La gran olvidada
Posiblemente pocos recuerden ya la fotografía de aquel grupo de jueces y fiscales plantados a la puerta del juzgado. La imagen de los togados, de rostro normalmente desconocido, clamando por una justicia independiente y por los medios suficientes para ofrecer un servicio más ágil y de calidad, no es habitual -aunque en el último año se ha repetido en dos ocasiones-, pero corre el riesgo de pasar desapercibida en la vorágine informativa. A los ciudadanos les suena a repetida la cantinela de los jueces y fiscales huelguistas, que se quejan una y otra vez de la elevada litigiosidad que sufre una región que, para más inri, cuenta con una de las tasas más bajas de jueces por habitante.
En los más de diez años que llevo dedicada a la información judicial, no he dejado de escuchar la misma reivindicación, una y otra vez, en las entrevistas a los magistrados, en los actos de apertura del año judicial, en la tranquilidad de los despachos... La exigencia de más y mejores medios para la Justicia es una de las demandas más repetidas y, a la vez, una de las más desoídas. Las voces de la Región, dentro y fuera de ésta, se alzan recurrentemente para exigir más agua, una mejor financiación autonómica y unas infraestructuras dignas -peticiones desde luego necesarias-, pero poco o nada se escucha de la situación lamentable en la que están sumidos desde hace décadas los juzgados murcianos. Algunos ciudadanos consideran que es un tema de segundo orden, un asunto muy alejado de su día a día, pero créame, tarde o temprano, el desastre judicial acabará salpicándole. Será el día en que tenga que acudir a un juzgado de lo Social para batallar con la empresa, que le ha echado a la calle tras años de dedicación; o cuando tenga que recurrir a un magistrado para que fije las medidas cautelares en su divorcio; o cuando se vea inmerso en una causa penal y aguarde impaciente una sentencia que ponga fin a sus noches en vela.
Tarde o temprano, la vida nos acaba llevando alguna vez al juzgado y solo entonces entendemos el daño que la Justicia, lastrada por la lentitud y el olvido, va dejando por el camino.