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En segunda fila, de izquierda a derecha: Óscar Cantón (celador), Emilia Salmerón (enfermera de Primaria), Enrique Bernal (médico especialista en Enfermedades Infecciosas), Jesús Pérez (enfermero en planta Covid), Pilar Adsuar (técnico de Radiodiagnóstico), Francisco Lisón (técnico de emergencias sanitarias). En primera fila: Antonio Sánchez (médico intensivista), Carmen Ibáñez (enfermera), Rocío Garrote (técnica de laboratorio), Antonio Santacruz (neumólogo), Fuensanta Carrasco (técnica en cuidados auxiliares de Enfermería), Antonia Carreño (limpiadora), Natalia Cabrera (epidemióloga) y Mercedes Tárrega (médica de familia). Martínez Bueso

Los aplausos que no debieron terminar

Profesionales de la Sanidad ·

Méritos: Más de 20.000 sanitarios han afrontado desde marzo la pandemia en la Región

Jueves, 24 de diciembre 2020, 00:16

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Han dado consuelo a ancianos condenados a fallecer en soledad, han salvado vidas que parecían ya perdidas, han luchado hasta el último aliento. Lo hicieron sin la suficiente protección al principio de la pandemia, cuando tenían que recurrir a bolsas de basura o incluso a mascarillas caseras. Pero no dieron un paso atrás. Se sobrepusieron al miedo a que un virus desconocido entrase en sus casas e infectase a los suyos, y en muchos casos renunciaron a ver a sus hijos, a sus parejas, a sus padres. Se pusieron los equipos de protección (EPI) y desde entonces han sudado a mares, hora tras hora y día tras día, atendiendo a pacientes aislados, angustiados por la posibilidad de no volver a salir de esa habitación o de ese 'box' de la UCI, de no volver a ver a quienes quieren, de no sentir de nuevo el sol en su piel. Y allí están ellos para calmarlos, para traspasar con una sonrisa, con un brillo en los ojos, los monos impermeables que los cubren por completo.

Lo han dado todo, algunos hasta la vida. A principios de abril falleció por Covid el médico Nerio Valarino González, de 59 años y natural de Venezuela, que trabajaba en Urgencias de Quironsalud. Días después moría el también médico Juan Antonio Mingorance, quien ejercía en el Centro Virgen de la Caridad de Cartagena. Durante la segunda oleada, un brote de coronavirus que afectó a varios profesionales del consultorio de Lobosillo acabó con la vida del enfermero José Antonio Torres, de 61 años.

Casi 2.000 profesionales de la sanidad regional se han contagiado desde mayo. Algunos guardan secuelas tras salir de la UCI, como tantos otros pacientes infectados. A todos los sanitarios, contagiados o no, el virus les ha dejado una marca. En muchos casos el surco es visible en sus caras, tras jornadas interminables con la mascarilla puesta. En todos, hay una huella mucho más adentro, en sus corazones, en su memoria. Catorce profesionales representan hoy en esta fotografía a los cerca de 20.000 trabajadores de la sanidad regional que han afrontado la pandemia.

Enfermeros, médicos, auxiliares de Enfermería, técnicos de Radiodiagnóstico, celadores, administrativos, limpiadores, técnicos de laboratorio; todos han sido esenciales. Los centros de salud han sido la primera trinchera, con médicos de familia, enfermeros y pediatras tratando de contener al virus. A esa labor se han lanzado asimismo los rastreadores y el servicio de Epidemiología de la Consejería, cuyos profesionales son un motivo de orgullo para la Región, como también lo son los profesionales de las UCI, del 061, de las plantas Covid o de Urgencias. El virus sigue ahí, y ellos continúan cuidándonos aunque los aplausos de las ocho terminasen hace mucho.

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