El examen final
Se aproximan días de júbilo en la política regional. En las elecciones locales y regionales del 26 de mayo los ciudadanos celebrarán el poder de poner y quitar a sus representantes en las instituciones, y los partidos recibirán ufanos los resultados, unos por mejorarlos, otros por no perder demasiado, por consolidar los que ya tenían o por lograr un puesto en la foto. Todo lo acontecido en el año tuvo que ver con esta cita. El PP trató de consolidar a su líder, Fernando López Miras, que llegó al puesto gracias al dedazo de un antecesor desacreditado. El congreso extraordinario de marzo no tenía otro fin. Se le dio el relumbrón de precederlo, por primera vez, de unas primarias abiertas, pero el resultado fue el deseado: López Miras fue reelegido presidente del partido con el 93% de los votos y con la bendición de Mariano Rajoy, ignorante de lo que le esperaba. Tuvo tiempo de aprobar los Presupuestos del Estado de 2018 y poco más. A principios de junio, Pedro Sánchez le echaba de la presidencia con una moción de censura imprevisible y con solo 84 diputados, y el líder regional del PSOE, Diego Conesa, aprovechó para tratar de ponerse a la altura de su contrincante. Fue nombrado delegado del Gobierno y se benefició del viento a favor generado por el poder central. Sin embargo, y a pesar de los intentos de los dos grandes por medrar, la política regional prosiguió su oblicuo camino hacia la disgregación.
Nació Somos Región, con el expopular Alberto Garre a la cabeza, irrumpió la derecha radical de Vox, e IU resucitó de una confluencia de izquierdas que no pitó. Si vuelve a acertar el Cemop, la nueva Asamblea Regional verá por primera vez en sus 35 años de historia a cinco grupos en sus escaños, si no son más. Más voces, más pluralidad y la necesidad de más pactos, ya veremos si, tras el examen final, con los mismos protagonistas.