Artesano del vino

Sergio Gallego

Miércoles, 25 de diciembre 2019 | Actualizado 23/12/2020 19:16h.

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A José María Vicente lo que le gusta es el vino. Más allá de ser quien dirige durante los últimos veinte años Casa Castillo, una de las bodegas más prestigiosas de la Región, a 'Keko', como lo llaman cariñosamente en sus círculos más cercanos, lo que le apasiona es el vino por encima de todas las cosas. Desde que este año le fueran otorgados 99 puntos por el prestigioso gurú del sector Robert Parker a Casa Castillo Pie Franco 2017, reconoce sentirse como si hubiese recibido tres estrellas Michelin, aunque en su caso, los factores externos que condicionan una buena añada, como la cantidad de agua de lluvia que caiga y el momento en el que esta haga acto de presencia, los días de frío o los meses de calor son fundamentales. José María dice hacer todo lo que está en su mano para elaborar buenos vinos temporada tras temporada, pero de forma artesanal y con la premisa de no regar nunca sus fincas para conseguir mayor producción o para estandarizar el resultado obtenido. Dicho de otra forma: es la naturaleza la que condiciona el resultado, además de su conocimiento y de su trabajo diario.

Habla del Casa Castillo Pie Franco con orgullo, pero no puede evitar casi en la misma frase mencionar a Las Gravas (95 puntos Parker), El Molar (94), Monastrel (92), el de Finca (93), Valtosca (92) o de Cuvée N (96), mientras va describiendo cualidades y recreando momentos en los que los disfruta en plenitud como si de sus hijos se tratase. No entiende que una carta de vinos de un restaurante no señale la añada de las botellas y es capaz de no sacar a la venta un vino si el clima o los platos más consumidos en esa época del año no son los idóneos para maridar con sus vinos.

Además, a poco que compartes con él un par de copas de vino entiendes por qué es tan respetado y querido en el sector. Nunca habla mal de otras bodegas o de otros vinos, aunque es crítico cuando tratan con vulgaridad los vinos de su tierra en fiestas populares. Le gusta andar por la tierra, el producto de temporada bien cocinado y los gazpachos jumillanos que hace su madre Guillermina al fuego de leña en la casa de la bodega. Ha situado a la Región en la máxima excelencia y, este año más que nunca, debemos de estar orgullosos de que sea murciano.