Aerogeles 3D de grafeno
Observando la celeridad con la que las vacunas para paliar la pandemia de la Covid-19 han estado dispuestas para su uso generalizado, todo parece ... indicar capacidades excepcionales de investigación de la Humanidad. Quizás, un incentivo de beneficios potenciales vinculados ha estado tras el récord logrado. Si extrapolamos y extendemos el argumento, cabría pensar que lo que no se resuelve a nivel de investigación con parecida rapidez, encierra carencia, si no ausencia, de incentivos (¿económicos?). Parece que el resto de la ciencia para solucionar los muchos otros problemas que esperan respuesta, tiene lugar a una segunda o tercera velocidad. Desde luego, una cosa parece bien clara a estas alturas, la relación directa entre la capacidad de un sistema de ciencia y tecnología y los problemas que es capaz de solucionar y el movimiento económico que lo tiene que impulsar.
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El interrogante que suscita lo observado tiene que ver con el nivel de gravedad o importancia que la Humanidad concede a los problemas. ¿Se imaginan, por un momento, que cada año se acometiera un problema con la intensidad con la que unas cuantas empresas, han acometido la búsqueda de la vacuna? En una vida humana se resolverían unos ochenta problemas. ¿Cómo sería la vida en un planeta que resolviera un gran problema por año? Indescriptible.
No siendo así, volviendo a la tierra de nuevo, los intereses, no siempre nítidos, van enmarcando nuestras vidas y muchos problemas no se acometen por falta de incentivo económico y muchos otros ni se consideran. Es así de crudo. Uno de los problemas ya cronificado es el de tratamiento de las aguas, imprescindible para cualquier sensibilidad que quiera legar un planeta medianamente habitable para las generaciones futuras. ¿Se imaginan una acción en tromba como la de la Covid-19? El prometedor grafeno, ahora se implica en una propuesta a considerar. El objetivo de cualquier tratamiento de aguas contaminadas es eliminar la contaminación sin incorporar residuos químicos que puedan resultar problemáticos. Una propuesta formulada por Massud en la Universidad de Büfalo, consiste en el empleo de aerogeles, que son materiales ligeros, sólidos y dotados de una gran porosidad. Se obtienen a partir de un gel en el que el líquido se ha sustituido por un gas. El tamaño no se ve alterado y ahora disponemos de un material sólido. Es el análogo a una esponja natural o de poliestireno. Aporta ligereza, solidez y resistencia. Como sabemos, el grafeno es un nanomaterial dispuesto en forma laminar de átomos de carbono que adoptan las posiciones de una red hexagonal repetitiva. La clave de la aportación radica en la impresión en 3D de estos aerogeles recubiertos en sus poros de láminas de grafeno, lo que permite escalar el material y darle un soporte estable para el tratamiento del agua.
Lo ingenioso de la propuesta es que los investigadores han recurrido a la imitación de procesos naturales que garantizan el logro de tantas cosas útiles para lograr procesos efectivos. Imprimir 3D consiste en utilizar una tinta (agente apropiado en cada caso) para materializar la estructura y forma diseñada. Para lograr la consistencia requerida en el material a partir de una tinta a base de grafeno, le agregaron dos polímeros muy extendidos en la naturaleza, como la polidopamina que participa en las secreciones adhesivas de los mejillones y la albúmina de suero bovino que constituye hasta un 60% del suero animal y en los cultivos celulares actúa como portador de otras moléculas y por la carga negativa, con la que se une al agua, sales, ácidos grasos, vitaminas y hormonas y los transporta entre los tejidos y las células. Esta capacidad de unión le hace especialmente indicada para eliminar sustancias tóxicas.
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Las pruebas realizadas muestran capacidad de eliminación de metales pesados, como plomo o cromo, muy abundantes como contaminantes del agua y también materiales orgánicos como tolueno y otros disolventes orgánicos. Las estructuras de grafeno generadas con impresión 3D incrustan en la superficie y las paredes elementos operativos nanométricos que pueden actuar de catalizadores que aceleran el proceso de tratamiento de los contaminantes orgánicos y químicos. Una ventana a la esperanza de detener, al menos, la degradación con la que castigamos al medio ambiente y a las generaciones futuras. Si una nueva propuesta como esta, no logra generalizar su uso, no piensen que no ha sido eficaz, probablemente hayan otras razones. La Covid-19 inspira otras interpretaciones. Aunque la esperanza, no hay que perderla. Nunca.
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