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Ensayo en un terrenoagrícola de Fuente Álamo. UPCT

La ciencia mira al suelo para mejorar su fertilidad

De ser tratado como un recurso infinito, ha pasado a tener su propio día para concienciar acerca de su preservación, que ahora conforma un objeto clave de la investigación

Lunes, 25 de diciembre 2023, 23:53

El Ministerio de Educación y Ciencia alemán ofrece gratuitamente en su portal de internet un libro exclusivamente dedicado a difundir entre los niños la importancia de la biodiversidad del suelo. El volumen, editado en ocho idiomas para que llegue mucho más allá de las fronteras germanas, ha sido elaborado por una científica murciana, Noelia García Franco, que lleva nueve años trabajando en la Universidad de Múnich, a la que llegó tras su paso por el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), donde realizó su tesis sobre manejo de suelo y cambio climático.

La preocupación por el cuidado del terreno que pisamos y nos da de comer ha aumentado tanto entre los especialistas del futuro agrario que, desde 2014, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) dedica cada 5 de diciembre a celebrar el Día Mundial del Suelo, atendiendo la propuesta de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS), preocupada por la necesidad de recuperar este medio que hasta hace poco se consideraba, equivocadamente, como un recurso infinito.

Ahora, las cuestiones relacionadas con la superficie sobre la que se asientan los cultivos ya «son prioritarias a nivel agrario y ambiental en la Región de Murcia», corrobora el investigador Felipe Bastida, científico titular del Cebas-CSIC. Bastida está actualmente inmerso en «una serie de proyectos focalizados en el reciclaje de subproductos (residuos) en el suelo para mejorar su fertilidad y conservar la biodiversidad», entre otros fines. Muchos de ellos son «proyectos internacionales con las mejores instituciones europeas», precisa. «Además, venimos de un año muy bueno», en alusión a la publicación de distintos artículos que su equipo ha realizado «en revistas top, como 'Nature Climate Change'».

El suelo alberga el 25% de la biodiversidad, y es clave en zonas muy tensionadas ambientalmente, como la Región

Bastida asegura que las investigaciones del Cebas están «a la vanguardia» en Europa en la mejora de la salud y la fertilidad de los terrenos mediante el reciclaje de subproductos y el conocimiento del microbioma, que es cómo se denomina a la comunidad de microorganismos que lo pueblan. Hace seis meses se convocó en la ciudad de Murcia a un millar de expertos en un encuentro a nivel mundial específico sobre este «conjunto de especies de microorganismos y de genes que, bien ordenados, consiguen que el suelo realice funciones de interés», como la de cultivar nuestros alimentos. El entrecomillado es del también investigador del Cebas Carlos García, presidente del comité científico del citado Congreso Internacional de Microbioma del pasado junio.

«Manejar el microbioma ya casi es una obligación para el beneficio de una agricultura más sostenible», afirma el investigador Carlos García

El papel de la biodiversidad del suelo, donde se aloja el 25% de la de todo el planeta, es especialmente importante en zonas como la Región de Murcia, muy tensionadas ambientalmente. También es clave la función que esta superficie cumple como sumidero de CO2. Poner a buen recaudo el exceso de este gas en la atmósfera es otra vertiente en la que, pese a todo, apenas se ha comenzado a investigar recientemente. La tesis de García Franco, recuerda su autora, «fue, junto a la de mi compañera María Almagro, una de las primeras que hablaba sobre el secuestro de diferentes reservorios de carbono orgánico bajo diferentes prácticas de manejo en suelos agrícolas semiáridos de la Región de Murcia». Ese trabajo, reconoce, le abrió las puertas para investigar en Alemania, «uno de los países en Europa donde más dinero se invierte en el estudio del impacto del cambio climático en el suelo». En el caso de España, por fortuna, algo comienza ya a moverse: «En los últimos años siento que se empieza a hablar más de la importancia de los suelos agrícolas como sumideros de CO2 atmosférico». Es un avance todavía muy lento, se lamenta, «pero al menos ya se le empieza a dar un poco de más visibilidad».

En la Región de Murcia, García Franco detalla que ya se trabaja en la importancia del manejo del suelo para conseguir un equilibrio económico, social y ambiental adecuado. Sin embargo, todavía queda un camino largo por recorrer. «Traje a compañeros [cientificos] alemanes y de otros países (Estonia, Japón y Brasil), y al tiempo que se maravillaron de nuestra riqueza de suelos se quedaron atónitos» por el escaso cuidado que aún se les brinda: «Les pareció una locura y un desperdicio», sobre todo en comparación con regiones de sus países con menos variedad de suelos agrícolas y menos diversidad de cultivos pero con un manejo de suelo «más sostenible y eficiente».

La salud y la biodiversidad del suelo ya gozan de un carácter prioritario en las estrategias de investigación europeas

Ahora ya supone «casi una obligación», abunda Carlos García, «que aprendamos a manejar y dirigir el microbioma del suelo (...) para el beneficio de una agricultura sostenible», asentada sobre un sustrato «más resiliente y resistente hacia todas las amenazas derivadas del cambio climático».

Basados en la naturaleza

Bastida explica que la llamada «salud y la biodiversidad del suelo» ya cuentan con un «carácter prioritario en las estrategias de investigación de Europa». Este interés incluye la financiación de investigaciones, con «marcado interés a nivel regional, nacional e internacional», como las que realiza el grupo de Enzimología y Biorremediacion de Suelos y Residuos Orgánicos del que él forma aparte como investigador científico. Este equipo, resume, «busca soluciones basadas en la naturaleza para mejorar la fertilidad del suelo y la salud de los cultivos» aplicando «microorganismos de interés que favorezcan la nutrición vegetal y la lucha contra fitopatógenos». Entre esos proyectos figura alguno para transformar residuos de la industria alimentaria en fertilizantes, como el denominado Horizon Europe Waste4Soil, o para tratar de entender cómo incide en el terreno, al tiempo que se evalúa su influencia en el secuestro de carbono y la mitigación del cambio climático, prácticas agrícolas como el arado y la aplicación de enmiendas orgánicas (lodos, composts, digestados...).

Bastida insiste en que los manejos óptimos del suelo dependen de su tipología, el clima, el tipo de cultivo y la región donde se encuentre, de ahí que requieren de un conocimiento muy amplio ajustado a cada contexto. Aplicar una materia orgánica de calidad en nuestra geografía, por ejemplo, puede contribuir bien al secuestro de carbono, mientras que el mismo procedimiento en el norte de Europa, con otras condiciones climáticas, puede favorecer su descomposición y contribuir de este modo a la emisión de gases de efecto a la atmósfera.

De ahí que el grupo de este especialista se ocupa del suelo en diferentes frentes: desde su función en las emisiones de CO2 hasta la conveniencia de cambiar acolchados de plástico por materiales más apropiados basados en el papel. Pasando por temas por el uso de distintos extractos microbianos para inhibir procesos de nitrificación o de armonificación en los suelos agrícolas, y la búsqueda alternativa a la cada vez menor disponibilidad de fósforo en la agricultura, por el agotamiento de las minas de las que se ha estado extrayendo este fertilizante considerado esencial.

Potencia mundial

De ahí que el grupo del Cebas encabezado por el investigador principal Carlos García, busque «adaptar la agricultura mediterránea al contexto climático actual y a las prioridades marcadas en Europa a través de investigaciones punteras».

Experimento sobre suelo del Cebas-CSIC. CEBAS

Más atentos sobre dónde pisan nuestros pies

El recurso natural básico que supone el suelo, no solo ha sido tradicionalmente infravalorado frente al agua o el aire, por ejemplo, como explica el investigador del Cebas Carlos Izquierdo, sino que, además, «la propia acción humana lo ha deteriorado en muchas ocasiones», añade Felipe Bastida, adscrito también al Grupo de Enzimología y Biorremediación de Suelos y Residuos orgánicos del Cebas. Especialistas de este equipo puntero participaron en un trabajo publicado hace u año en la revista Nature, «escaparate de la mejor ciencia mundial», en el que se advierte «de la importancia de contar con la biodiversidad del suelo para proteger este recurso a nivel global». Al igual que «la tremenda desprovisión de una cobertura vegetal degrada el suelo de manera intensa», como ocurre en la amazonía, «también sabemos que una agricultura intensiva y no suficientemente sostenible en determinadas ocasiones ha acelerado la pérdida de materia orgánica y afectado a la biodiversidad microbiana del suelo».

Y tampoco le va nada bien la contaminación humana, «que según últimas investigaciones en las que ha participado este grupo, ha llegado a suelos de la Antártida». El deterioro del recurso suelo es tan importante, razona el especialista, que la Unión Europea está generando una ley específica para monitorizarlo y protegerlo. «Queda claro que cada vez serán más frecuentes las políticas dirigidas a la conservación y protección de este recurso».

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