El reto de la calidad
Apenas unas semanas antes de que el catedrático de Derecho del Trabajo José Luján se impusiera a los otros cuatro candidatos y ganara las elecciones al Rectorado de la Universidad de Murcia, el informe elaborado por la Fundación Conocimiento y Desarrollo colocaba a Murcia a la cola de las regiones según el nivel de sus universidades. Salvando la premisa de que unas universidades contribuyen más que otras al brillo de la Región en esas clasificaciones, el informe, como otros referentes al abandono escolar, el nivel de competencia de los alumnos de 15 años, la tasa de repetición en Secundaria o la de éxito de los universitarios, ponía el acento en el gran reto de la enseñanza: la mejora de la calidad. Cuatro décadas de acceso universal y gratuito a la educación impulsadas por el artículo 27 de la Constitución han propiciado el paso de gigante que ha supuesto la generalización de la enseñanza como base de la igualdad de oportunidades en función del esfuerzo, el mérito y la capacidad. Logrado ese gran avance, el lance de las próximas décadas, y en el que las universidades de la Región tienen centrado su empeño, está enfocado en la mejora de la calidad. Medidas como las clases de refuerzo gratuitas para los alumnos con peores resultados y el nuevo plan de libros de texto van encaminadas al mismo objetivo, que debe partir de la certeza empírica de la ya viral frase de Antonio Escohotado: «Un país no es rico porque tenga diamantes o petróleo, un país es rico porque tiene educación». La calidad requiere inversiones, medios, recursos y motivación; todos los apoyos y más para los alumnos con necesidades especiales, ratios reducidas que permitan a los docentes prestar a cada uno de sus alumnos la atención que merece, y la confianza plena de la sociedad en sus maestros y profesores. El propio Luján se comprometía en abril, durante su toma de posesión, con el desafío: «La Universidad debe proporcionar a sus estudiantes una formación completa que les capacite profesionalmente. Y debe hacerlo muy bien. Decía George Steiner que «la mala enseñanza es, casi literalmente, un asesinato». Y para no acometer semejante, hemos de apostar por la mejora de la calidad docente mediante el impulso de la innovación educativa».