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Almendro en un terrenoen producción bajoprácticas regenerativas. ALVELAL
Caminos para recuperar el suelo agrario

Caminos para recuperar el suelo agrario

Una tesis del Cebas-CSIC busca cómo expandir las prácticas de la agricultura regenerativa en un sector acuciado por encontrar vías de mejora que combinen bien con seguir atendiendo a un mercado de 760 millones de europeos

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Martes, 29 de marzo 2022, 00:13

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La agricultura industrial que irrumpió en la segunda mitad del siglo XX ha logrado llevar multitud de productos del campo de la suficiente calidad, sanos y asequibles a millones de habitantes del planeta. Es un logro incontestable, particularmente porque hablamos del bien más básico: la comida. Como contrapartida, las prácticas intensivas que han permitido la 'revolución verde', como se conoce a este proceso, han acelerado la degradación de una tierra castigada por años de abuso de monocultivos, excesos de agroquímicos y agotamiento de sus capacidades. El peligro de morir de éxito es una amenaza real para un sector que precisa de alternativas factibles. Una de las que están llamando a la puerta es la denominada agricultura regenerativa, basada en restaurar la calidad del suelo al tiempo que se logra una mejora de la producción y se fortalecen los recursos frente a los embates previstos del cambio climático. Sobre el papel suena bien, pero ¿resulta factible para nuestra agricultura?

De momento, «a pesar de sus prometedores beneficios, la agricultura regenerativa ha sido adoptada de forma limitada», reconoce Joris de Vente, científico titular del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (Cebas-CSIC), donde es especialista del grupo de Conservación de Suelos y Agua. El experto lo atribuye «principalmente a la escasez de datos empíricos que demuestran su efectividad y la generalmente lenta respuesta de los suelos en regiones semiáridas a los cambios de manejo». Los «resultados visibles» de estas prácticas, como la recuperación del terreno donde se practica, el incremento de la producción, la mejora de la capacidad para retener el agua y la mayor resiliencia de los cultivos a la variación climatológica, no se obtienen con la suficiente rapidez, resume De Vente, «lo que puede desalentar a los agricultores», acuciados por la necesidad de suministrar sin demoras a un mercado muy demandante.

La investigación demuestra la mejora de la calidad física, química y biológica sin perjudicar la producción

Para tratar de aumentar el conocimiento sobre estas prácticas, la investigadora Raquel Luján ha elaborado una tesis doctoral en la que se monitorizan sus beneficios con la participación de una docena de agricultores. «Esta tesis demostró cómo la agricultura regenerativa mejora la calidad física, química y biológica del suelo sin perjudicar a la producción», incluso en zonas semiáridas, precisa De Vente, que ha dirigido el trabajo de Luján junto a la doctora Mamen Cuéllar Padilla, de la Universidad de Córdoba.

«Este enfoque agrícola ha ganado un reconocimiento creciente como solución para restaurar agroecosistemas degradados de todo el mundo», añade la experta. También en nuestra geografía. La asociación agroecológica Alvelal, que cuenta con 400 socios, ya lo está promoviendo en sus fincas de Murcia y Andalucía, por ejemplo. En el resto del país existen ejemplos como los de la iniciativa Alejab en Extremadura y el de la red de Agricultura Regenerativa Ibérica (ARI), que lo fomenta en España y Portugal, señala Luján.

Sin embargo, desde la Asociación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región (Proexport), la ingeniera agrónoma María Dolores Molina advierte de que algunas de las prácticas que propone resultan «prácticamente imposibles» de trasladar a determinados cultivos hortícolas. La siembra directa o la no labranza del suelo, por ejemplo, no resultan viables en este ámbito, concreta la profesional del Departamento Técnico y Medio Ambiental de Proexport.

Desde Proexport avisa de que algunas de las propuestas son «prácticamente imposibles» para ciertos cultivos

En todo caso, aclara, «nos parece tan respetable como cualquier modo de producción sostenible que elija cualquier productor». El inconveniente para los socios de su organización, explica, es que precisan de «buenas prácticas de cultivo y técnicas de producción sostenibles que puedan extenderse al conjunto de la producción, convencional o ecológica, ya que dan de comer a 47 millones de españoles y 760 millones de europeos». La agricultura regenerativa, «es por ahora muy minoritaria».

La tesis de Luján trata precisamente de «apoyar la adopción de la agricultura regenerativa a gran escala», explica De Vente, de modo que deje de ser esa alternativa con escaso seguimiento que se percibe desde Proexport. En su investigación, detalla el científico, «Raquel Luján Soto demostró la importancia de involucrar a los propios agricultores en el proceso de selección de prácticas regenerativas y en la monitorización y evaluación de sus impactos». No hay en principio una oposición irracional, del sector, donde permanentemente se buscan soluciones viables. Molina revela, de hecho, que las prácticas que ya están implementando en la agricultura regional «contribuyen masivamente a la conservación de los suelos, a la eficiencia hídrica y al fomento de la biodiversidad, premisas que compartimos con la agricultura de regeneración».

Pero, en palabras de un portavoz del sector, que prefiere no ser citado, en la Región las «empresas, cooperativas y agricultores apuestan más por medidas concretas y prácticas de sostenibilidad aplicadas a agricultura convencional o ecológica, que hasta hoy cubren más del 97% de la demanda de frutas y hortalizas a nivel mundial». Al mismo tiempo, la fuente alerta de la actual «estrategia bastante mediática de ponerle etiquetas a la forma de cultivar».

«La adopción de la agricultura regenerativa no es sencilla para muchos agricultores», reconoce De Vente. Junto a la ausencia de normativa y de apoyo institucional y económico, el científico cita la falta de conocimiento entre las barreras para su expansión. Es algo superable, según la tesis de la científica del Cebas. «Después de tres años de monitorización y evaluación participativa, los agricultores participantes presentaron una comprensión común más compleja y amplia de los impactos y beneficios de la agricultura regenerativa, y fortalecieron sus redes de intercambio de información sobre ella, principalmente con otros agricultores de su entorno».

De ese modo, añade Luján, se generó «un efecto contagio que puede facilitar que un mayor número de agricultores adopten manejos regenerativos». En conclusión: «Es crucial contar con el conocimiento, y tener en cuenta las posibilidades y limitaciones de los propios agricultores para fomentar la agricultura regenerativa». Con estos elementos, confía la científica, y «dado el avanzado estado de degradación de la tierra que ya está afectando a la productividad agrícola, y a la totalidad de la sociedad en forma del cambio climático e inundaciones más severas, y dado las demandas desde el mercado de una producción responsable y respetuosa con nuestro entorno, la agricultura regenerativa se expandirá cada vez más».

Molina, de Proexport, no cree en cambio «que se vaya a incrementar como tal esta práctica como tal de forma relevante», aunque admite que «sí aumentará la implementación de algunas de sus técnicas en la producción convencional y ecológica». El futuro parece apuntar hacia soluciones híbridas. Donde coinciden todas las posturas es en seguir estudiando y ensayando nuevas vías.

Alernativa a los sistemas industrializados

El investigador José María Egea Sánchez, de la Facultad de Biología de la Universidad de Murcia, explica que la agricultura regenerativa «se distingue del modelo convencional en que permite acumular materia orgánica en el suelo, integrar a los animales en el funcionamiento del sistema y reducir los insumos necesarios para producir alimentos».

Estas «importantes ventajas sobre el modelo convencional para poder superar la actual crisis ambiental y climática» que, a juicio de Egea, «se extenderán en el marco de la agroecología, como única alternativa a los sistemas industrializados», han convencido a Alfonso Chico de Guzmán, al frente de la finca caravaqueña La Junquera, que ahora está a la vanguardia regional en esta modalidad.

«Estas prácticas permiten que las siguientes generaciones puedan seguir dedicándose a la agricultura y producir alimentos y vivir en estas tierras», apunta mientras critica las técnicas agrarias que «extraen todos los recursos en poco tiempo, como si fuera minería». Dolores Molina, ingeniera agrónoma de Proexport, aclara que, al menos de momento, solo se está llegando a emplear en secano. Chico de Guzmán confirma que el 99% de su explotación lo es, si bien señala que han logrado aumentar «la capacidad de retención de agua del suelo y del acuífero».

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