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Campo de cereales sin crecer debido a la sequía prolongada en las pedanías altas de Lorca. P. ALONSO
De proa ante el cambio climático

De proa ante el cambio climático

Productores, científicos, aseguradoras y otros profesionales del sector encaran el reto que la inusitada variación de los fenómenos atmosféricos va a ocasionar en una actividad agraria que ya no volverá a ser igual

GINÉS S. FORTE

Martes, 30 de junio 2020, 00:47

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No hay escapatoria: el cambio climático va a alterar sin remedio las reglas de juego en las que opera la agricultura regional. El agua, las temperaturas, los suelos y otros insumos naturales están modificando sus ratios para poner las cosas aún más difícil al sector. El azote el año pasado de sucesivas gotas frías (ahora conocidas como DANA) es la llamada a la puerta del gran vuelco que ya se deja sentir en el campo y para el que se están preparando los profesionales de las distintas esferas afectadas (productores, investigadores, especialistas en sanidad vegetal, aseguradoras).

«El ciclo de lluvias y temperaturas está sufriendo graves variaciones a las que científicamente no cabe objeto de duda», sentencia Manuel Martínez Rico, doctor en Recursos y Tecnologías Agroalimentarias por la Universidad Miguel Hernández. «Nos cuesta imaginar a la huerta de Europa sin producción, pero es uno de los escenarios que debemos plantearnos si no conseguimos reducir las emisiones de CO2 y revertir la escalada de estos niveles en la atmósfera», anuncia. El catedrático en Botánica de la Universide de Murcia (UMU) José María Egea,' coincide al señalar que «los efectos del cambio climático en los cultivos de la Región de Murcia serán sumamente negativos». El experto, coautor del libro 'Cultivos promisorios para enfriar el clima y alimentar el mundo' advierte de que todos los escenarios previstos «apuntan a un aumento de las temperaturas, a una disminución de las precipitaciones y, en consecuencia, a un incremento de la desertificación y la salinización». En ese contexto, avanza Egea, promotor del Observatorio de Innovación Agroecológica frente al Cambio Climático (proyecto iniciado en 2018 con financiación de la Comunidad Autónoma y Europa), «la agricultura de regadío tendrá que pagar a precio de oro el agua para los cultivos». Mientras que la de secano «no podrá subsistir por falta de agua».

Tormentas de pedrisco

«El regadío tendrá que pagar a precio de oro el agua», augura el catedrático de la UMU José María Egea

«Estamos notando que las tormentas de pedrisco se están adelantando y que su intensidad es mayor que en años anteriores, y son más erráticas en el tiempo», describe el director territorial de Agroseguro en la zona Sureste, Jesús López Baquero. «Probablemente sean indicios del famoso cambio climático», se aventura, antes de reconocer que «estamos frente a un gran reto que tendremos que adaptar a las condiciones del seguro». El jefe del Servicio de Sanidad Vegetal de la Región de Murcia, Francisco José González Zapater, augura que la subida de las temperaturas y el aumento de lluvias torrenciales también favorecerán los daños por insectos y las enfermedades. De momento, las variaciones en el frío ya está afectando a los frutales e incrementando «problemas de fisiopatías o desordenes fisiológicos». A grandes rasgos, el cambio climático se dejará sentir en la Región «por una modificación del calendario de siembra y cosecha», avanza Egea. Los cambios de temperatura influirán en cultivos como los cítricos y los frutales en general, y particularmente en la vid, que no sólo verá alterar su producción, sino que también experimentará una «disminución de la calidad de los vinos». El responsable técnico de los viñedos de la bullense Bodegas del Rosario, Juan José Pajares, concreta que «se producirá un aumento del grado alcohólico de las uvas». Los cereales también se encuentran entre los cultivos más expuestos, por la incidencia de sequías «más intensas y persistentes», explica el vicepresidente de la organización agraria COAG en la Región, José Miguel Marín.

El coordinador del Banco de Germoplasma del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (Imida), Jesús García Brunton, puntualiza que «para valorar la respuesta de las plantas frente a la climatología debemos distinguir entre las especies leñosas y las de semilla». Los cultivos leñosos «están siendo muy afectados, especialmente por la falta de frío invernal», lo que genera mermas en la producción y caídas de su calidad. «Por el contrario, nuestras especies hortícolas están plenamente adaptadas a las condiciones de la Región, y dado que Murcia es un crisol de experiencias frente al cambio climático, están mostrando una alta capacidad de respuesta y adaptación a él». El jefe de Sanidad Vegetal, González Zapater, pronostica para los próximos años «un desplazamiento de los cultivos hortícolas hacia el interior y el Altiplano, que serán ocupados por cultivos de frutales y sobre todo de cítricos».

En realidad este fenómeno ya se está produciendo. Lo explica el director de la intermediaria de compra-venta de fincas Inacex, Fernando Serna: «Muchas empresas de Murcia compran o arredran ahora terrenos en zonas más altas, como Jumilla y Yecla», para poder trasladar sus cosechas a zonas suaves en las épocas de más calor. Ya es posible completar ciclos de cultivos como lechugas, por ejemplo, en campos habitualmente fríos como los de Yecla, añade, gracias a que las temperaturas han variado entre tres y cuatro grados respecto a sus valores tradicionales. «Ahora se cultiva donde hace quince años no se hacía», explicaba en marzo de 2019 a este redactor Juan Marín, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Proexport). «El cambio climático influye mucho», reconocía Marín: «Las temperaturas se están relajando, y las del sur se están moviendo hacia el norte».

Todo el año

El fenómeno ha sido aprovechado por los productores para extraer cosechas durante todo el año sin salir de la Región, desplazando en cada momento los cultivos, desde los casi cero metros de altura del entorno del Mar Menor a los más de 1.000 de zonas de Caravaca. «Algunos de los cultivos de la Región podrán seguir cultivándose, pero en latitudes y altitudes diferentes», confirma Egea: «Los cítricos podrían extenderse por la Comarca del noroeste y la vid desplazarse hacia los puntos más altos», por ejemplo. El catedrático propone sortear también el embate del clima con la reintroducción de los llamados cultivos promisorios. Se trata de «especies y variedades que tuvieron un papel importante en la agricultura y la alimentación tradicional y que, por motivos socioeconómicos y políticos, se han olvidado o están infrautilizadas en la actualidad». Egea se refiere a cultivos como el granado, el algarrobo o la higuera, «que requieren poca agua». «El mantenimiento de especies autóctonas en las zonas de cultivo», es uno de los puntos que la responsable del departamento Técnico y Medio Ambiente de Proexport, María Dolores Molina Cano, señala entre las medidas que ya están aplicando las empresas de su organización «para contribuir a la adaptación y la lucha contra el cambio climático».

Egea también apunta hacia cultivos «de diversas culturas y países, que se han mantenido en condiciones climáticas extremas (sequía, frío, salinidad) durante milenios, y que podrían ser adoptados en nuestro territorio», como la quinoa, el amaranto o la moringa, en los que ya se trabaja en algunas fincas murcianas. En este punto resulta llamativa la predicción que hace años realizó la Dirección General de Acción por el Clima de la Unión Europea, que en sus modelos «sorprendentemente se establecía como posible zona de producción de maíz de carácter marginal la Región de Murcia», recuerda González Zapater. En general, como recoge un estudio sobre los principales cultivos en el planeta de la Universidad de Minnesota (con colaboraciones de las de Oxford y Copenhague y publicado el año pasado en la revista científica 'Plos One), los efectos del calentamiento global en la agricultura repercuten negativamente en África del Sur, Australia y Europa. El botánico José María Egea concreta que en el viejo continente se verán beneficiadas áreas hasta ahora muy frías y poco propicias para la agricultura del centro y el norte de Europa, «en detrimento de las zonas secas y áridas del planeta, como el sur de Europa o el norte de África».

En este marco, vaticina Gonzaga Ruiz de Gauna, coordinador de la Plataforma Tecnológica de Biotecnología Vegetal (Biovegen), «aquellas regiones que sean capaces de evolucionar y generar un sistema de producción de alimentos rentable, sostenible y respetuoso con el medio ambiente serán las que pervivan» frente al reto climático. El responsable de esta entidad dependiente del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) cree que, «en este sentido, Murcia está bien posicionada, con un amplio tejido productivo agrícola y potentes polos de generación de conocimiento e innovación», como el Imida, el Cebas-CSIC y las universidades.

Laboratorio del clima

González Zapater adelanta que ya se están elaborando «modelos predictivos». Aunque reconoce que la previsible alternancia entre largos periodos de sequía seguidos de lluvias torrenciales, «va a necesitar un amplio programa de monitorización de organismos nocivos y proyectos de investigación». Se da la circunstancia de que los estudios que se emprendan aquí tendrán repercusión también en otras áreas del planeta, lo que compone un bien añadido singularmente aprovechable. Así lo explicaba a este periodista a principios de año el director del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), Juan José Alarcón: «Los condicionantes específicos que tenemos, con un sector agrícola muy innovador en una zona árida o semiárida, convierten a nuestra región en un laboratorio a gran escala del futuro desarrollo del sector agroalimentario a nivel mundial, en el que necesitaremos producir más en un entorno de cambio climático que afectará a la disponibilidad de agua y suelo fértil». El experto asegura que aquí ya «están llegando continuamente delegaciones de expertos de todas las partes del mundo para conocer nuestras innovaciones». Para Alarcón «puede ser una gran oportunidad para la Región, que actualmente, junto con Israel y Holanda, es probablemente el mayor foco de innovación en el sector agroalimentario que existe en el mundo». El secretario general de la asociación nacional de obtentores vegetales (Anove), Antonio Villarroel, afirma que en esta autonomía ya «se investiga más de lo que requiere el mercado nacional, porque luego se aplica en todo el Mediterráneo y en puntos de América y Asia» de clima similar.

Productores concienciados

José Miguel Marín, de COAG, coincide en la importancia de seguir investigando e intentando introducir alternativas», aunque, añade, resulta «difícil pensar que en un escenario de sequías y cambios en las temperaturas podamos encontrar cultivos con buenos potenciales de producción», critica. De momento, los productores de Proexport, según Molina Cano, ya «están concienciados con la implantación de medidas» que aseguren una actividad agrícola «compatible con el entorno». Entre ellas cita «el análisis de la huella hídrica, la huella de carbono, el abonado en verde, la reducción de envases y embalajes, el ajuste de insumos y de aporte hídrico a las necesidades del cultivo, el ahorro energético, el mantenimiento de especies autóctonas en las zonas de cultivo, la lucha biológica o la polinización natural». Molina aclara que estas iniciativas «van más allá de las obligaciones legislativas».

Estas productoras, afirma, las aplican teniendo en cuenta «que en una zona semidesértica como la Región de Murcia, la actividad agrícola contribuye a la fijación del suelo, combate la desertificación, ayuda a regular el clima y absorbe el CO2». Pese a todo ello, según el biólogo José María Egea, las «acciones puntuales» que se han emprendido, incluido el observatorio del clima en el que él mismo participa, «no son suficientes». A su juicio se necesita «un plan de acción o una estrategia regional que contemple, de forma urgente, medidas eficaces para realizar la transición de nuestra agricultura en la región hacia modelos más sostenibles y resilientes». El técnico de Bodegas del Rosario, Juan José Pajares (implicado en el proyecto de lucha contra el cambio climático en el sector vitivinícola Life Sarmiento), coincide en la percepción de «que no se están haciendo los suficientes esfuerzos». Aún perdura «en muchos casos», denuncia, «un enfoque cortoplacista de las explotaciones agrarias que no tiene en cuenta el enorme impacto que el cambio climático va a ocasionar». «La adaptación y mitigación del cambio climático son prioridades cada vez con más peso en las agendas y estrategias a futuro en agro», apunta Ruiz de Gauna. De ahí que actualmente ya sea complicado encontrar un informe o un proyecto relacionado con la agricultura regional que no incluya entre sus parámetros el cambio climático. A todo el mundo parece preocupar el fenómeno, aunque quizá se echa de menos una mayor unión de voluntades en torno a una gran estrategia común con la que encarar de proa la enorme ola de inusitados fenómenos meteorológicos que se cierne sobre el campo.

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