Por tantos buenos recuerdos, ¡gracias!
2020 nos dejó para siempre sin cuatro compañeros que ya forman parte de la mejor historia de LA VERDAD: Joaquín 'Chimo' García Cruz, MAN, Juan Antonio Calvo y José María Galiana. Miles de lectores disfrutaron durante años del estilo inconfundible que les caracterizaba y de la pasión con la que vivieron este maravilloso oficio de contarle
A primeros de enero de este año de rayos, Chimo me escribió: «2020 será bueno con nosotros. Y, si también viniera maldado, habría que capearlo igualmente. A ver qué remedio... Disfruta de la vida». Ese 'disfruta de la vida' no se me olvida, y más cuando lo releo y siento tanto que Chimo, Joaquín García Cruz, no esté ya con nosotros. El vacío que ha dejado en la Redacción de LA VERDAD, en la que quiso seguir trabajando, con esa inalterable ilusión y entrega suyas al oficio que amaba, el periodismo, hasta que la enfermedad se lo impidiera por completo, es enorme. Cuando falleció el que era nuestro subdirector, recién arrancado marzo, Daniel Vidal le dedicó estas palabras: «Cómo escribir la única crónica que nunca quise que Chimo se leyera. La crónica del día que Chimo se fue y dejó tullido el oficio que tanto mimó y que nos enseñó a mimar a tantos discípulos, que fuimos cayendo por el Tanatorio de Jesús para dar el penúltimo adiós a Joaquín García Cruz, a nuestro Chimo. Aprendices todos de un maestro cuya huella solo es comparable al vacío que deja en su familia, en la Redacción de este periódico y en una sociedad cada vez más necesitada de plumas como la suya. Brillante, comprometida, honesta, rigurosa, sencilla y repleta siempre de verdades del barquero». «Un barquero», añadía, «que en este caso era capitán, timonel, contramaestre y hasta grumete, puesto al que volvía remangándose cuando era necesario sin perder un ápice de pasión».
Mal empezó el año y más sentidas muertes de compañeros trajo. En abril se marchó, presa del coronavirus, el cantante, compositor y crítico taurino y gastronómico José María Galiana, a quien Fuensanta Carreres despidió de este modo: «'Estamos en abril, y es primavera', pero en la calle no se escuchará este año la algarabía festera que cantaba en su homenaje al Entierro de la Sardina el poeta de nuestras coplas, de nuestra gente, el cantautor de nuestra tierra y de nuestro paisaje. El mismo rayo que ha fulminado esas voces de fiesta se llevaba ayer la de Galiana, que puso música y alma a los poemas de los autores murcianos Julián Andúgar, Vicente Medina, Eliodoro Puche, Antonio Oliver y Salvador Jiménez para que saltaran de los libros hasta la memoria colectiva y sentimental de generaciones de murcianos».
Llegado junio, otro adiós para siempre nos conmovió a sus lectores y compañeros: falleció Juan Antonio Calvo, a quien todos queríamos; no se puede decir nada mejor de alguien. Tiene razón Tito Conesa, que escribió a propósito de la pérdida de quien fue durante muchos años jefe de Deportes de este periódico, que «estaba tan cuerdamente enamorado de su profesión que no le faltaba tiempo ni para trabajar ni para su familia». Su viuda, Mercedes García, lo definió a la perfección: «Ser periodista implica tener una privilegiada capacidad que obliga a un difícil ejercicio de responsabilidad y objetividad. Si hay un calificativo para describirte es el de profesional ético y profundamente humano, cualidades que han dejado tu impronta en el desempeño de tu trabajo durante el transcurso de toda tu carrera profesional». Calvo, ya jubilado, y después de una larga trayectoria en la que son numerosos los eventos deportivos de los que informó viajando feliz por medio mundo, jamás dejó de estar disponible para sus compañeros, tanto en el plano profesional como en el personal. Y era incapaz de matar una mosca. Machadianamente bueno.
Y septiembre nos trajo un nuevo pesar, el mes en el que Manuel Madrid comunicó a los lectores otra fatal noticia: «El más querido viñetista de la Región de Murcia, MAN, como firmaba Manuel Sánchez Baena su tira diaria en las páginas de LA VERDAD, falleció ayer a los 86 años. Una vida entera dedicada al análisis de la actualidad en la Región de Murcia desde el humor a través de esa saga de personajes huertanos con la que generaciones de lectores nos hemos familiarizado. Fue en el año 1971 cuando comenzó a publicarse el Tío Pencho, una de las viñetas más duraderas en la prensa española». MAN, que se sentía murciano «por los cuatro costados», estará para siempre vinculado a la mejor historia de LA VERDAD. La vida es mejor sin perder el buen humor.
«A menudo», cuenta de él Madrid, «incluso ya cuando la voz apenas le salía del cuerpo y sus pasos eran tan cortos como los de un caracol, le gustaba acercarse a la Redacción del periódico a entregar en mano sus dibujos y a departir con los periodistas. Era un tipo siempre de buen ánimo y dispuesto a la cháchara, porque cualquier conversación o chiste podría resolverle una tira si le convenía a sus populares personajes. 'Ahora me dicen que me parezco al Tío Pencho', contaba con sorna: «Supongo que tendré algo del personaje. He engordado, soy bajito como él, un poco cascarrabias. El Tío Pencho está al loro de todo, entiende de todo, es muy 'enterao' y además es muy hábil en su definición política. Ha vivido momentos políticos muy diferentes y siempre ha ido diciendo lo que ha querido y nadie se ha molestado».
Arrojo
Ahora, a punto de cambiar de año, tan aciago, me gusta imaginármelos en algún lugar, donde puedan sonreír en paz, que se parezca a esa huerta de la infancia de Francisco Sánchez Bautista que tan bien sabe describir el poeta: «Entonces estaba el agua limpia, había peces, había mariposas, en los bancales aún se sembraba trigo, había muchísimos árboles a las orillas de los cauces, había olmos, álamos, fresnos y un poco de cañaveral al principio; había parras unidas a los chopos y había muchas cigarras en el verano, y ruiseñores que nos cantaban a la madrugada...; o sea, que era un paraíso». Chimo nos deja como ejemplo su arrojo y su modo de entender el periodismo como una suerte de vida; Calvo era la humildad y el buen trato personificados; MAN vivirá para siempre en el corazón de varias generaciones de murcianos; y Galiana nos legó su voz indestructible, con la que cantó exultante a la fiesta de los Caballos del Vino de Caravaca, hoy ya... ¡Patrimonio Inmaterial de la Humanidad!