Un retoque para la Constitución
Quién dijo que la 'crisis de los cuarenta' era un mito, si la padece todo hijo de vecino y también la Constitución de 1978. La ley de leyes que, en unánime valoración, ha dado a España sus «más altas cotas de libertad y prosperidad» tampoco se libra de la crítica en un tiempo en que todo se cuestiona sin piedad. Aún resuenan ecos de las celebraciones institucionales organizadas a principios de diciembre para conmemorar las cuatro décadas de una Carta Magna que, en palabras de Felipe VI, es el «mayor éxito político» de la España contemporánea, gracias en gran medida a su «espíritu integrador y conciliador». Aunque también, los llamamientos a borrarle algunos surcos que le ha dejado en este tiempo la vertiginosa transformación social de nuestro país.
El bisturí legislativo parece imprescindible para actualizarla en asuntos tan irrebatibles como la prevalencia masculina en la sucesión al trono. También, coinciden los políticos, para actualizar el marco de convivencia de una España con diecinueve rostros en los que hay quien se empeña en ver más diferencias que similitudes en sus rasgos esenciales. La clave es cómo hacerlo para que todos, sin excepción, la reconozcan.
En la celebración principal, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, el Rey elogió la primera Constitución que no divide a los españoles, «sino que los une, que los convoca para un proyecto común y compartido, para una España diferente y nueva». En Murcia, su presidente dijo estar en guardia contra los que «quieren romper España» y alertó contra los constantes desafíos soberanistas en Cataluña. Fernando López Miras planteó que el Estado pueda recuperar competencias, como Educación. Y la presidenta de la Asamblea, Rosa Peñalver, llamó a feminizar un texto en el que la palabra mujer aparece solo dos veces.
Expertos constitucionalistas destacan la falta de consenso en los grandes partidos para abordar con generosidad temas esenciales, como la financiación y las competencias regionales; o la despolitización de la justicia. En tiempos de creciente fragmentación y polarización del voto todo apunta a que habrá que seguir invocando al 'espíritu de la Transición'. A lo mejor un día se manifiesta.
