visible está situada en la zona central. Al igual que ocurre en la zona ultravioleta, los procesos moleculares que tienen lugar en esta zona corresponden a los cambios de estados electrónicos que tienen lugar para los electrones más externos de los átomos y moléculas, los que se denominan electrones de valencia, que son los que menos energía ponen en juego para cambiar de un estado a otro. Los detectores humanos, bastones y conos del ojo son capaces de absorberlos y al transportarlos al cerebro podemos percibirlos. Pero solamente estos fotones del visible, los de otras zonas, como la infrarroja, no los vemos, no tenemos sensores para ello, los humanos. Si queremos disponer de visión nocturna (sin luz ordinaria de la región visible, por tanto) recurrimos a las denominadas cámaras de visión nocturna, provistas de unos sensores sensibles a la radiación infrarroja, que el ojo no puede percibir, salvo que se convierta (traduzca) la radiación infrarroja que captará la cámara a la región del visible, para poderla percibir. Las ondas de radio, las escuchamos, pero tampoco las vemos. Las de televisión y las comunicaciones, en microondas. Las de televisión y las comunicaciones, en microondas, tampoco podemos percibirlas por los aires. Los rayos X, salvo la conversión a un material que traduzca, como una radiografía, no nos daría a conocer una rotura de hueso. Los rayos gamma de las centrales nucleares, ojalá se vieran para que la gente inocente pudiera calibrar el peligro y no sufrir el castigo desproporcionado sobre su salud. Los rayos cósmicos, solamente nos los revela la belleza sin par de una aurora boreal, consecuencia de las partículas solares que alcanzan el escudo magnético de la Tierra y cuando entran en contacto con la parte superior de la atmósfera, a unos 100 kilómetros de altura, las capas de ozono y otras, desprenden una energía que vemos en forma de esas luces mágicas.
Pero siendo la zona visible del espectro electromagnético la región más pequeña del mismo, hay que reconocerle una importancia extrema y no solo por la visión. Los electrones son los que forman los enlaces que conforman las moléculas. La ruptura y formación de los enlaces destruye y forma moléculas diferentes. La vida, en sí misma, consiste en eso, ruptura y formación de enlaces, constantemente, reacciones químicas. Desde la maduración de una fruta, hasta el enamoramiento de dos seres humanos, pasando por la alimentación o el envejecimiento, todo son reacciones químicas. En todas intervienen los electrones.
Algunas reacciones químicas discurren gracias a la presencia de fotones, por tanto de radiación electromagnética. La explicación es sencilla, los fotones suministran energía a las moléculas cuando interaccionan con ellas, de forma que tras este proceso, pudiera reaccionar con otra molécula, que antes de que se diera el proceso, no podía hacerlo. La reacción por antonomasia que ejemplifica esta situación es la fotosíntesis, gracias a la cual se mantiene la vida en la Tierra, al captar las plantas verdes la energía solar (fotones) para alimentarse y generar su estructura, que se incorpora a la cadena de seres vivos.
Los fotones producen reacciones. Y los fotones tienen energías muy precisas. Y las reacciones discurren por mecanismos que implican energías muy concretas. Podemos ser muy selectivos en provocar las reacciones. Los fármacos actuales son muy inespecíficos, afectando a las dianas pretendidas y a las moléculas que no tienen nada que ver. El avance consiste en desarrollar moléculas que alcancen la parte del cuerpo donde debe tener lugar la acción terapéutica y una vez instaladas, haciendo llegar el fotón desde fuera o desde un material nanométrico adecuado, se produce la reacción pretendida. No tienen por qué verse implicadas las moléculas que no les corresponde. Es un avance importante. La fotofarmacología está servida. ¡Menos mal!